El Deportivo Alavés buscaba ayer un imposible en el Camp Nou y terminó estrellándose contra la dura realidad de la lógica encarnada en el pequeño cuerpo de Leo Messi. El cuadro albiazul plantó cara durante el primer período e incluso soñó con la gesta durante unos minutos cuando recortó distancias en el arranque de la segunda parte pero las estelares apariciones del astro argentino y sus socios devolvieron al Glorioso bruscamente a la realidad que refleja la clasificación.

Suele decirse que lo que funciona bien no conviene tocarlo pero Abelardo optó por introducir novedades en el equipo inicial que presentó ante el Barcelona. De esta manera a la ausencia por lesión -ya conocida- de Ximo Navarro se sumaron varias modificaciones más. Tachi se mantuvo en el eje de la zaga en detrimento de Laguardia el centro del campo albiazul se convirtió en el principal campo de experimentación del técnico asturiano. Tras su prometedor estreno ante el Valladolid, Iñigo Córdoba se hizo con el puesto en la banda izquierda que hasta ahora era propiedad de Luis Rioja mientras que el argentino Battaglia volvió a formar pareja en el doble pivote junto a Pina devolviendo a Manu García al banquillo tras dos jornadas.

Los cambios, sin embargo, no tuvieron apenas incidencia en el partido. Especialmente en el arranque del mismo. Porque el Barcelona no lo consintió. Espoleado por su reciente derrota copera, el conjunto azulgrana saltó al césped con el acelerador pisado a fondo buscando resolver por la vía rápida pensando en su próxima cita con el PSG. Así, los diez minutos iniciales se convirtieron en un vendaval local ante un Glorioso incapaz de conservar la pelota en su poder más de dos segundos.

Fue capaz no obstante el cuadro vitoriano de sobrevivir a esta fase y mantenerse en pie en el encuentro. De hecho, con el paso de los minutos consiguió imponer su plan y anestesiar la contienda. La tela de araña que había dibujado Abelardo en el vestuario se fue tejiendo sobre el césped y el Barcelona se encontró entonces atrapado sin ser capaz de encontrar ningún agujero por el que acercarse a Pacheco. El Alavés, por su parte, se desplegó en varias ocasiones a velocidad supersónica llegando a asustar a la zaga culé.

Le faltó desgraciadamente aprovechar una de estas incursiones para desequilibrar el marcador y dar lugar a un escenario mucho más favorable. Y, cuando mejor estaba el cuadro albiazul, el Barça dio casi por casualidad con el camino que abriría su acceso al triunfo. A la media hora de juego el lateral Mingueza encaró a Duarte en una jugada sin demasiada trascendencia y su potente centro desde la derecha acabó en los pies del debutante Ilaix en el segundo palo, que lo cedió atrás para que Trincao abriera el marcador de un potente disparo raso.

Los de Koeman olieron la sangre albiazul y, apenas siete minutos después, Messi volvió a marcar tras una gran parada de Pacheco ante Griezmann. El VAR, sin embargo, quiso dar un poco más de vida al Glorioso y anuló el tanto por un justísimo fuera de juego del francés. Aprovechó esta concesión el Alavés para volver a respirar pero, ya en el tiempo de descuento, Messi decidió tomarse la venganza con un disparo desde fuera del área que acabó en la red tras golpear en el poste de Pacheco.

Se antojaba la puntilla para el partido pero el Alavés tiró de orgullo para buscar una última reacción. Abelardo introdujo en el descanso a Laguardia y Rioja por Martín y Córdoba y el equipo regresó dispuesto a morir matando. Nada más arrancar el segundo período Lucas remató alto un mano a mano ante Ter Stegen y, en el minuto 56, el recién incorporado Rioja aprovechó un grave error del joven Ilaix en un pase horizontal para plantarse ante el alemán y recortar distancias.

Ahí surgió un partido nuevo en el que el peso de la lógica y de la calidad terminó imponiéndose. El Alavés se abrió en busca del empate y el Barcelona recurrió a la clase de su líder para convertir esos espacios en la definitiva condena gasteiztarra. Apenas algo más de quince minutos le duró la ilusión al plantel de Abelardo. Los que transcurrieron desde el 2-1 hasta que, en el 73, una jugada de tiralíneas entre Pedri y Messi fuera culminada de nuevo por Trincao. Sin solución de continuidad el argentino se inventó el 4-1 con un disparo lejanísimo desde fuera del área y convirtió el tramo final en un suplicio para los visitantes. Junior rubricó el definitivo 5-1 pero pudieron ser todavía más las puñaladas recibidas. Daba igual ya en cualquier caso, puesto que tanto albiazules comoblaugranas estaban pensando en sus próximos compromisos. Unas citas vitales en las que el duro castigo de ayer no debería afectar a un Glorioso que necesita centrarse en su Liga.