Vitoria - La proliferación de cámaras -tanto profesionales como de aficionados- en los campos de Primera División propicia que ya casi ningún detalle de lo que sucede en el campo se escape a los objetivos. Y una de las imágenes más llamativas que dejó el Alavés-Levante del pasado domingo fue la preparación y ejecución de la jugada de estrategia en un saque de esquina que concluyó con el gol de la victoria para los albiazules. Una visión perfectamente recreada desde varios ángulos y que deja bien a las claras que en la pretemporada se han volcado muchas horas de trabajo en el balón parado. Y ahí, por encima del nombre que encabece el banquillo, la figura de Javi Cabello es el factor clave durante los últimos años en el equipo vitoriano, ya que el técnico ayudante es el encargado del diseño de este tipo de acciones. Por eso, después del trenecito de cinco jugadores que propiciaron los bloqueos y pantallas que liberaron a Joselu para su remate de cabeza que concluyó en gol, muchos integrantes del banquillo buscaron al preparador valenciano para felicitarle.
Con el esférico situado en la esquina y Aleix Vidal preparando el golpeo, y mientras los jugadores del Levante discutían con el colegiado Soto Grado, cinco futbolistas albiazules se colocaban en fila india justo sobre el punto de penalti. Tomás Pina, Manu García, Rodrigo Ely, Guillermo Maripán y Joselu. La batería de las fuerzas aéreas alavesistas al completo en un trenecito. La espalda del de delante pegada al pecho de quien estaba detrás en el caso de los tres primeros, incluso agarrados de las manos. Mientras, el chileno tuvo que bregar, primero para sacarse de encima hacia la izquierda a Gonzalo Melero, que se había puesto justo detrás de Ely, y en su regreso a la fila para entorpecer con el culo a Jorge Miramón, que estaba a su espalda y era el encargado del marcaje del punta gallego. Un bloqueo que resultó suficiente para que el nueve albiazul ganase ventaja en su desmarque hacia el primer palo y conectase allí su testarazo. Un remate que acabó traspasando la línea, pero, en todo caso, ahí estaba Maripán en la segunda acción, poderoso y atento colándose desde atrás -Manu García llegaba también en segunda oleada- entre Rubén Vezo y Sergio Postigo para remachar. Dos goles en una misma jugada, aunque el que valiese finalmente fuera el del delantero.
Un arma peligrosa El trenecito funcionó de maravilla. Y a Javi Cabello le llovieron las felicitaciones. Una vez más, habría que decir. Y es que la efectividad alavesista a balón parado -solo lanzó dos saques de esquina ante el Levante, por nueve de los granotas- es asombrosa en los últimos tiempos, con el valenciano ejerciendo de gurú de la pizarra. En este sentido, la política del club de apostar por un núcleo del cuerpo técnico propio -Garitano, como Abelardo, solo ha llegado con un ayudante de su confianza- con piezas de contrastada y demostrada solvencia es todo un acierto.
Con el gol de saque de esquina ante el Levante, El Glorioso dio continuidad en su ofensiva a la que fue su principal arma la pasada campaña. Los rivales temblaban cuando los pupilos de Abelardo ejecutaban acciones a balón parado y en ese tipo de jugadas llegó una cantidad de goles asombrosa. Y no se trata de una cuestión menor para un equipo que tenía enormes dificultades para marcar en juego, una cuestión que, previsiblemente, se puede repetir de nuevo este curso.
Además de la suerte, un factor determinante en el fútbol porque es evidente que todos trabajan la estrategia y la diferencia entre que salga bien o mal es de centímetros en muchas ocasiones, la ecuación cuenta con dos elementos que son fundamentales. Por una parte, la precisión del ejecutor, un apartado en el que el Alavés se encontró con el guante de Jony Rodríguez la pasada campaña y una tarea que este curso van a repartirse entre Aleix Vidal y Luis Rioja. Y, por otro lado, la eficacia de los rematadores, donde Garitano cuenta con una batería de garantías -a los cinco citados que ejecutaron el trenecito hay que añadir a otro enorme especialista en el juego aéreo como Víctor Laguardia- que supone un sólido argumento ofensivo, ya que ayuda a conseguir goles en situaciones que no dependen del acierto de la vanguardia o de la capacidad de los futbolistas más talentosos para generar desequilibrios. Un arma mortífera.