Vitoria - Aunque hace unos días el director deportivo alavesista, Sergio Fernández, señaló que el ascenso del filial a Segunda División B no era una cuestión imprescindible para el futuro del club, lo cierto es que el máximo responsable de la parcela futbolística albiazul llevaba desde su llegada al Paseo de Cervantes trabajando con ahínco -la inversión económica ha sido muy importante y la apuesta por talentos de fuera de la provincia así lo atestigua- para conseguir que el segundo equipo subiese a la categoría de bronce, en la que militan la mayoría de los conjuntos nodriza de los equipos que se encuentran en Primera División. A la tercera fue la vencida y, de esta manera, El Glorioso consigue potenciar su estructura de fútbol base con una plataforma para la formación de jóvenes talentos que se entiende como la ideal para seguir desarrollando el potencial de las jóvenes perlas que se están cultivando en estos momentos en Ibaia.
La distancia entre el primer equipo y el filial se reduce a solo dos escalones, lo que siempre facilita un posible salto a la élite por mucho que la reciente experiencia con Martin Aguirregabiria señale que no es imposible subir tres peldaños de una sola tacada. En todo caso, para el crecimiento de los jugadores el ascenso es muy positivo, más aún teniendo en cuenta que en nada se parecen el fútbol de la Tercera División con el de la Segunda B -una categoría completamente profesionalizada en la que se mezclan veteranos y promesas- que los jóvenes valores albiazules se van a encontrar la próxima campaña. Además, el ascenso permite que muchos de estos talentos se sigan formando en Ibaia en un entorno competitivo de mucho mayor nivel y con el control directo del club. De haber fracasado esta tercera tentativa de ascenso, de nuevo la operación salida en busca de nuevos retos hubiese sido muy importante y ahora gran parte de esos chavales que se veían abocados a un nuevo destino continuarán en Vitoria.
A partir de ahora, el Alavés contará con un equipo en Primera División, otro en Segunda B y en Tercera mantendrá su colaboración con el San Ignacio. Tres escalones perfectamente diferenciados que estarán acompañados por los clubes convenidos del territorio alavés y por ese banco de pruebas internacional que supone el NK Istra en Croacia. La histórica pirámide del fútbol base de la que tantos años se lleva hablando ha alcanzado su momento de mayor esplendor, solo empañado por la pérdida de categoría del segundo equipo juvenil.
El club vitoriano finiquita también el debe que venía arrastrando desde su regreso a la élite en el verano de 2017, ya que la inmensa mayoría de los clubes de Primera contaban con sus filiales en Segunda B -a la que ahora han conseguido ascender también Getafe y Osasuna- como mínimo. Tras los resultados de esta campaña -de nuevo, no habrá ningún equipo nodriza en Segunda-, los únicos conjuntos que no tienen a su segundo equipo en la categoría de bronce son el Betis (no ha conseguido recuperar la categoría tras bajar la temporada anterior), el Eibar (el Vitoria ha descendido), el Leganés (se mantiene el la cuarta categoría) y el Mallorca, cuyo filial cayó ayer en la eliminatoria por el ascenso ante el Las Rozas. - B. Mallo