- El partido que parecía no querer ganar nadie, el frío derbi de una tarde tórrida en Vitoria, el encuentro de un sopor insoportable, el que parecía predestinado a un empate que contentase a los dos vecinos y les sirviese para casi atar la salvación, ese bodrio indigerible que el aficionado tuvo que tragarse por la tele -el que fuese capaz de aguantarlo, que es dudoso que fuesen muchos- no pudo tener un desenlace peor para un Deportivo Alavés que sale más tocado de cada jornada que pasa. Cierto es que Osasuna hizo menos aún que El Glorioso para llevarse la victoria y la permanencia; verdad es que fueron los albiazules quienes llevaron el peso y disfrutaron de las mejores ocasiones; pero no menos lo es que el fútbol es un deporte de aciertos y errores y fueron los rojillos quienes supieron aprovechar su momento ante unos vitorianos que se siguen hundiendo en la miseria -la reacción al 0-1 fue inexistente- y que apuntan ya directamente a una salvación por la incapacidad de sus perseguidores para darle alcance. Pero ojo, que debacles mayores se han visto. Que esto se acabe pronto. Por si acaso.

Con la necesidad de darle un lavado de cara al equipo tras la catástrofe de Vigo, hasta siete cambios realizó Garitano. Una alineación titular con todos los mejores hombres disponibles, aunque, luego, sobre el césped la versión estuvo a galaxias de distancia de la fenomenal actuación contra la Real Sociedad. Aquel partido del que solo ha pasado una semana era de una necesidad bastante más elevada que este y tampoco se jugó bajo un calor sofocante como el que ayer azotaba Vitoria. A LaLiga en este sentido la previsión de la temperatura le salió rana, pues la sensación era de estar en medio del desierto. Condiciones bastante perjudiciales para el ejercicio del fútbol y que condujeron a que los futbolistas se agalbanasen.

Es Osasuna un equipo que le mete una intensidad enorme a sus partidos, pero el único que tenía ganas de correr de un lado para otro era Rubén García. Su hiperactividad causaba incluso extrañeza entre tanto jugador circulando al trote. Los rojillos no inquietaron en toda la primera parte al regresado Pacheco y el poco peligro lo puso un Alavés acostumbrado al trantrán. El juego vitoriano no depende de la chispa para romper, sino de que Joselu descuelgue balones del cielo.

Todo lo que le llega al de Silleda lo convierte en un pase que se registra en la estadística como bueno. Pero lo mejor es su capacidad para darle continuidad a las acciones cada vez que baja el esférico. Y no por repetidas, sus apariciones dejan de ser peligrosas. Así, la única ocasión digna de considerarse como tal en toda la primera parte llegó casi al borde del descanso. La jugada mil veces vista e indetectable para los rivales: saque de banda peinado por Joselu hacia Lucas, descarga del coruñés a la banda contraria y carrera para colgar al área en busca de los dos puntas. Ejecución perfecta hasta que al nueve le tocó cabecear, mandando el remate alto.

Nada cambió tras el descanso. Si alguien intentaba algo, aunque sin mucho ímpetu, era un Glorioso que trataba de cerrar la temporada. Un error de David García propició el mano a mano de Lucas ante Herrera con el remate final desviado.

Una hora tardaron los navarros en meterle un susto a sus vecinos. Si el Alavés había desperdiciado todas sus acciones de estrategia, alguna de ellas ejecutada de forma lamentable, los rojillos casi hacen diana en una falta lateral que Aridane no acertó a embocar. Una acción que propició que Osasuna se desperezase. Y no necesitó mucho más, ya que a la segunda consiguió marcar en un error monumental de Ely. El brasileño rompió el fuera de juego de Gallego, permitió que el punta bajase el balón con un salto muy mal medido y ahí apareció Lato para soltar un latigazo cruzado con su zurda en el 63.

A partir del 0-1, un hundimiento que va más allá de lo futbolístico y que atañe mucho más a lo emocional. Un banquillo que no aportó nada y un equipo incapaz de darle un volantazo al partido. El riesgo se ve de aún lejano, pero este nuevo desastre enciende nuevas alarmas para un Alavés cuyo único deseo es que el curso se acabe cuanto antes no vaya a ocurrir una catástrofe.

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1

Estadio Mendizorroza.

Árbitro Hernández Hernández (canario).

Alavés

13. Roberto; 27. Tachi; 6. Magallán; 28. Javi López; 17. Marín (78'); 15. Fejsa; 35. Ismael; 20. Pons; 19. Manu García (85'); 24. Burke (72'); 16. Edgar (78'); 32. Paulino.

Osasuna

25. Juan Pérez; 37. Iñaki Álvarez; 3. Navas; 4. Unai García; 30. Estupiñán (81'); 20. Brasanac (81'); 21. Iñigo Pérez; 8. Mérida (88'); 34. Aimar; 22. Adrián; 19. Barja; 7. Cardona.

0-1, minuto 63: Lato. Acción desastrosa de Ely con doble error, Gallego hace un mal control y el balón le cae a Lato, que saca un duro disparo cruzado.

Amonestó a Oier (minuto 38), Lato (minuto 52), Ely (minuto 61) y David García (minuto 85).

Un fallo, un gol El Alavés no fue capaz de aprovechar el par de buenas ocasiones que fue capaz de generar -un cabezazo de Joselu y un mano a mano de Lucas tras fallo de David García- y se vio penalizado por el grave doble error de Ely que propició el 0-1 de Lato.

Un equipo desconocido Falto de ritmo, incapaz de generar nada más allá de los balones en largo para sus delanteros, lo peor de todo ayer fue la nula reacción del equipo cuando se le puso el partido cuesta arriba. Osasuna no sufrió en ningún momento, controló el tramo final sin ceder siquiera el balón y ganó plácidamente.