vitoria - El estadio de Mendizorroza acogerá esta noche su último encuentro del año 2019, una despedida con cierto aroma a regalo envenenado para el Deportivo Alavés. Porque lo cierto es que lo que a priori podría considerarse una cita relativamente asequible se ha visto transformado por las circunstancias en un exigente examen que el combinado albiazul, además, afronta cogido entre hilvanes. El motivo no es otro que la concatenación de desgracias y errores personales que tuvieron lugar el pasado fin de semana en Granada.

Como consecuencia de ello, Asier Garitano no podrá contar hoy con lo que podría considerarse la columna vertebral del equipo titular. Tomás Pina por lesión y Víctor Laguardia y Wakaso, por sanción, no podrán estar sobre el césped y ello obligará al técnico guipuzcoano a introducir múltiples novedades en un choque en el que no existe margen de error. Aunque al igual que sucede en todos los partidos únicamente habrá tres puntos en liza, lo cierto es que la identidad del adversario -el Leganés- suma un gran valor añadido a la recompensa.

En el coliseo del Paseo de Cervantes se encontrarán dos de las escuadras que arrancan el curso con la permanencia como gran objetivo y, por lo tanto, conseguir la victoria implica propinar un importante revés a un rival directo. Más todavía en este caso, teniendo en cuenta que el conjunto madrileño llega a esta cita en clara línea ascendente de la mano de su nuevo técnico (Javier Aguirre) y que amenaza con protagonizar una reacción con la que prácticamente nadie contaba hace apenas unas semanas.

Tras protagonizar un nefasto arranque de competición, los pepineros parecían irremisiblemente condenados al descenso pero poco a poco han ido ganando en consistencia y la victoria de la pasada semana sobre el Celta les ha permitido abandonar el farolillo rojo de la clasificación después de mucho tiempo. Con eso refuerzo moral tratan de continuar con su escalada y la visita a Mendizorroza se presenta para ellos como una gran oportunidad para recortar la distancia que todavía les separa de la salvación. Tienen nueve puntos por los catorce del Mallorca, que marca la frontera con el descenso, o los dieciocho de un Alavés que pretende justamente lo contrario. Porque en el caso del plantel de Asier Garitano lograr la victoria supondría distanciar ya en nada menos que cuatro partidos (12 puntos) a un rival directo en la siempre cruenta batalla por continuar un año más en la Primera División.

Pero más allá del valor matemático del premio que estará en juego, lo cierto es que el encuentro de esta noche se presenta también como una prueba clave para medir la capacidad de reacción de los vitorianos. Después de protagonizar una sensible mejoría en las jornadas precedentes y haber logrado en Ipurua la primera victoria del curso a domicilio, los albiazules han tropezado de manera consecutiva ante Real Madrid y Granada. Unas derrotas que han reabierto la puerta a las dudas sobre su rendimiento y que exigen una cura en forma de triunfo para evitar la reaparición de unos nervios que nunca son buenos compañeros de viaje.

Para conseguirlo, todo apunta a que Asier Garitano evitará experimentos y apostará por suplir las bajas por sus recambios naturales, dando entrada en el once inicial a Ximo Navarro, Manu García y Pere Pons por Laguardia, Wakaso y Pina.