El Deportivo Alavés certificó que ha elegido el camino que de manera más directa conduce al infierno, el del suicidio. Un equipo que, por sus características, se tiene que construir obligatoriamente desde la defensa para, a partir de ahí, ir creciendo, renunció en la visita a la Real Sociedad a ser sólido atrás. La revolución que Asier Garitano ensayó en el once para buscar el volantazo después del estrepitoso varapalo de San Mamés se convirtió en un tiro en la propia sien el desmontar una zaga que sin los galones de Laguardia y la seguridad que aporta Duarte quedó del todo desamparada. Ante una defensa descoordinada, timorata y falta de contundencia, una Real Sociedad comandada por el talento de Odegaard y con dos ejecutores del calibre de Oyarzabal y Willian José campó a sus anchas para dejar resuelto el derbi en la primera parte. Con su tercera derrota consecutiva, El Glorioso se puso en puntos de descenso -solo está fuera por un gol de diferencia con respecto al Espanyol- y la situación de su entrenador empieza a ser ya del todo insostenible a ojos de un club que en cualquier momento inmediato -incluso sin esperar al partido del domingo, trascendental ya cuando aún estamos en septiembre- podría poner en marcha esa guillotina que nunca ha dudado en accionar en cuanto han venido mal dadas.
La revolución de Garitano, con siete caras nuevas con respecto al partido en San Mamés, dio de sí para un poquito más en ataque -menos ya era imposible- que no fue suficiente para compensar en la balanza el desbarajuste defensivo que supuso prescindir de dos titulares que son del todo inamovibles como Laguardia y Duarte. Odegaard campó a sus anchas para traer a Pina por la calle de la amargura y Oyarzabal y Willian José fueron invisibles para los defensas.
De los pies del noruego, un jugador genial si no se le aprieta y que resultó indetectable entre líneas, partió un pase al espacio que no debería haber sido peligroso de no mediar la desatención de Martin y la presencia de Ely rompiendo el fuera de juego. Por ahí se coló Oyarzabal, a quien no pudo frenar Pacheco en su tibia salida y el 1-0 era ya una realidad a los 19 minutos de juego.
Mejorado levemente con el balón, el cuadro albiazul buscó las carreras al contragolpe, donde Lucas, Borja y Burke demostraron que, con tiempo, pueden entenderse. El problema es que la escasa sensación de peligro alavesista tenía como contrapunto prácticamente un gol cuando era la Real la que atacaba. Así, a los 34 de juego un centro desde la izquierda de Oyarzabal lo cabeceó Willian José, que no tuvo problema alguno para rematar en el área pequeña tras colarse entre Magallán y Marín.
Para completar el desastre de la primera parte, un centro desde la derecha de Portu golpeó en el brazo abierto del lateral izquierdo murciano, una acción que Medié Jiménez no castigó con penalti en primera instancia, decisión corregida después de que desde el VAR se le condujese hacia la pantalla de la revisión. Desde los once metros, Pacheco era superado por tercera vez en 41 minutos, de nuevo por Oyarzabal.
Tras semejante catástrofe, el partido estaba ya del todo resuelto y al Alavés solo quedaba defender su dignidad. Lo hizo subido a las espaldas de un juvenil como Borja Sainz -y con Pacheco parando otro penalti-, que apareció en la pretemporada del primer equipo casi a las puertas del arranque del nuevo curso y que anoche evidenció que debe ser titular indiscutible solo por sus ganas. Una situación que habla bien a las claras de que existen bastantes más culpables de todos los males que afectan al equipo que el responsable que corre serio riesgo de verse señalado en breve con el dedo ejecutor.
Con un partido trascendental ya a la vuelta de la esquina este domingo contra el Mallorca, habrá que ver si a Garitano se le permite buscar el golpe de timón que este equipo necesita o si desde el club se opta por una solución drástica inmediata. Lo que es evidente es que se precisa un cambio profundo más allá del entrenador para que la actual caída en picado se detenga.
Hundimiento defensivo Garitano optó por cambiar muchas piezas con respecto al último derbi en San Mamés para encarar el duelo vecinal contra la Real Sociedad y el equipo sufrió un severo desbarajuste a nivel defensivo, precisamente donde debe residir su principal potencial. Fallos muy graves que allanaron el camino al triunfo donostiarra.
Panorama complicado El Alavés sufrió ayer su tercera derrota consecutiva, de nuevo sin marcar ningún gol y sin siquiera hacer alguna ocasión digna de reseñar. Por su fuera poco, a nivel defensivo se descompuso. Garitano, en entredicho.
El jugador en edad juvenil -cabe remarcar este hecho para ahondar en el desastre que es el equipo- tiró de ganas y valentía para buscar la portería de la Real Sociedad.
El centrocampista es la pieza clave en el equilibrio alavesista entre ataque y defensa y ayer naufragó por completo una vez más, sobre todo ante un Odegaard que le volvió loco.
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Árbitro Medié Jiménez (catalán).
1-0, minuto 19: Oyarzabal. Pase al espacio de Odegaard entre Ely y Martin, Oyarzabal les gana la espalda y se adelanta a la salida de Pacheco para marcar por bajo.
2-0, minuto 32: Willian José. Servicio desde la izquierda de Oyarzabal y el brasileño se cuela entre Magallán y Marín para cabecear a placer. 3-0, minuto 41: Oyarzabal, de penalti. Penalti por mano de Marín, con la ayuda del VAR, y Oyarzabal lo lanza a media altura por encima de Pacheco.
Expulsó por doble amarilla a Manu García (minutos 74 y 85). Amonestó a Wakaso (minuto 27), Pina (minuto 49), Portu (minuto 61).