Vitoria - A la habitual imagen del Mendizorroza festivo en cada partido del Deportivo Alavés se unió ayer el carácter reivindicativo que suele acompañar también las iniciativas de Iraultza 1921. Pero si por norma general la peña suele denunciar o visualizar injusticias ajenas, en esta ocasión la queja viene marcada por un asunto de carácter propio que se mantiene enquistado desde hace demasiados meses ya. El grupo se mantiene dentro del listado de colectivos de aficiones de riesgo por parte de la Comisión Antiviolencia y esa situación conlleva que exhibir sus símbolos dentro del estadio conlleve propuestas de sanción para el club. Por eso, como muestra de buena voluntad, el pasado mes de abril, tras una período de cese de actividad, Iraultza 1921 decidió ocultar sus enseñas -entre ellas, la pancarta con su nombre que ocupa todo el espacio detrás de la portería del fondo de Polideportivo y que permanece tapada desde entonces- a la espera de una solución a su ilegalidad que no se produce. Mientras se aguarda dicha resolución, en Mendizorroza comenzó a atronar ayer, del minuto 19 al 21, el cántico ¿Y la pancarta, qué? en clara alusión a esa situación que vive la peña. La ya necesaria protesta fue el único momento en el que se rompió la coreografía de apoyo a un equipo que tiene en su afición una muleta inmejorable. En el arranque del partido, a lo ancho de todo el fondo se desplegó una pancarta que rezaba Gure kolore maiteak y la gran fiesta matinal concluyó con todo el estadio entonando el himno alavesista a pleno pulmón tras la victoria ante el Celta. Precisamente, tampoco fue soporte anímico lo que le faltó ayer al conjunto vigués, que se vio acompañado por alrededor de tres centenares de seguidores que vieron a su equipo mantener la particular maldición que le persigue en Mendizorroza, el estadio maldito para los celestes en Primera División y en el que no han sido capaces de ganar en doce visitas.