- Cuando las luces de Mendizorroza se apagaron al filo de la medianoche el pasado 6 de marzo ninguno de los presentes en aquel duelo entre el Deportivo Alavés y el Valencia podía prever lo que vino a continuación. Parece que ha pasado una eternidad, pero hoy se cumplen 31 días -solo 31 días- desde el último encuentro del Glorioso. Un mes en el que el balón no ha rodado, pero en el que el fútbol no ha dejado de ser una conversación recurrente. Ligado en todo momento, eso sí, al coronavirus que desde hace semanas mantiene a los clubes en fuera de juego y con un futuro del todo incierto por delante. Porque, como mínimo, el parón actual se extenderá durante un mes más y aún habrá que esperar para saber si se puede retomar alguna competición o si todas quedan anuladas hasta que se puedan poner en marcha las nuevos cursos ya en otoño. Mucho tiempo sin partidos -aunque al final de cada campaña son más días, siempre hay partidos de algún tipo y no falla el salseo del mercado de fichajes-, lo que no quiere decir que en el Alavés y en su entorno hayan faltado las noticias este último mes.

Los aficionados albiazules acudieron a Mendizorroza por última vez el 6 de marzo. Para entonces, Vitoria ya era uno de los principales focos de la expansión del coronavirus por el mapa ibérico y se habían detectado ya más de una decena de casos positivos. Incluso en el propio seno albiazul se habían comenzado ya a extremar las medidas de prevención, después de que un canterano comunicase que había estado en contacto directo con una persona afectada por la enfermedad. Una primera señal de alarma que condujo a convertir durante la siguiente semana la ciudad deportiva de Ibaia en un recinto prácticamente fortificado para que el primer equipo, sometido a controles diarios, tratase de evitar posibles contagios.

Nada más lejos de la realidad, ya que no se acabó consiguiendo. Incluso podría ser que el foco de infección estuviese precisamente en ese Alavés-Valencia en el que se concentraron varios factores que otorgan viabilidad a esta alternativa. Y es que si la capital alavesa era un punto crítico, mayor aún lo era desde bastante antes la región italiana de Lombardía. Y allí, concretamente en Milán, se enfrentó el equipo levantino al Atalanta el 19 de febrero. "El partido fue una bomba biológica", dijo recientemente el alcalde de Bérgamo, Giorgio Gori, señalando que todos los aficionados que se desplazaron a San Siro, unos 40.000, pudieron quedar infectados. Apenas dos semanas después, los saludos con el codo entre los jugadores en la presentación de los equipos en Mendizorroza -en los accesos al estadio había geles desinfectantes y en la grada se pudo ver alguna mascarilla, pero no existieron más medidas de prevención- que muchos realizaron entre risas fueron insuficientes para evitar el contacto entre dos equipos que acabarían siendo de los más afectados.

El domingo 15 de marzo se descubrieron los primeros casos positivos en la plantilla del Valencia con afección a futbolistas, pero ya el día antes, el sábado 14, el Alavés había anunciado que dos trabajadores de su área técnico-deportiva habían dado positivo. Para entonces, la vigésima octava jornada liguera, la que ese mismo domingo señalaba una visita al Espanyol que podía ser prácticamente definitiva para asegurar la permanencia, se encontraba suspendida, al igual que el siguiente derbi en Vitoria contra la Real Sociedad. El 23 de marzo llegaría la suspensión de la temporada sine die.

Esas dos jornadas se suspendieron el jueves 12, pero muchos equipos, entre ellos El Glorioso habían mantenido con normalidad sus entrenamientos. A raíz de los dos primeros positivos, el club vitoriano optó por mandar a sus jugadores a sus domicilios, justo unas horas antes de que el Gobierno decretase el estado de alarma y la reclusión. La medida preventiva -a la espera de las pruebas médicas a toda la plantilla para retomar los entrenamientos, según se dijo en un primer momento- se volvía obligatoria.

El lunes 16 todos los integrantes del Alavés, y también del Baskonia, se sometieron a las pruebas para detectar la enfermedad. Y el miércoles 18 llegaban unos resultados que desvelaban el positivo de tres futbolistas y cinco técnicos albiazules, además de otros cinco trabajadores del grupo, todos ellos "asintomáticos y en perfecto estado". A nivel estatal, uno de los clubes con mayor afección en sus filas. Cuestión que no es de extrañar estando en el foco primigenio del contagio tanto por la multitud de casos existentes en Vitoria como por el tristemente famoso duelo contra el Valencia.

En plena crisis sanitaria, el Grupo Alavés-Baskonia ha estado muy activo en las últimas semanas a la hora de lanzar iniciativas solidarias. La primera, confeccionar una edición especial de la equipación de ambos equipos como homenaje a OSI Araba, que engloba toda la red sanitaria de Vitoria y Álava. Unas camisetas que serán comercializadas para recaudar fondos para la Organización Colegial de Enfermería, de la misma manera que unas pulseras con el lema pulseras #ApoyoSanitario.

En el segundo fin de semana oficial sin fútbol (21, 21 y 22 de marzo), el protagonismo en albiazul lo tuvo un Lucas Pérez que evidenció que a los mandos de la videoconsola es tan hábil como sobre el césped; el gallego condujo al Alavés hasta las semifinales del torneo benéfico LaLiga Challenge y dejó bien alto el pabellón albiazul. Ese pique con el FIFA 20 se trasladó también al ámbito doméstico, donde Fernando Pacheco salvó el honor alavesista ante el baskonista Ilimane Diop.

De la misma manera, desde el club se ha tratado de amenizar a los aficionados durante estos días de reclusión rememorando partidos históricos del club, comentados esta vez por redes sociales. La final de la Copa de la UEFA de Dortmund, el primer partido en Mendizorroza de las Gloriosas o la salvación de Jaén han revivido de nuevo, para regocijo de todos los que vivieron y un excelso aprendizaje de lo que es el sentimiento albiazul para los más pequeños de cada casa.

Entre videoconferencias, reuniones telemáticas, declaraciones de todo tipo y rumores varios acerca de las opciones de completar la temporada en Primera División y las posibilidades existentes en el calendario para hacerlo, ya en la noche del viernes 27 de marzo el Grupo Alavés-Baskonia anunció un expediente de regulación temporal de empleo para todos sus integrantes. Entre ellos, los futbolistas albiazules, afectados severamente durante toda la extensión del estado de alarma -la medida es retroactiva al 14 de marzo, cuando se declaró el mismo- con la reducción momentánea de un 70 % de sus contratos. Pero esta medida no era la única en marcha por parte, del club, que comenzó a trasladar a los jugadores, mediante reuniones con los capitanes, la necesidad de una rebaja en sus salarios hasta el final de la temporada. Unas negociaciones internas que se mantenían en secreto, dinamitado por Edgar Méndez el último viernes, 3 de abril, asegurando que la propuesta del club -una reducción fija del 28% de los salarios, independientemente de que se vuelva a jugar o no- era inasumible para la plantilla. Las últimas líneas de un mes eterno sin Alavés.

El coronavirus ha afectado severamente al club, con Vitoria como gran foco y la visita de un Valencia con muchos infectados

La entidad alavesista, que se ha volcado en actuaciones solidarias en favor de los sanitarios, ha frenado su actividad con un ERTE