Vitoria - El Deportivo Alavés ha sustentado sobre su espléndido rendimiento en Mendizorroza su actual situación de relajación clasificatoria, pero, como ya advirtió Asier Garitano tras la última victoria ante el Celta, comenzar a sumar en los desplazamientos es una obligación si no se quiere seguir dependiendo de ese extraordinario desempeño del equipo como local, que es imposible de mantener a largo plazo. Solo un punto ha cosechado el cuadro albiazul en los cuatro desplazamientos que ha realizado hasta la fecha y la pretensión de El Glorioso es incrementar dicha cifra de manera significativa esta misma noche en un campo como el del Villarreal, en el que se ha mostrado tremendamente efectivo desde su regreso a Primera División encadenando tres tirunfos consecutivos que buscan hoy un nuevo compañero, lo que supondría un importante espaldarazo de confianza al proyecto y también ganar un margen de seguridad ya digno de consideración en el arranque de una semana de triple exigencia y que seguirá con los duelos ante Atlético de Madrid y Osasuna.
La versión creciente de este Alavés ya ha evidenciado que vuelve a ser temible al calor de Mendizorroza, pero necesita una victoria lejos de Vitoria que reafirme esas buenas sensaciones. Por juego, se estuvo en Valencia mucho más cerca que lo que dictó el marcador final y a esa tendencia se pretende dar continuidad esta noche en el Estadio de La Cerámica para que el punto cosechado en la visita al Getafe no se siga manteniendo como el único a domicilio del cuadro albiazul.
La senda para alcanzar el éxito se ha hecho bien conocida en los últimos partidos. Tras la debacle que supuso el serial de derbis ante Athletic y Real Sociedad, con una imagen lamentable que resultó mucho más dramática que los propios resultados adversos, El Glorioso ha conseguido restablecer unas señas de identidad que perdió por completo en esos viajes. En Mestalla, más allá de la derrota, ya se pudo comprobar que el equipo había recuperado el carácter batallador que en ningún momento le ha dejado de acompañar en Mendizorroza y fue capaz de hacerle daño a un Valencia que sufrió lo suyo para ganar.
La visita al Villarreal vuelve a ser un examen de máxima exigencia, ya que el Submarino amarillo también ha recuperado su mejor versión en este arranque de curso tras una campaña precedente de lo más extraña. Los castellonenses vuelven a ser un claro aspirante a competición europea -en parte beneficiado precisamente por no tener que disputar este año torneo continental- y está mostrando un poder de fuego letal, con veinte goles que suponen el segundo mejor registro de Primera solo superado por el Barcelona, aunque con la contrapartida de que solo tres equipos, precisamente el trío que ocupa zona de descenso, hayan encajado más dianas.
Esa balanza contrasta con la de un Alavés que presenta virtudes y defectos contrarios. El equipo de Garitano tendrá que hacer valer su enorme fortaleza defensiva -que a domicilio no ha sido tal, ya que ha recibido al menos un tanto en todos sus desplazamientos y acumula una media de dos encajados- para tratar de frenar el poderío realizador de los amarillos, mientras que en el otro lado del campo tendrá que explotar mejor sus recursos que en sus primeros cuatro desplazamientos, en los que solo ha conseguido cuatro goles.
En el planteamiento, no cabe esperar grandes cambios por parte de un Garitano que, eso sí, acostumbra a realizar pequeños retoques en cada partido. Piezas que pueden bailar en zonas muy concretas -lateral derecho, mediocentro, extremos...- para tratar de frenar las fortalezas del rival y explotar las virtudes propias en un partido que supone una gran oportunidad para conseguir la primera victoria a domicilio. Y, con ella, el margen de seguridad y confianza que este Alavés necesita para crecer con tranquilidad.