Pere Pons

Regresó de su larga lesión la pasada semana en Cádiz y ayer disputó los noventa minutos demostrando que puede ser útil. Su vuelta es una buena noticia para Abelardo.

Sivera

Rubricó un encuentro desastroso con fallos garrafales en los tres primeros goles del Almería. La inactividad y medirse a su antiguo equipo le pasaron una carísima factura.

5

0

Estadio Juegos Mediterráneos.

Árbitro Alberola Rojas (castellanomanchego).

Almería

(74’)

(65’)

(65’)

(65’)

(74’)

13. Fernando; 25. Ivanildo; 2. Buñuel; 6. De la Hoz; 14. Robertone (65’); 16. Lazo (65’); 8. Petrovic (74’); 23. Villalba (65’); 7. Juan Villar (74’).

Alavés

1. Pacheco; 22. Lejeune (70’); 3. Duarte; 17. Adrián Marín (60’); 6. Battaglia (46’); 19. Manu García (60’); 11. Luis Rioja; 18. Burgui (60’); 9. Joselu.

1-0, minuto 8: Sadiq. Disparo del nigeriano desde el interior del área y Sivera falla dejando libre su poste.

2-0, minuto 44: Aketxe. Tiro desde fuera del área y nuevo error de Sivera.

3-0, minuto 46: Sadiq. Nuevo fallo de entendimiento de la defensa y el portero y Sadiq marca de tacón.

4-0, minuto 51: Battaglia, en propia puerta. El argentino desvía con la cabeza un centro de Aketxe.

5-0, minuto 81: Juan Villar, de penalti.

Amonestó a Samu Costa (minuto 35), Corpas (minuto 41) y Sadiq (minuto 70). Expulsó con roja directa a Tomás Pina (minuto 34) por darle un cabezazo a Costa.

Errores inaceptables Al margen de la pobre actuación colectiva, es innegable que errores individuales inaceptables condenaron ayer al Alavés. El de Sivera en los dos primeros goles puso todo extremadamente cuesta arriba y la reacción resultó imposible.

Malditas expulsiones Por séptima vez en lo que va de curso ‘El Glorioso’ volvió a quedarse con uno menos. En esta ocasión por la incomprensible agresión de Pina en el minuto 34. Un lastre demasiado pesado para un grupo que dispone de los argumentos justos.

El Deportivo Alavés llevó a cabo el pasado martes un relevo en su banquillo con el claro objetivo de dar un contundente cambio de timón que corrigiera la peligrosa deriva que acumulaba en las últimas semanas. Pablo Machín cedió su sitio a Abelardo pero, desgraciadamente, el estreno del asturiano ayer ratificó que la vida sigua igual para El Glorioso. Igual de triste. Igual de preocupante. Igual de inexplicable. Y, por momentos, incluso igual de vergonzante y bochornosa.

Porque no puede ser otro el análisis de lo mostrado por la escuadra albiazul. Ante un rival de Segunda División, en la tercera eliminatoria de la Copa del Rey que suponía la oportunidad para muchos integrantes de la plantilla de reivindicarse y con la imperiosa necesidad de dar un paso adelante por parte de todos tras la llegada del nuevo cuerpo técnico, el equipo naufragó estrepitosamente para acabar despidiéndose del torneo del K.O. con una manita pintada en la cara.

Ni un solo argumento se puede buscar para justificar lo sucedido en el estadio de los Juegos Mediterráneos. Con el inmenso sonrojo que provoca solo recordarlo, el 5-0 que reflejó el marcador final perfectamente puede considerarse lo mejor del partido para un Alavés que, lejos de iniciar la escalada que se esperaba, avanzó mucho pero en la dirección contraria para hundirse todavía más en el pozo.

De entrada, Abelardo planteó un once inicial en el que mezcló a teóricos suplentes con titulares a priori y dejó alguna pincelada de los cambios que se pueden avecinar. De esta manera Sivera ocupó la portería; Martín, Laguardia, Ximo y Javi López integraron la defensa; Borja Sainz se situó en la banda derecha y Edgar en la izquierda dejando el doble pivote para Pina y Pere Pons mientras que Guidetti y Peleteiro se situaban como albiazules más adelantados. La posición del gallego en la mediapunta con libertad de movimientos en lugar de pegado a la banda se convirtió en la principal novedad pero, desgraciadamente, la incidencia de Jota en el duelo no creció significativamente.

Entre otras cosas, porque todo se vino abajo a las primeras de cambio. Después de unos minutos iniciales bastante abiertos con dos rivales buscando el ataque sin complejos, las costuras albiazules se rompieron en cuanto sufrieron el más mínimo tirón. Un buen pase interior de Corpas al gigante Sadiq permitió al nigeriano ganarle la partida a Laguardia y probar suerte desde el interior del área con un disparo en principio no demasiado peligroso. Sin embargo Sivera falló estrepitosamente y permitió que la pelota se colara junto al primer palo -el que debía proteger- sin hacer nada para evitarlo.

Se encontró así El Glorioso con una complicación añadida desde muy pronto (el minuto ocho), aunque mucho tiempo por delante para superarla. Se mantuvo fiel a su guión inicial en ese tramo y logró acercarse a las inmediaciones de la portería local, pero sin generar ocasiones claras. Y fue precisamente en una de esas aproximaciones cuando se precipitó directamente al vacío.

Poco después de la media hora de juego, Tomás Pina disparó desde fuera del área y reclamó que la pelota había golpeado en la mano de Samu. Al recriminarle el zaguero esta acción, el manchego respondió con un cabezazo a su rival con el colegiado a apenas unos metros. Como no podía ser de otra manera vio la tarjeta roja directa protagonizando un nuevo capítula de la historia negra que está persiguiendo al cuadro vitoriano este curso.

Por si el escenario no era suficientemente negro, diez minutos después Sivera volvió a cantar convirtiendo un disparo inocente de Aketxe desde fuera del área en el 2-0 y, en la acción siguiente al saque de centro, Sadiq firmó el tercero aprovechándose de un nuevo despropósito de la retaguardia.

Era más que evidente ya que la segunda parte sobraba por completo pero el Almería todavía aumentó el doloroso castigo con un gol en propia puerta de Battaglia y otro de penalti. Fue en cualquier caso lo de menos. Lo importante de verdad es la calamitosa puesta en escena perpetrada por un grupo sin alma ni orgullo que cada día deja más dudas sobre su viabilidad. La única esperanza es confiar en que el esperpento de ayer le haya hecho tocar fondo.