Remarca Asier Garitano en muchas de sus comparecencias la importancia que en el fútbol actual tiene ponerse en situación de ventaja en el marcador y los registros estadísticos no hacen sino corroborar esa afirmación que tanto repite el preparador de Bergara. El propio Deportivo Alavés acostumbra a ser un ejemplo claro en ese sentido, pues en repetidas ocasiones ha evidenciado ya esta temporada que se convierte en una roca prácticamente impenetrable cuando maneja situaciones ventajosas. Una de las escasas excepciones del curso la vivió ayer en Butarque, justo cuando la permanencia en Primera División se rozaba ya con la punta de los dedos. Como contra el Eibar, un gol de Lucas Pérez en el arranque de la segunda parte tras un primer acto de mero desgaste abría de par en par las puertas hacia una victoria definitiva, pero a partir de ese momento el cuadro albiazul fue incapaz de gestionar el partido y conducirlo según sus intereses. Una indigestión que incluso pudo acabar peor todavía, ya que el Leganés tuvo ocasiones para algo más que empatar. Lo que no quita para que en el esprint final fuesen los vitorianos, en botas de Lucas Pérez y Rubén Duarte, los que pudieron llevarse la victoria al zurrón, cuando ya se había conseguido mitigar el incendio con muchas variantes tácticas que fueron reconduciendo la situación cuando peor estaba.

Un fallo de Awaziem, una recuperación de Duarte y la enésima conexión entre Joselu y Lucas propició que El Glorioso se adelantase en el marcador, dejando de paso al Leganés hundido en la miseria. Solo le quedaba al equipo de Javier Aguirre el recurso al corazón y a eso se aferró. En el momento en el que el Alavés tenía que haber aplicado cabeza y frialdad, perdió la compostura por completo. Los albiazules fueron perdiendo metros en el campo y la portería de Fernando Pacheco, salvador en muchas acciones, estaba cada vez más cerca de las espaldas de los centrales. Mucho espacio cedido, muchos jugadores metidos en el área y la imposibilidad de recuperar el balón y salir a la contra, por lo que el conjunto madrileño consiguió instalarse de manera permanente en zona de amenaza. Así hasta que Óscar, con un servicio sensacional desde el costado derecho, puso el esférico en la cabeza de un Guido Carrillo que le ganó por completo la situación a Rodrigo Ely para conectar un testarazo para el que no hubo milagro de San Fernando.

La zozobra a punto estuvo de llevarse por delante a un Alavés que, una vez más, se perdió tácticamente por completo cuando Edgar dejó su sitio a un Pere Pons que arrancó como extremo izquierdo. Una posición desacostumbrada para el catalán, que estuvo tan incómodo como todos sus compañeros. Incapaces todos ellos de suministrarle al partido la ración de anestesia que precisaba, el Leganés quemó sus balas en un último esfuerzo que le resultó infructuoso a pesar de su bombardeo. Con la irrupción de Oliver Burke y el fortalecimiento del centro del campo con un 4-1-4-1, con Ljubomir Fejsa ejerciendo de jefe en el eje y Manu García y Pons por delante, el Alavés consiguió atar el partido y pasar del sufrimiento a un estado de cierta calma. Las variantes de Garitano, asegurando atrás y buscando las contras, casi encuentran premio en los minutos finales, pero en esta ocasión Lucas no definió una gran cabalgada de Burke y la ventaja inicial no fue decisiva.

Inabordable Leganés. El Deportivo Alavés mantuvo ayer en Butarque la particular maldición que viene sufriendo en sus duelos directos con el Leganés, al que no ha conseguido ganar nunca en Primera División en los ocho enfrentamientos que han protagonizado a lo largo de las últimas cuatro temporadas. El balance es de seis empates y dos derrotas. En esta etapa del Glorioso en la máxima categoría, el otro único equipo al que no ha conseguido imponerse en sus siete duelos ligueros -aún falta uno para desempatar, que se jugará en el Wanda Metropolitano a finales de abril- es el Atlético de Madrid, mientras que el Leganés se mantiene como uno de los cuatro a los que el Alavés no ha ganado en Primera, junto a Numancia (dos empates y dos derrotas), Extremadura (dos derrotas) y Cádiz (dos derrotas).

La maldición se mantiene

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