Vitoria - Que el Deportivo Alavés tiene que ser un equipo que se construya desde la defensa es una máxima que todo el mundo entiende y por eso tanto dentro como fuera del club gustan tan poco descalabros como el que se sufrió el pasado jueves en Donostia. Eso sí, lo que resultaba del todo insostenible era el escaso bagaje ofensivo mostrado hasta ayer por un equipo que en ataque era prácticamente nulo. Ante el Mallorca, El Glorioso recuperó su solvencia en torno a la portería propia y, por vez primera, mostró unos argumentos en el otro lado del campo que pueden ofrecer una sensación esperanzadora. Sólido de nuevo, pero, además, con un colmillo dañino, aunque todavía se ha de afilar bastante más.
Para este equipo la premisa prioritaria es el buen trabajo defensivo y ahí rozó el sobresaliente. Apenas una oportunidad, un disparo de Budimir que golpeó en la base del palo, le concedió al Mallorca en todo el partido. Organizado, sólido y bien compenetrado para desactivar por completo la ofensiva del cuadro balear. Por ejemplo, recurriendo a muchas faltas para frenar los contragolpes y también para sacar del partido a un Kubo que seguramente tuvo pesadillas con la persecución a la que le sometió Wakaso, con varias patadas.
A partir de ahí, aún con problemas en el centro del campo, el Alavés encontró sus primeras conexiones interesantes en el ataque. Sobre todo en una banda izquierda en la que Rioja, Guidetti y Duarte conformaron un triángulo amenazante a través del que se desencadenaron las principales acciones de peligro a lo largo de los primeros setenta minutos.
El debe estaba en la resolución, ya que toda amenaza quedaba abortada en las proximidades del área. Como si ahí existiese una barrera invisible contra la que los albiazules se chocaban una y otra vez y que interrumpía todas esas situaciones prometedoras. Así hasta que en un saque de esquina -es del todo obligatorio mejorar en los lanzamientos, donde el equipo tenía el año pasado a un maestro como Jony que dio muchísimos puntos- el VAR rescató un penalti de Lago Junior sobre Pina que Lucas Pérez se encargó de ejecutar con suma tranquilidad.
Precisamente, la aparición del coruñés fue un factor clave a partir de ese momento. A Lucas, por calidad, se le exigía mucho más de lo que estaba ofreciendo hasta la fecha y ayer evidenció que puede dar ese paso adelante. Metió un gol importantísimo, pero, sobre todo, estuvo magnífico en el juego entre líneas para situar a sus compañeros en posiciones muy ventajosas tras la recuperación en un centro del campo del que ya eran dueños y señores Pina y Wakaso.
El principal beneficiado fue un Burke que demostró que la velocidad es su principal virtud, lo que le puede convertir en una pieza muy interesante cuando se manejen situaciones de ventaja en el marcador y el rival deje espacios para correr. Lucas supo interpretar a la perfección el plan en ese sentido y el escocés protagonizó dos salidas excepcionales. En la primera, estrelló su remate contra Reina; mientras que en la segunda demostró inteligencia para cambiar su decisión final y buscar el pase en vez del disparo, con resultado de gol de Joselu con su asistencia. Un 2-0 que sirvió para culminar los mejores minutos del equipo esta temporada y que marca el camino a seguir.