- Aunque el hecho de que la competición la pasada temporada pudiese finalizarse y que esta campaña se vaya a poner de nuevo en marcha ha servido para amortiguar en gran parte el golpe económico que se está sufriendo a todos los niveles de la sociedad, el fútbol no se ha escapado, ni mucho menos, al efecto negativo de la pandemia en el plano monetario. Para los clubes modestos, como el Deportivo Alavés, la parte principal de sus ingresos llega a través del contrato para la retransmisión televisiva de los partidos y que se haya podido seguir jugando con cierta normalidad ha sido un salvavidas, pero hay una parte de los ingresos que están directamente asociados a la celebración de los encuentros con normalidad que han desaparecido sin previsión de que se puedan recuperar en el corto plazo. La ausencia de aficionados en las gradas se une también a la crisis publicitaria, que se verá agravada por la prohibición inminente del patrocinio de casas de apuestas deportivas -cabe recordar que el club albiazul sigue ligado a Betway-, y, en el caso del Glorioso, a un calendario caprichoso que provocará que la celebración del centenario no sea tan completa como se esperaba, lo que conducirá a generar por este evento un ingreso muy destacado. Y, a menos dinero en caja, menos euros para gastar en la plantilla. Ha quedado claro hasta la fecha en un mercado que a nivel estatal se está moviendo mucho menos que de costumbre y en el que las cifras que se manejan están lejos de ser millonarias como hace un año.

En esa tesitura se encuentra también un Alavés que no ha podido reforzar tanto su plantilla como pretendía cuando inició el nuevo proyecto porque tiene en nómina muchas más piezas de las que necesita, varias de ellas no cuentan y eso dificulta acometer otros movimientos de llegada que se entienden necesarios para reforzar la idea de Pablo Machín. El plan era prescindir de muchos jugadores que no contaban para el futuro, pero encontrar acomodo a estos futbolistas sin perder mucho dinero se complica al máximo en un mercado en clara recesión. El control económico de LaLiga tiene ahogados a muchos clubes, sobre todo en Segunda División, y abonar rescisiones cuantiosas no entra en los planes de nadie cuando siguen sumando para el límite salarial, que muchos equipos rozan o directamente sobrepasan.

Por esa razón, las llegadas han ido siempre precedidas de salidas. El Alavés no se puede permitir sumar más jugadores sin antes haber soltado lastre y, en ese sentido, esa misma política se va a mantener hasta que el mercado cierre el próximo 5 de octubre. El riesgo de que alguna posición clave se quede sin reforzar es evidente, ya que las opciones que se manejan, muy avanzadas en algunos casos, dependen de que el flujo de marchas de los descartes no se detenga.

De momento, la entidad del Paseo de Cervantes ha cerrado las cesiones de un viejo conocido como Deyverson (Palmeiras) y una aspiración que venía de lejos como Rodrigo Battaglia (Sporting de Portugal), mientras que al cierre de estas líneas el pasado jueves se ultimaba el préstamo de Florian Lejeune (Newcastle). Pocas incorporaciones -también se ha hecho una apuesta de futuro con Carlos Isaac, quien estará cedido esta temporada en el Albacete-, pero de calidad contrastada y llamadas a ser importantes, idea que se pretende seguir hasta el final para añadir refuerzos de calidad a la base de la pasada temporada, con los Lucas, Joselu, Pacheco, Laguardia, Manu, Duarte, Pina o Edgar, y las jóvenes promesas que emergen de Ibaia, como Borja Sainz, Javi López o Abdallahi.