Vitoria - La imagen que ilustra esta noticia refleja uno de los grandes momentos que el Deportivo Alavés ha vivido desde su regreso a Primera División, el gol de Manu García en el estadio Vicente Calderón en el minuto 95 del primer partido de la temporada 2016-17, el que suponía el retorno a la élite del fútbol estatal. Apenas unos segundos antes, el Atlético de Madrid había conseguido descerrajar el impresionante entramado defensivo dispuesto aquella noche por Mauricio Pellegrino y los de Diego Simeone ya paladeaban la victoria cuando el capitán alavesista se sacó de la pierna diestra -la mala, quién lo diría- un zapatazo ajustado al palo derecho de Jan Oblak que el guardameta esloveno en su estirada no llegó a despejar. Una alegría descomunal que permanece aún viva en el imaginario albiazul, pero que se mantiene como prácticamente la única que se ha conseguido ante los rojiblancos en la actual andadura en Primera. A ese punto cosechado en el Vicente Calderón -en el que se cerraría esa misma temporada con la histórica final de Copa ante el Barcelona- se le unió otro más en una nueva igualada en la vuelta, pero ya en ese partido en Mendizorroza El Glorioso se quedó sin marcar. Lo mismo que le sucedió en los cuatro duelos correspondientes a las dos últimas temporadas, de los que procede una cadena de cuatro derrotas consecutivas. Mañana, de nuevo el muro colchonero se convierte en un examen de la máxima entidad para un Alavés que quiere añadir al Atlético a su historial de grandes a los que ha hecho claudicar en su actual andadura entre los mejores.
Y es que el equipo de Simeone ha conseguido lo que no han logrado ni Barcelona ni Real Madrid: mantenerse invicto ante las huestes vitorianas. Aquel recordado gol de Manu García para empatar el día del regreso a Primera fue el gran momento de un Alavés que en el duelo de vuelta de esa misma temporada tuvo contra las cuerdas a los madrileños sin llegar a rentabilizar sus ocasiones, entonces con Miguel Ángel Moyá supliendo a Oblak.
El unocerismo propio del Atlético se convirtió en protagonista en la temporada 2017-18 en sendos partidos en los que el Alavés de Abelardo mereció algo más que una derrota por la mínima. Ya en el Wanda Metropolitano, Fernando Torres les dio la victoria a los rojiblancos en el tramo final; mientras que en Mendizorroza, en un partido que de nuevo no disputó Oblak y en el que Axel Werner fue protagonista bajo palos, fue Kevin Gameiro el que resolvió el duelo mostrando la eficacia en el área de la que carecieron los vitorianos ante el portero argentino.
Mucho más abultados fueron los resultados de la pasada campaña, en la que el equipo de Abelardo no tuvo opción alguna ante los colchoneros. En Madrid, un gol tempranero de Nikola Kalinic permitió a los de Simeone jugar como más les gusta y la sentencia llegó en el tramo final con tantos de Antoine Griezmann y Rodri Hernández (3-0). Mientras, el duelo en Vitoria tuvo todavía menos historia porque el Atlético aprovechó a la perfección el errático planteamiento albiazul para dejar el enfrentamiento resuelto con un par de goles de Saúl Ñíguez y Diego Costa en los primeros diez minutos, que fueron completados en la segunda parte con un par de dianas más, obra de Álvaro Morata y Thomas Partey.
Con la citada excepción del golazo de Manu García, la sensación que trasladan todos esos partidos es la de enfrentarse a un muro que para el Alavés resulta infranqueable. En las tardes malas ha sido vapuleado sin apenas ser capaz de generar ocasión alguna, mientras que en las buenas se ha topado de manera inexorable con la actuación de un portero en estado de gracia, sin necesidad incluso de que siempre haya sido Oblak el muro a superar.
Con total seguridad, el esloveno, seguramente el mejor portero del mundo, será el último obstáculo para El Glorioso mañana en esa titánica lucha contra su pasado reciente -curiosamente, contrasta con la tradición más antigua, ya que el Atlético no consiguió su primera victoria en Mendizorroza hasta su sexta visita, en la campaña 2005-06, tras haber sufrido antes cuatro derrotas y un empate- y en el que intentará impedir que Oblak haga historia en su club. Y es que el gigante balcánico igualó el sábado ante el Athletic -con un paradón estratosférico en los primeros segundos- el récord que tenía Abel Resino de más partidos sin encajar gol, con 65, y en Vitoria aspira a superarlo ante un Alavés que quiere romper su particular muro.