Cuando las situaciones se tornan desesperadas, el ser humano acostumbra a apoyarse en el recurso que tiene más a mano por muy alta que sea su temperatura. Un particular clavo ardiendo que en el caso del Deportivo Alavés tiene nombre y apellido: Lucas Pérez. El futbolista gallego se ha situado en el centro de todas las miradas tras salir el pasado sábado del ostracismo al que parecía condenado en las últimas semanas y ser señalado como la tabla de salvación que puede ayudar a mantenerse a flote a la escuadra albiazul.

Tras cuatro encuentros -dos de Liga y otros tantos de Copa- sin pisar siquiera el terreno de juego, el día del centenario del Glorioso Abelardo volvió a darle la alternativa en el descanso del choque contra el Real Madrid. Es verdad que para entonces la contienda ya estaba completamente desnivelada hacia el lado merengue y que el gallego -que entró junto a Borja Sainz y Manu García- fue un recurso a la desesperada del preparador albiazul, pero no lo es menos que en esos cuarenta y cinco minutos consiguió revitalizar el ataque gasteiztarra y recordar por momentos a su mejor versión.

Su regreso a la actividad, sin embargo, no fue lo más significativo del fin de semana para Lucas Pérez. Lo más destacado, sin duda, tuvo lugar veinticuatro horas antes. En la rueda de prensa previa a la disputa del encuentro ante el Real Madrid, Abelardo abordó sin tapujos la extraña situación que estaba atravesanso el ariete, asumiendo que iba más allá de las molestias en el tobillo que venía arrastrando. Porque, por ejemplo, no actuó ante el Sevilla debido en teoría a este problema físico pero al día siguiente el propio club informó de que había entrenado con absoluta normalidad. "Tuve una charla privada con él. Necesito que los jugadores estén al cien por cien con el equipo y él, a pesar de su calidad, no me transmitió eso. Ahora sí que está en esa predisposición y tiene opciones de entrar en la convocatoria", explicó el preparador asturiano.

El siete albiazul no solo entró en la lista sino que jugó toda la segunda parte, asistió a Joselu en el único tanto vitoriano y reactivó las esperanzas de que pueda volver a convertirse en la pieza diferencial que necesita El Glorioso para salir de la crisis en la que se encuentra inmerso. Y eso es precisamente lo que le ha situado en el centro de todos los objetivos.

Desde su llegada a Mendizorroza en el verano de 2019 Lucas Péres ha dejado claro que cuenta con una calidad indiscutible en sus botas. Cuando ha presentado un estado físico óptimo y la implicación imprescindible para asumir la responsabilidad de tirar del carro se ha erigido en una figura desequilibrante fundamental para el combinado gasteiztarra. Así lo demostró, por ejemplo, en la primera vuelta de la pasada temporada. Su espectacular rendimiento deslumbró a propios y extraños y le situó en la primera fila del escaparate del mercado invernal.

Sin embargo a partir de ese momento las nubes comenzaron a aparecer sobre su horizonte. Primero en forma de distracción por los rumores de una posible salida de Vitoria y después con la aparición del coronavirus y todas sus consecuencias (confinamiento, cierre de la competición, negociaciones tensas con el club por el ERE...). Cuando la pelota volvió a rodar para terminar el ejercicio, ya nada era igual.

Y, desgraciadamente, no ha vuelto a serlo. Su rendimiento bajó significativamente en el tramo final del curso y en lo que se lleva consumido de este no ha conseguido el nivel estelar con el que encandiló a los seguidores del Glorioso. Es verdad que en alguno de los encuentros que ha disputado -quince, diez de ellos como titular- ha dejado algunos destellos pero sin la regularidad que se espera de un jugador de su potencial.

Una continuidad en sus acciones positivas que es precisamente el clavo ardiendo al que se aferra con todas sus fuerzas el club del Paseo de Cervanntes. Porque cuando Lucas Pérez brilla no solo destaca él sino que hace que el rendimiento del equipo suba varios peldaños. Lo mismo que la aportación de Joselu -su habitual pareja en la vanguardia-, que se beneficia de la calidad de su paisano para encontrarle entre líneas y regalarle centros espectaculares tanto en jugada como a balón parado.

La trascendencia de la recuperación del coruñés es aún mayor teniendo en cuenta las enormes limitaciones que tiene el Alavés para maniobrar en el mercado. Tanto el presidente como el director deportivo han dejado claro en diferentes ocasiones que es muy poco probable que el equipo pueda reforzarse en la actual ventana invernal y, en el caso de que pudiera hacerlo finalmente, ni mucho menos sería con un fichaje de campanillas.

Por lo tanto, la responsabilidad de conseguir la ansiada permanencia en el año del centenario albiazul va a recaer sobre los actuales integrantes de la plantilla y el cuerpo técnico. Y ahí todos los focos apuntan a los más capacitados. Un grupo que sin duda lidera la pareja formada por Lucas y Joselu. Sergio Fernández los situó claramente en un nivel por encima de la media del equipo y dejó claro que de su respuesta sobre el césped depende en gran medida el futuro del Deportivo Alavés. Su actuación ante el Real Madrid debe ser el embrión desde el que comenzar a crecer hasta alcanzar el nivel que ha demostrado que puede dar. El domingo en Getafe tendrá la primera oportunidad para certificar su progresión y, como casi siempre, será el centro de todas las miradas.

Abelardo lo alineó en la segunda parte ante el Real Madrid tras confirmar el día anterior que ya le veía con la predisposición adecuada