Vitoria - El Deportivo Alavés que en las últimas semanas había parecido un cadáver andante se levantó ayer en San Mamés para protagonizar una actuación que en mucho recordó a la de las mejores fases de este equipo a lo largo de la temporada. Serio en defensa, luchador hasta desesperar y atento a aprovechar su oportunidad. Arrancó siendo mejor, sufrió durante el final del primer acto -en el que un gol de Bastón igualó otro de Beñat segundos antes- y el arranque del segundo y acabó metiendo el miedo en el cuerpo del Athletic en un final que dominó. Un suspiro, el que condujo a Wakaso a errar una doble ocasión con todo a su favor, fue lo que acabó alejando al Glorioso de la victoria y también de sus opciones de regresar a Europa. Dicha cuestión, con cuatro puntos reales de desventaja con el Athletic con solo nueve por jugarse, es ya prácticamente imposible, pero al menos el equipo se quitó ayer de encima esa sensación de haberse convertido en un alma en pena.

Tocaba una nueva recomposición del once y Abelardo optó por recuperar el sistema 4-4-2 con la vuelta de Calleri a la punta del ataque y la gran novedad de la presencia de Martin como extremo derecho por delante de Vigaray. En esta ocasión, los albiazules sabían que se jugaban sus últimas opciones de pelear por Europa y salieron a competir de tú a tú al Athletic, siendo capaces de hacer daño en sus salidas y mandando, a través de Jony, un primer aviso de que el equipo no estaba vencido de antemano.

El equipo de Garitano tampoco es un gran amante de la posesión y evidenció unas carencias claras en la construcción con muy malos primeros pases. Y de ellos se aprovechó el cuadro vitoriano para recuperar en zonas adelantadas y buscar el cuello de su oponente con celeridad. Se acumulaban las acciones a balón parado, pero Jony no era poner el balón en situaciones ventajosas para atacar el remate. Y cuando el esférico llegaba con peligro, era el delantero el que fallaba, como le pasó a Bastón en una cabalgada de Martin. Casi de seguido, Gil Manzano no consideró que un empujón en el área de Iñigo Martínez al nueve madrileño fuese lo suficiente como para castigarlo con penalti.

Una chilena y un cabezazo desviado de Raúl García -quien una vez más hizo de las suyas con sus marrullerías de siempre- tras una falta lateral y en un saque de esquina, respectivamente, conectaron a los rojiblancos al partido cuando ya se había superado la primera media hora de juego. Si hasta ahí el derbi se había pintado de azul y blanco, el color cambió de manera clara a partir de esa doble ocasión. Los vitorianos comenzaron a sufrir de manera clara y en una falta lejana Beñat puso por delante a su equipo a los 41 minutos de juego.

Estaba El Glorioso golpeado tras haber sido mejor, pero consiguió las tablas en la última acción de la primera parte para ni irse al descanso hundido. Con polémica por una situación de Bastón al límite del fuera de juego en una primera acción, que tuvo continuidad con un disparo desde lejos de Duarte que el madrileño cazó para empatar, refrendando el VAR el tanto justo antes del descanso.

Tras el interludio, evidenció el Athletic que la igualada no le había pesado en lo anímico e incrementó su asedio otro punto más para obligar al Alavés a seguir cediendo metros. Cada vez más atrás, cada vez obligado a correr más, cada vez más errático en unas salidas con mucho campo por delante... Los albiazules sufrían para resistir el empujón a pie firme y a duras penas lograban frenar ese asedio, pero con ese ejercicio conseguían mantener el empate y comenzaban a desesperar al rival y a una grada que cargaba con dureza contra Gil Manzano al entender que no castigaba lo suficiente la dureza vitoriana. Y en medio de ese estado de crispación, a Calleri no se le ocurrió otra cosa que desperdiciar una situación de enorme ventaja con un intento de rabona.

A base de resistir, El Glorioso consiguió llevarse el partido al punto que más le interesaba. Los de Garitano habían perdido la fuerza de su empuje y se trataba de encontrar un resquicio por el que meter primero la cabeza y después todo el cuerpo. Primero lo intentó Inui, pero quien verdaderamente tuvo la victoria en sus piernas fue un Wakaso que falló lo inexplicable dos veces seguidas. En ese suspiro se le fue al Alavés la victoria. Y también Europa.

Versión mejorada. El conjunto vitoriano volvió a ser ayer ese equipo que siempre mete en serios problemas a sus oponentes. El cuadro local solo fue capaz de imponerse en el cuarto de hora final de la primera parte, en el que Bastón igualó el gol de Beñat, y en los primeros compases del segundo acto antes de rendirse a la solidez vitoriana.

Poderío final. Tras haber sufrido en el inicio de la segunda mitad, el Alavés alcanzó los minutos finales en un escenario deseado y le metió el miedo en el cuerpo a un Athletic que sabía que no podía permitirse la derrota. Y a punto estuvo de sufrirla si primer Inui y, sobre todo, Wakaso por partida doble llegan a acertar en sus remates.

Equipo reconocible. El Alavés volvió a recuperar una versión que recordó a las mejores que había ofrecido esta temporada. Muy seguro en defensa durante muchos minutos, llegando incluso a desquiciar al Athletic en la segunda parte, y con el filo necesario para hacer daño en sus llegadas. Supo sobreponerse rápido al gol en contra y solo la falta de fortuna al final de Wakaso le impidió ganar.