aunque el final de las incorporaciones y salidas habidas en el equipo esta temporada queda lejano en el tiempo y estemos al tanto de cómo se han sucedido los hechos no me resigno a no hacer algún comentario al respecto. La decisión impulsada por la Federación y LaLiga (y las grandes ligas europeas, salvo los ingleses que van a su bola en todo) de acabar el mercado de verano tres semanas después de comenzar la competición, puede ser en último extremo algo deseado por los clubes (cuanto más tiempo tengan más posibilidades de hacerlo mejor), pero también supone un grave estrés a aquellos equipos que no saben con qué jugadores van a contar, pues están expuestos a que les roben a sus mejores jugadores en el último instante, aun después de comenzado el campeonato.
Pero da igual el tiempo del que dispongan para fichar, siempre se llega a las postreras horas con los deberes sin hacer. Da igual que se cierre el mercado tres semanas antes que después, se va a estar el último día negociando hasta el último segundo con el riesgo de que no funcione el fax (o lo que tenga que fallar) y te quedes con cara de tonto. Hasta el último instante estuvieron en vilo los aficionados alavesistas temiendo quedarse sin alguno de sus pilares, aunque luego se redujo a la salida de Maripán. Todos los clubes están de acuerdo en adelantar el cierre del mercado pero a la hora de la verdad ninguno hace nada por cambiarlo. Salvo en algunos casos muy concretos, los jugadores que llegan deprisa y corriendo a última hora solo sirven para completar una plantilla coja en efectivos pero no para competir por el puesto con los que ya estaban. Todo sigue igual.
El Alavés tuvo que esperar también hasta el último momento, como no podía ser de otra manera, para buscar acomodo a cuatro jugadores con los que no contaba. Incluso uno salió días más tarde rumbo a la liga israelí que aún no había cerrado el mercado; en cambio, con otros no se ha tenido tanta suerte. El caso de Dani Torres viene de lejos: casi desde el mismo momento de su llegada ya estaba en la rampa de salida. En este largo período, esta es su cuarta temporada, no se ha logrado un arreglo beneficioso para ambas partes. Encontrar un equipo que pueda hacerse cargo de su ficha es complicado, él está a gusto y así seguirá hasta que acabe su contrato; el club tampoco quiere rebajar sus pretensiones porque aspira a sacar el máximo beneficio o, al menos, no perder demasiado. Y en esas andamos. El asunto Guidetti, tres cuartos de lo mismo. Creía que con su nombre ya iba a ser un fijo en el once titular y para cuando quiso darse cuenta ya era la última opción por su persistente baja forma. De esta manera, se han acostumbrado a la sopa boba a la espera de que soplen vientos favorables. Pero sin prisas, son malas consejeras; además, están en su derecho de hacer lo que mejor les convenga. Al final, ¿de qué ha servido tener más tiempo? De nada. Así que todo sigue igual. Y, encima, se ha configurado una plantilla descompensada. Pero el entrenador no se queja, pese a tener motivos suficientes, para no hacer un Marcelino.
A pesar del alto número de incorporaciones, diez, sin contar a Borja Sainz, y del cuerpo técnico, la base del equipo es la de la campaña precedente. Tanto la defensa como el centro del campo no han variado, solo las bandas y el punta son nuevos en la alineación. Se han cumplido únicamente cuatro jornadas de Liga y lo que hemos visto hasta ahora se puede considerar toda una declaración de intenciones. Mucha lucha, poco juego, mucho esfuerzo físico, poca técnica, mucho sacrificio, pocos goles a favor y en contra (poca posesión, pocas llegadas; pocas llegadas, pocas ocasiones; pocas ocasiones, pocos goles). Incluso bastante aburrimiento.
La apuesta de Garitano en el último encuentro por dar entrada en el once a Lucas y Pons no le salió nada bien y el Alavés ofreció un primer tiempo para olvidar; en el segundo rectificó y los sustituyó por otros que hacían más reconocible el equipo. A partir de ahí, con más corazón que juego, pusieron en jaque al ahora líder hasta el punto de que en el añadido Manu García pudo empatar el encuentro. Para terminar de estropear el buen inicio de campeonato, se ha perdido la imbatibilidad contra un conjunto que no ganaba en Mendi desde hacía 18 años con bastante polémica de por medio, por cierto; la misma que no faltó ayer a la cita. Con el Sevilla tenía que ser, para que todo siguiera igual.