Vitoria - El Deportivo Alavés tenía ayer ante sí uno de esos partidos en los que el más mínimo error conduce directamente de la matrícula de honor al suspenso y a punto estuvo de revivir de nuevo esa amarga sensación que deja jugar contra el Atlético de Madrid, plantarle cara y ser incapaz de sacar nada positivo por un simple despiste que echa por tierra un trabajo global brillante. La magia de Lucas Pérez, con un zurdazo sensacional a la escuadra de Oblak en su quinto gol consecutivo en otras tantas jornadas, fue la que premió ese enorme esfuerzo colectivo de un Glorioso que ofreció unas buenas sensaciones que acabaron siendo recompensadas.
La continuidad fue protagonista por tercera jornada consecutiva, ya que, a pesar de tratarse de un partido intersemanal, optó Garitano por repetir el mismo once que ante el Celta y el Villarreal. Una decisión contraria a la de Simeone, que cambió cuatro jugadores -entraron Arias, Llorente, Herrera y Costa-, además teniendo en cuenta que ya tuvo que usar ante el Athletic una pareja de centrales diferente a la habitualmente compuesta por Giménez y Savic, ausentes por lesión.
El cuadro albiazul le cedió el balón a un rival que no se encuentra cómodo con la posesión y trató de aplicarle al Atlético su propia medicina con el fútbol de recuperación y contragolpe. Con un sistema de cierre de filas muy bien engrasado a través de las ayudas, el equipo de Simeone no encontraba espacios y sufría en las pérdidas. En una salida, Llorente percutió por detrás sobre el talón de Lucas, pero tras la relajación de la norma después de las expulsiones de los primeros partidos la acción se quedó en amarilla. A partir de esa acción, el cuadro colchonero decidió variar el discurso para conducirse hacia sus orígenes, cediendo por completo el control de la pelota. Momento en el que el Alavés asumió los mandos del partido para pasar de jugar en campo propio a instalarse con claridad en el del cuadro visitante.
En un partido en el que las porterías era meros elementos decorativos -en toda la primera parte no se produjo ni un solo tiro a puerta y el par de ellos que acabaron fuera lo hicieron sin riesgo alguno para los guardametas, que ejercieron de espectadores-, al menos El Glorioso fue capaz de ofrecer una buena imagen sin pasar ningún sufrimiento y pasando mucho más tiempo en el tramo final cerca de los dominios de Oblak que preocupado por preservar la seguridad de Pacheco, aunque con dificultades para, a partir de zona de tres cuartos, poner en el área balones peligrosos.
En el arranque de la segunda parte llegó la primera ocasión, en un cabezazo desviado de Joselu, pero esa acción inicial pintada de albiazul dio paso a una versión del Atlético mandona y con clara intención de irse a por el partido. Con Thomas sobre el césped sustituyendo a Llorente, los de Simeone se quitaron el corsé y los laterales se lanzaron al ataque, con Lodi convertido en una enorme amenaza por la izquierda aunando profundidad y remates.
Al equipo de Garitano le tocaba de nuevo apretar las filas y esperar a la recuperación y la salida, pero no le disgustó la situación. Ni mucho menos, ya que se mostró otra vez contundente en el área propia para sacar contragolpes precisos y perfectamente conducidos hasta las inmediaciones del área, donde al final quedaban abortados.
Justo había quemado el cuadro rojiblanco todas sus balas desde el banquillo cuando se encontró con el primer fallo vitoriano. Morata ganó un balón aéreo, tiró una pared con Correa salvando la salida de Laguardia y el argentino se encontró con espacio para pensar y devolverle el balón al delantero madrileño, que se plantó ante Pacheco para fusilar en el minuto 70.
El Alavés quedó noqueado, pero Pacheco estiró la resolución con dos paradones sensacionales. Y, a partir de ahí, El Glorioso se volcó sobre la portería de Oblak. Tuvo Burke el empate en un remate que salvó Arias, pero nada pudo hacer ni siquiera el tremendo portero esloveno para frenar el momento dulce de Lucas. El zurdazo del coruñés directo a la escuadra fue imparable y recompuso un equilibrio en el marcador más que merecido por esa fe inquebrantable de este equipo que nunca se rinde.
Sensacional trabajo El Alavés realizó un trabajo global sobresaliente y durante muchos minutos sacó de quicio a un Atlético de Madrid que solo encontró resquicio en la zaga vitoriana con las incorporaciones de Lodi hasta que un error en un despeje de Laguardia allanó el camino al gol de Morata a pase de Correa.
Capacidad de reacción A punto estuvo el cuadro albiazul de desmoronarse tras el 0-1, pero ahí apareció la gigantesca figura de Pacheco para realizar dos intervenciones decisivas que mantuvieron a los de Garitano en partido. A partir de ahí, clara ocasión de Burke y golazo de Lucas Pérez.