La relación del Deportivo Alavés con la Copa del Rey oscila entre el amor y el odio. El conjunto gasteiztarra logró en el torneo del KO uno de los mayores logros de su historia, al disputar la final contra el Barcelona en la temporada 2016-17. Si bien ello supuso una enorme alegría para el alavesismo, la afición también ha vivido dolorosas decepciones en ediciones como la del año pasado al caer estrepitosamente contra equipos de inferior categoría en las primeras rondas de la competición. Tras dos temporadas en las que el torneo ha dejado un mal sabor de boca al conjunto babazorro, en la Copa del Rey 2020-21, la segunda edición con eliminatorias a un solo partido, intentará tener un papel más relevante. Eso sí, sin olvidar que el objetivo prioritario es conseguir la permanencia en Primera División.

La primera edición de la Copa del Rey con el actual formato no le fue bien al Deportivo Alavés. Sobre el papel, las eliminatorias a un solo partido hasta semifinales parecían una buena oportunidad para los gasteiztarras de llegar lejos en el campeonato. El equipo no debería tener dificultades para superar a conjuntos de Segunda B o categorías inferiores y a la hora de medirse a equipos poderosos la desaparición del partido de vuelta hace que todo pueda ocurrir. Sin embargo, los por aquel entonces entrenados por Asier Garitano besaron la lona en el primer asalto contra el Jaén, que se quitó la espina de aquel fatídico partido de 2014 en el que un gol de Guzmán en el minuto 92 envió al conjunto andaluz de vuelta a Segunda División B y significó la permanencia del Glorioso.

Con el Jaén en Tercera División, el Alavés viajó al estadio de La Victoria para estrenarse en Copa del Rey. Garitano alineó un once con presencia de suplentes como Sivera, Marín, Borja Sainz y Guidetti, pero reconocible, ya que jugaron de inicio Laguardia, Magallán, Martin, Rioja y Joselu. A pesar de la evidente diferencia entre un equipo y otro, el Jaén salió mucho más enchufado y se adelantó a los 13 minutos con un gol de Ocaña. Al Alavés le costó reaccionar y se complicó todavía más la vida con una expulsión de Laguardia en el minuto 51. Los gasteiztarras siguieron intentándolo, pero Miguel Martín sentención en el minuto 83 con un tanto en el que la defensa visitante se quedó totalmente dormida. Pons recortó distancias poco después, pero Hernández aprovechó otro desajuste defensivo para poner el sonrojante 3-1 definitivo en el marcador y dejar al Alavés fuera de la competición.

Evidentemente, en torneos de este estilo la fortuna suele jugar un papel decisivo y de momento este curso parece que sonríe a los gasteiztarras, ya que el Rincón es un rival aún más sencillo que el Jaén, ya que milita en la División de Honor andaluza, la equivalente a la Regional Preferente alavesa. Tampoco le fue mal el año que alcanzó la final de la Copa del Rey, ya que tuvo un camino relativamente cómodo hasta allí. En dieciseisavos jugó contra el Nástic de Tarragona, en octavos le tocó medirse con el Deportivo de la Coruña, en cuartos el Alcorcón y en semifinales el Celta de Vigo, el rival más duro del recorrido. No le tocó enfrentarse a cocos como el Madrid, el Barça, el Atlético, el Sevilla, el Villarreal o el Valencia hasta la final.

Hace dos temporadas, sin embargo, tuvo la mala suerte de tener que medirse con un equipo de Primera División como el Girona en la primera ronda. En aquella ocasión el empate a 2 del partido de ida en Mendizorroza y la derrota por 2-1 en la vuelta en Montilivi dejaron fuera al Alavés de Abelardo a primeras de cambio. El Alavés no gana un partido de Copa del Rey, por lo tanto, desde la temporada 2017-18. En aquella ocasión tampoco le sonrío el sorteo y tuvo que enfrentarse al Getafe en su primer partido. A pesar de los malos resultados en liga en el arranque, logró la victoria en los dos partidos, en octavos superó al Formentera y fue eliminado en cuartos de final por el Valencia.

Casi tres años después de su última victoria en Copa del Rey -2-0 contra el Formentera-, el Alavés encara a partir de mañana la Copa del Rey del centenario. Una buena actuación, acompañada de la permanencia en Primera División, sería la mejor celebración posible para el alavesismo. Una derrota mañana en la Rosaleda contra el Rincón, un ridículo muy difícil de digerir.