Vitoria - La contratación de Aleix Vidal ha supuesto para el Deportivo Alavés un paso adelante casi definitivo en la confección de la nueva plantilla, pero el cuadro albiazul no está todavía completo y, al margen de movimientos de salida que desde el plano futbolístico no son deseados -las figuras de Guillermo Maripán y Mubarak Wakaso son claros ejemplos- y que supondrían nuevas entradas, desde la dirección deportiva aún se aspira a cerrar un par de incorporaciones más hasta el cierre del mercado veraniego el próximo 2 de septiembre. La necesidad de fichar otro extremo más sigue siendo una evidencia a pesar de la llegada de Vidal y, de la misma manera, el club lleva tiempo trabajando en la opción de un nuevo delantero. En el caso del jugador de banda la escasez de piezas hace que dicho movimiento sea prácticamente una obligación, pero en el caso del punta hay aristas que limar porque una apuesta importante como se pretende tendría que ir precedida de la salida de un futbolista como John Guidetti, al que no resulta nada sencillo colocar en el mercado.
Trabaja Sergio Fernández estos días en la operación salida y los requerimientos para hacerse con los servicios de alguna de las jóvenes promesas alavesistas no le faltan al director deportivo. Este tipo de jugadores casi siempre resultan sencillos de acomodar, sobre todo en una Segunda División que se nutre de este perfil de proyectos de corta edad que requieren horas de vuelo cerca de la máxima exigencia. Además, los propios interesados acostumbran a ver con buenos ojos estas salidas que, en muchos casos, les sirven para posteriormente poder asentarse en la élite con una base mucho más sólida.
El problema viene cuando hay que colocar a jugadores ya consagrados en la primera línea que no entran en los planes de futuro por venir de ofrecer un bajo rendimiento. Y en el vestuario alavesista hay varios jugadores en dicha situación a los que se busca destino con el mínimo coste económico posible para las arcas del Paseo de Cervantes. Una cuestión espinosa, como se puede comprobar cada vez que se abre el mercado, y que se vuelve a convertir ahora en impedimento para alguno de los movimientos deseados en los despachos de Mendizorroza.
La necesidad de contratar un nuevo extremo es clara -en la derecha están Aleix Vidal y Patrick Twumasi, mientras que en la izquierda solo está Luis Rioja hasta que se restablezca Burgui- y no existe cortapisa alguna para ello. Se entiende que la operación puede llevar su tiempo, pero la confianza en acabar encontrando un jugador de garantías es elevada. Otra cosa bien diferente es cuando sobre el tapete se expone la idea de cerrar la llegada de un nuevo delantero más.
En este caso, una entrada tiene que suponer, sí o sí, una salida. Y no la de un joven proyecto como Ermedin Demirovic o Ramón Miérez -el bosnio está llamado a ser el cuarto elemento de la vanguardia, mientras que el argentino saldrá cedido a Segunda División con el Tenerife como destino más probable-, sino la de un peso pesado como Guidetti. Dentro de la idea de ataque que el club maneja, no entran, ni deportiva ni económicamente -cabe recordar que hay unos límites que cumplir marcados por LaLiga-, cuatro jugadores del calibre del sueco, Lucas Pérez, Joselu y el teórico fichaje. El problema es que ese deseo de otro nueve de garantías -y los contactos con Jonathan Calleri no han cesado ni un momento desde el final de la pasada campaña- choca directamente con la continuidad del escandinavo en Vitoria.
El problema para El Glorioso ya es conocido de negociaciones anteriores, cuando ha pretendido dar salidas de este tipo. La suma de inversión y salario obliga a sacar la calculadora, echar cuentas y asumir que se va a producir una pérdida. Una vez ahí, la cuestión es determinar la magnitud de la misma y hasta dónde se puede llegar. En el caso del sueco, que costó cuatro millones de euros y se encuentra en las primeras plazas de la escala salarial del vestuario, no es fácil encontrar una solución que no resulte onerosa.
Con más de un mes de mercado por delante, la ventaja para el Alavés es que Sergio Fernández ha conseguido prácticamente colorear su cuadro al completo y ya cuenta con una plantilla de ciertas garantías. Pero como la pretensión es mejorarla aún más, todavía le quedan las complejas pinceladas finales.