- Más de tres meses han transcurrido desde que el balón rodó por última vez sobre el césped de Mendizorroza. El lejano 6 de marzo -con la visita del Valencia- la irrupción del coronavirus abrió un largo y doloroso paréntesis que por fin se cerrara mañana. A las siete y media de la tarde arrancará en el coliseo del Paseo de Cervantes el derbi ante la Real Sociedad que supondrá el regreso de la competición a Vitoria. Será, sin embargo, una vuelta incompleta y en silencio.

Porque a esta esperada cita faltará uno de los integrantes de esta particular pareja de enamorados. Y no precisamente por falta de ganas. Muy al contrario, se trata de una separación forzosa como consecuencia de las circunstancias y las decisiones de los máximos responsables del negocio del fútbol. De esta manera, los aficionados continúan desterrados de su espacio habitual en las gradas y lo único que podrán escuchar los integrantes del Glorioso mañana y en el resto de compromisos que restan para completar el ejercicio serán los ecos del silencio de sus incondicionales seguidores.

Una situación totalmente atípica tanto para los profesionales como para aquellos que normalmente les llevan en volandas y que obliga a reinventarse a quienes de repente se encuentran con un muro infranqueable en las puertas de Mendizorroza. Dentro de un colectivo tan amplio como los abonados del Deportivo Alavés hay soluciones de todo tipo y algunos de estos socios desterrados comparten con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA la alternativa por la que se han decantado y las sensaciones con las que afrontan este reencuentro con distancia de seguridad de por medio.

"El del sábado fue el primer partido del Alavés que no veo en directo en casi cinco años, así que imagínate". Quien ofrece este dato demoledor no es otro que José Manuel Salán, socio albiazul desde hace décadas y sempiterno acompañante del equipo en todos y cada uno de sus desplazamientos. Desde que el 16 de mayo de 2015 un ineludible compromiso familiar le impidió ser testigo de primera mano del triunfo vitoriano en Albacete -2-3 con goles de Rafa García y Toti (2)- en la 38ª jornada del curso 2014-15, nada ha logrado evitar que acompañe a su equipo. Ahora, sin embargo, se ve obligado a cambiar su habitual asiento en la tribuna por el sillón del salón de su domicilio.

"Se me va a hacer muy extraño porque estoy acostumbrado a estar siempre en el campo, tanto cuando juega en casa como fuera. Pero en esta situación no queda otro remedio que adaptarse, así que veré los partidos por la tele en mi casa. Ya lo hice así el sábado cuando perdimos contra el Espanyol y repetiré el plan en el resto de jornadas", explica. Un parche -confía que temporal- que, como es comprensible, no termina de satisfacerle. "Se ve el fútbol completamente diferente y en el campo puedes apreciar muchísimas más cosas que por la televisión te pierdes. No tiene nada que ver. Además las retransmisiones están muy manipuladas y solo se ve lo que LaLiga quiere enseñar", lamenta.

Para Salan, las pérdidas no se reducen únicamente a la vertiente del juego sino que se trasladan también al plano emocional. "Desde casa lo vivo mucho menos, parece casi como si no fuera el Alavés el que jugase. Sin el ambiente del campo y de la grada las sensaciones son completamente diferentes", reconoce.

La nueva normalidad generada por el coronavirus ha trastocado por completo los planes de este socio que cada temporada planifica al detalle su calendario profesional y personal para poder acompañar al Glorioso en todos sus desplazamientos. "Más allá de no poder estar en los partidos no he tenido problemas. No suelo hacer las reservas de hotel con demasiada antelación y la última que tenía era para el partido del Espanyol pero la pude anular", detalla. Como pequeño consuelo, al menos, agradece que los horarios en los que se han programado los partidos no le impidan poder seguirlos a través del televisor. "No me coincide con el trabajo así que los amigos ya saben que el próximo mes y pico me lo voy a pasar encerrado en casa", bromea.

Menos casera es la alternativa por la que se ha decantado Diego Pou. Después de estar "toda la vida" acudiendo puntual a su cita quincenal con Mendizorroza reconoce que la "rarísima" situación actual le deja, inevitablemente, un cuerpo extraño. "Es una gran faena, por no decir otra cosa", lamenta este inquieto abonado al que la adrenalina le corre a velocidad de vértigo por todo el cuerpo en cuanto el balón empieza a moverse. Por eso, la opción de quedarse en casa, en un espacio reducido y sin más compañía que la familia para compartir nervios no termina de seducirle.

En su caso, el calor de una taberna es el mejor plan para afrontar lo que resta de temporada. "Veré los partidos en el bar Galvilu, que está en Borinbizkarra. Ahí es donde nos solemos juntar la peña Glorioso Lagun Artean y los aficionados de la zona para seguir al equipo cuando juega fuera y ahora desgraciadamente se va a tener que convertir en sede permanente tanto para los partidos de visitante como para los de casa", significa.

La visita del pasado sábado al Espanyol sirvió de ensayo general para el reencuentro de mañana y para demostrar también que, pese a las dificultades, el sentimiento alavesista continúa intacto. "Con todo lo que ha sucedido en los últimos meses la verdad es que casi no me apetecía demasiado ver el partido pero en cuanto empezó estaba tan cardíaco como siempre", confiesa. Y es que en lo que a tensión se refiere para Diego no hay apenas diferencias entre ocupar su asiento habitual en Mendizorroza o seguir las evoluciones del Glorioso a través de la pantalla del televisor. "Menos mal que tanto los que se sientan cerca en el campo como los que vienen al bar me conocen desde hace mucho y saben que no puedo parar quieto", bromea.

Lo que, en cambio, sí lamenta profundamente Pou es todo lo que se queda por el camino en este atípico regreso a la competición. "El fútbol no es solamente lo que sucede en el campo. Es, sobre todo, toda la liturgia que lo rodea. Antes de cada partido quedas con amigos, tomas algo, charlas de todo, vas a Mendi y, a la vuelta, compartes la alegría, el enfado o la tristeza. Toda esa liturgia con la decisión de jugar sin público se ha perdido. Pero está claro que lo que ha primado son los intereses económicos y asegurar los ingresos de televisión y publicidad sin tener en cuenta a los aficionados", reflexiona con tristeza.

Precisamente el ritual que acompaña a cada encuentro como local del Glorioso es también lo que más echa de menos Luisja Borro. El que fuera durante muchos años utillero del equipo y que desde hace más de una década ha cambiado el vestuario por el volante del taxi lamenta perderse el momento especial del que disfruta cada quince días. "Siempre voy al fútbol con mi hijo Daniel. Solemos tomar un café en la calle Sancho el Sabio y después seguimos ya hasta Mendi. Lo llevamos haciendo toda la vida pero ahora no va a ser posible", incide.

En su caso, su actual trabajo tiene bastante que ver con la solución que ha buscado para afrontar la imposibilidad de acceder al estadio. "Paso muchas horas en el coche y suelo tener siempre la radio puesta. Me gusta mucho y para los partidos también. Cuando el Alavés juega fuera lo sigo así y ahora tocará hacerlo en todos los partidos. Prefiero eso que estar noventa minutos viéndolo en un bar, se me hace muy largo", asegura. Claro que, pese a la cercanía de las ondas, no consiguen igualar la intensidad de la grada. "Se vive más y me pongo más nervioso en el campo. Normalmente cuando lo escucho por la radio estoy en casa cocinando o haciendo otra cosa y es más relajado", admite.

José Manuel, Diego y Luisja son solo una pequeña representación de los miles de aficionados del Alavés que desde mañana asistirán a distancia al regreso del Glorioso a Mendizorroza. Son, en definitiva, los ecos del silencio.

"En el campo se aprecian muchísimas más cosas y se me va a hacer muy extraño tener que estar en mi casa"

"El fútbol no es solo lo que sucede en el campo; es, sobre todo, la liturgia que lo acompaña cada partido y eso se pierde"

"Estar noventa minutos viendo la tele en un bar se me hace muy largo así que lo seguiré por la radio, que me gusta mucho"