- Cuando en julio de 2019 arrancó el cuarto proyecto del Deportivo Alavés en su actual etapa en Primera División, el objetivo de la permanencia, a ser posible sin sufrir en exceso, fue el único establecido en los despachos de mando del club en el Paseo de Cervantes. En la campaña más atípica que se recuerda, que se irá hasta el año natural de duración tras el parón de más de tres meses por culpa del coronavirus, alcanzar el fin marcado hace prácticamente once meses se convierte en una obligación todavía mayor que entonces.

La crisis desatada por la pandemia ya es toda una realidad en el ámbito económico, pero una pérdida de categoría en estos momentos supondría abrir un agujero negro de dimensiones imposibles de cuantificar en estos momentos, pero enorme en todo caso. El Glorioso ya había encauzado su trayectoria y su devenir no hacía prever problemas a la hora de cruzar con cierta tranquilidad la línea de los cuarenta puntos que históricamente asegura la salvación, pero las circunstancias a partir de ahora hacen que el escenario sea completamente diferente al que existía anteriormente.

Todo hace indicar que las sorpresas van a estar a la orden del día y se pueden producir tanto reacciones milagrosas como hundimientos catastróficos. No ser protagonista de uno de estos últimos es el deseo del vestuario albiazul, cuyo correcto transitar en la fase anterior le permite encarar las once jornadas finales con el colchón de seguridad que le otorgan sus siete puntos de ventaja con respecto a la zona roja, con varios equipos además por debajo además de los tres que descenderían.

En el fútbol normal, el riesgo sería mínimo; el problema es que el fútbol normal quedó atrás en marzo y ahora se camina hacia lo desconocido. Por eso, rebasar la barrera de cuarenta puntos, a ser posible sin sufrir en exceso, para asegurar la permanencia es el único objetivo albiazul.

La incertidumbre es común en estos momentos a todos los equipos y el Alavés no escapa a esa sensación. Cabe recordar que el coronavirus afectó a algunos jugadores del equipo, que el confinamiento impidió desarrollar una preparación física en condiciones normales para un profesional y que la preparación de un mes que se ha llevado a cabo ha tenido unas peculiaridades que provocan que no pueda llamársele pretemporada.

Nadie sabe a ciencia cierta cómo va a responder cada equipo en la vuelta a la competición al no existir los ejemplos precedentes que en el verano representan los amistosos y el plano físico, que se antoja determinante con once partidos encadenados en apenas un mes sin apenas margen para el descanso, arroja muchas dudas por las vicisitudes reseñadas de esta extraña puesta a punto.

Y el apartado emocional también preocupa en los clubes, con estadios vacíos, los miedos de cada futbolista o el desgaste psicológico que puede suponer meterse en problemas. Lo que se tiene que gestionar en toda una campaña y con cierto margen de error, concentrado cinco semanas y sin apenas espacio para el fallo.

El conjunto vitoriano se vio frenado en marzo cuando se encontraba en un momento óptimo y tras varias jornadas dando pasos firmes y seguros hacia su objetivo.

Las dudas que había destilado en el arranque del curso se habían disipado casi por completo, a su fiabilidad en Mendizorroza había añadido puntos a domicilio y la solidez defensiva se veía acompañada por un estado de forma esplendoroso de la pareja conformada por Lucas Pérez y Joselu de cara a la portería rival.

La mezcla de todos estos factores estaba ofreciendo unos buenos resultados y El Gloriosoy un final de curso tranquilo parecía entonces su destino.

No parece sencillo alcanzar en el corto plazo ese mismo nivel o que las dinámicas de algunos jugadores que estaban al alza se mantengan ahora. Por eso será tan importante la gestión a todos los niveles. Desde la elección de aquellos que físicamente mejor se encuentren por encima de los nombres como saber jugar cada encuentro teniendo en cuenta que cada punto vale su peso en oro, sobre todo en los muchos duelos directos que se avecinan empezando por el del Espanyol mañana.

Y, si los resultados comienzan a dar la espalda y los problemas aparecen en el horizonte, mantener la cabeza fría sería determinante para evitar la caída al pozo.

La trayectoria de este colectivo, ya sea en su actual versión o en las recientes, invita al optimismo. La situación también es ventajosa. No obstante, en cualquier momento el horizonte se puede oscurecer y hay que estar preparados para sufrir.

Le gestión a nivel físico y mental será un factor clave en una resolución del curso a toda velocidad y sin margen de error

A ocho puntos de los 40 que aseguran la permanencia y con siete de renta sobre el descenso, la situación es favorable pero no definitiva