Vitoria - El de ayer era uno de esos partidos en los que un equipo humilde como el Deportivo Alavés tiene mucho que ganar y el punto que acabó cosechando al final tiene mucho más valor que el referido simplemente a lo numérico. Ante un rival como el Atlético de Madrid que se ha atragantado especialmente en esta etapa en Primera División -y al que se sigue sin ganar tras el séptimo enfrentamiento, dicho sea de paso- casi todas las quinielas estaban marcadas con un dos que parecía inevitable cuando Álvaro Morata consiguió el gol del 0-1 en el minuto 70. Pero si hasta ese momento el trabajo defensivo había rozado la perfección, tras un par de intervenciones decisivas de Fernando Pacheco, El Glorioso se fue con todo a buscar la portería de su rival, encontrando al final el premio con el golazo de Lucas Pérez que sirvió para rescatar un empate que tiene un valor que está muy por encima del punto que se añade al casillero para alcanzar ya los doce. El Alavés evidenció de nuevo que hay que ser muy bueno para superarle en Mendizorroza -solo ha sufrido una derrota ante el Sevilla que por juego no mereció y ayer encajó su segundo tanto en contra en seis partidos- y que puede competir de tú a tú contra cualquiera. Una mejoría en las sensaciones y un rearme anímico que tienen que servir para, por fin, darle un volantazo a la trayectoria del equipo como visitante, que está siendo muy pobre hasta el momento incluso a pesar de la relevancia que han tenido todos los oponentes a los que ha visitado.
El cuadro albiazul se estaba mostrando tremendamente fiable en sus duelos en Mendizorroza contra los equipos llamados a pelear por la permanencia y su único punto negro en ese sentido había sido el empate contra el Espanyol en un partido en el que los catalanes no propusieron absolutamente nada. Como accidente se puede calificar la derrota contra el Sevilla tras una muy mala primera parte a la que le siguió una fenomenal reacción, entonces sin premio. Una historia que parecía que iba a repetirse ayer de nuevo contra un grande -como en todos los desplazamientos a campos de aspirantes a competiciones europeas- como el Atlético que suele ser tremendamente eficaz ante los humildes, pero en el que el zurdazo a la escuadra de Lucas Pérez le acabó cambiando el guión que tantas veces ha interpretado a la perfección el equipo de Diego Simeone y que anoche se tropezó con un equipo que, aún con menos calidad guarda muchas similitudes con el suyo en cuanto a nivel defensivo y capacidad para desconectar el fútbol de sus rivales.
Y es que, durante más de una hora el sistema defensivo alavesista rozó la perfección. Una labor colectiva sobresaliente, con constantes ayudas de los hombres del centro del campo a centrales y laterales para cerrar las vías de agua y tejer una tela de araña imposible de desmontar. Ya en la segunda parte, el peligro de las incorporaciones de Lodi -Vidal le ayudó muy poco a Martin- vino acompañado de la irrupción de Morata, quien en una acción de calidad en combinación con Correa pudo desequilibrar el duelo.
A partir de ahí, primero apareció un Pacheco salvador -llevaba tiempo sin firmar paradas decisivas de las que valen puntos- y luego la fe de un equipo que en su actual versión tampoco se rinde nunca. Se fue al ataque, empató con una genialidad de Lucas Pérez y rescató un punto con un valor enorme, pues es de los que no se suelen sumar cuando se echan las cuentas de la lechera y que ahora toca refrendar en Pamplona.