- El entrenador alavesista, Pablo Machín, se marchó ayer del Ciutat de Valencia con sentimientos encontrados: "Siempre que puntuamos la valoración tiene que ser positiva, especialmente si es fuera de casa y más aún en las circunstancias en las que hemos tenido que jugar la mayor parte del partido. Sin embargo, me voy contrariado porque podríamos haber ganado el partido de no ser por la expulsión". El plan confeccionado por el técnico soriano salió a la perfección, ya que el equipo era consciente de que "las oportunidades iban a llegar a la contra" y, de hecho, creó ocasiones de esta manera incluso con un jugador menos, según el técnico.

Machín no quiso cargar toda la culpa de la derrota sobre Édgar Méndez, aunque admitió que su expulsión fue "innecesaria" y que en una liga en la que "hay poca diferencia entre equipos" el Alavés no se puede permitir conceder esa ventaja a su rival. "El primero que no quería cometer ese error es Édgar, tendremos que ver si tiene explicación", dijo Machín, intentando quitar hierro al asunto y consciente de que el fallecimiento de la abuela del jugador el recientemente podría haber influido. "Todos los temas de gestión de grupo se solucionan de puertas para dentro. Todo el mundo puede tener un error y debe tener una segunda oportunidad", defendió Pablo Machín.

Por último, el entrenador babazorro habló del estado físico de Lucas Pérez: "Ya se perdió el partido contra el Barcelona por un golpe duro en el tobillo, ahora tendrá el parón para recuperarse". En cuanto al regreso a la senda goleadora, aseguró que no le preocupaba, ya que veía al delantero "tranquilo a pesar de no marcar" y consciente de que puede ayudar al equipo de otras formas.