Vitoria - El colegiado Eduardo Prieto Iglesias tardó mucho más de lo normal en redactar el acta del Valencia-Alavés del sábado, que acabó siendo publicada bien entrada la noche. No en vano, tuvo trabajo en su vestuario el árbitro navarro por en panorama que, según su versión, se encontró a la entrada del mismo a la conclusión del partido. En su escrito detalla que en esa zona estaba esperando al equipo arbitral una persona que fue identificada como Sergio Fernández, director deportivo alavesista, que criticó con dureza su labor. Con especial incidencia a la “vergüenza” que, siempre según la versión arbitral, para el mandatario albiazul supusieron los seis minutos de descuento concedidos en la segunda parte. Si fue como se recoge en el acta, formas al margen, no cabe ninguna duda que el enfado de Sergio Fernández estaba sobradamente justificado porque al Alavés se le robaron unos cuantos minutos -solo entre el apagón por el fallo de la iluminación y la revisión del VAR en el penalti se perdieron más de ocho, a los que se deberían haber añadido, como mínimo, cinco cambios para llevar la prolongación hasta los diez minutos- para buscar el empate cuando su rival estaba en una situación de enorme compromiso.

En el apartado del acta destinado a las incidencias y que recoge los aconteceres ocurridos durante cada partido -amonestaciones, deficiencias del estadio, comportamientos inusuales de técnicos público...- se recoge en el capítulo quinto, dedicado a Otras observaciones, este episodio protagonizado por el director deportivo alavesista.

“Una vez finalizado el partido y encontrándonos el equipo arbitral en el túnel de vestuarios, una persona, identificada por el delegado de club visitante como Sergio Fernández Álvarez, director deportivo del club, estando ésta presente en dicho acceso a vestuarios, se dirigió en primera instancia, gritando a mi asistente número 1 en los siguientes términos: Si quieren ver un arbitraje casero, que vengan a ver este partido. Es una vergüenza. Seis minutos es una vergüenza, de forma reiterada. Cuando me dirijo al delegado visitante para su identificación, dicho director deportivo se dirigió a mí, gritando y gesticulando, en los siguientes términos: Esto es una vergüenza. Lo de los seis minutos es una vergüenza. Vaya tela. Yo puedo estar aquí y me vas a escuchar. De aquí no me voy a marchar. Tras informar de estos incidentes y requerir que se retirase de la zona al delegado de club visitante, dicha persona no sólo no se retiró, sino que continuó gritando en los términos anteriores: Es una vergüenza. Tú a mí no me echas de aquí y no me señalas porque no me da la gana. Eres un casero, generando situación de tensión y conflicto. Sin más incidentes reseñables, nos retiramos”, refleja el acta arbitral.

La queja del director deportivo quedó reflejada en un acta que también recogió la expulsión del entrenador de porteros alavesista, Juan Miguel San Román, por “dirigirse de forma airada y ostensible, saliendo de su área técnica, a uno de mis asistentes y al cuarto árbitro, protestando en reiteradas ocasiones” justo en el momento en el que se conoció que el tiempo de prolongación era solo de seis minutos, pero no fueron los únicos que mostraron su enfado o solicitaron explicaciones al colegiado, quien se justificó alegando que dichos seis minutos habían sido explícitamente cronometrados desde el VAR.

Las imágenes no mienten. Y el cronómetro tampoco. En el apagón se detiene el juego durante poco más de cuatro minutos, mientras que desde que Prieto Iglesias señala el penalti hasta que insta a Parejo a su ejecución transcurren prácticamente otros cuatro más. Sin necesidad de añadir las contingencias comunes a cada partido -en la segunda parte se produjeron cuatro cambios y hubieron de intervenir las asistencias médicas-, ya solo en esas dos acciones se suman ocho minutos de juego detenido, por lo que alcanzar una prolongación de diez no hubiese resultado ninguna barbaridad. Mucho mayor fue conceder solo seis -ligeramente estirados por el cambio del Valencia en pleno descuento, pero sin llegar a los treinta segundos teniendo en cuenta que ya en la prolongación se detuvo el juego también para la expulsión de San Román- cuando era evidente que se habían jugado muchos menos de los 45 reglamentarios. Una vergüenza en toda regla.