0-1, minuto 47: De Tomás. Disparo de Trejo al palo, el rebote lo recoge Advíncula en la derecha y devuelve pasado para que De Tomás se levante por encima de la zaga y cabecee a la red.
Amonestó a Maripán (minuto 57), Moreno (minuto 69), Comesaña (minuto 84), Pacheco (minuto 84), Imbula (minuto 84), Medrán (minuto 89) y Bebé (minuto 91).
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Vitoria - Con mucho menos de lo que ayer exhibió el Deportivo Alavés ha sacado este equipo partidos adelante esta temporada, pero siempre actuando desde una cordura que ayer se echó de menos en el escenario atípico que fue un Mendizorroza que en nada se pareció al escenario habitual del akelarre albiazul. El frío del ambiente se combatió en el verde con un exceso de fogosidad que condujo a errores impropios. Nuevos fallos defensivos de grosor inasumible y un caudal ofensivo descontrolado ante un Rayo Vallecano que temblaba. Una locura en la que El Glorioso acabó perdido y hundido.
Carente todavía de sus bandas titulares, en esta ocasión varió Abelardo su idea con la entrada de Wakaso en la izquierda, lo que condujo a Burgui a la derecha y a Sobrino a un banquillo en el que se quedó Navarro para permitir el regreso al eje de la zaga de Laguardia. A pesar de la tormenta sobre Mendizorroza y al frío añadido que transmitían unas gradas vacías, el cuadro albiazul salió a tratar de arrollar al Rayo, aunque la primera ocasión de peligro en medio de un césped tremendamente resbaladizo la hubo de desbaratar Pacheco ante Moreno.
Tras ese susto, se volcó el cuadro albiazul por la izquierda, donde Wakaso no acusó la inexperiencia en esa demarcación y se erigió en clara amenaza en combinación con Duarte. Con sencillez y claridad de ideas, desborde y servicio rápido al área en busca de la dupla atacante, con una tremenda actividad de un Calleri al que se le fue alto uno de esos cabezazos que no suele errar.
La insistencia del centrocampista ghanés se convirtió en la principal fuente de peligro. Ya fuese con sus centros o con las faltas que provocó -el cuadro madrileño cortaba el juego una y otra vez sin mayores consecuencias en forma de tarjetas- y que supusieron servicios al área a balón parado, sus compañeros no hicieron más que insistir a través de esa vía que hacía que al Rayo le temblasen las piernas ante el poderío aéreo local. Pasado el ecuador, el duelo se había teñido ya claramente de albiazul, aunque los franjirrojos consiguieron enfriar ese ímpetu con las apariciones de sus carrileros -el sistema de cinco defensas se sigue atragantando- y las amenazantes llegadas desde segunda línea de Embarba y Trejo. Por sensaciones, los visitantes acababan mejor la primera parte que los locales, lo que bien pudo haber cambiado Burgui si no llega a estrellar en el palo un mano a mano con Dimitrievski.
Esa acción pudo cambiar la tendencia del partido, pero la que de verdad la varió fue el gol vallecano en el arranque del segundo acto. Un remate al palo de Trejo, el rechace recogido por Advíncula y el servicio del peruano para que De Tomás sobrevolase la zaga albiazul para conectar un cabezazo al fondo de la red.
Se ponía el encuentro cuesta arriba y pisó el Alavés el acelerador al tiempo que el Rayo le iba poniendo trampas en el camino que Melero López no penalizó como hubiera debido. Que la primera amarilla del partido se la llevase un albiazul es para hacérselo mirar por parte de un colegiado que en todo momento beneficio al infractor y al que se le reclamaron dos penaltis -sobre Brasanac y Guidetti- que no consideró que fuesen penalizables.
Buscó Abelardo el revulsivo con Jony y se asumieron unos riesgos que dieron espacios a los vallecanos para buscar la sentencia en media hora de final de un encuentro ya completamente roto, ya que la defensa visitante hacia aguas por todos los lados. La enorme sensación de inseguridad madrileña era el argumento al que se aferraba un Alavés con más corazón que cabeza, desquiciado además por el arbitraje. El Glorioso vivió todo el tramo final volcado sobre la portería de Dimitrievski, pero, consumido por su propia fogosidad, no fue capaz de encontrar el camino hacia el gol y la racha de Mendizorroza como campo invicto quedó finiquitada.
Fue el protagonista de casi todas las acciones de peligro del Alavés con su constante pelea, pero le faltó acierto en algunas ocasiones y algunos centímetros en otras.
El madrileño estuvo completamente desaparecido en la noche de ayer, en la que no disfrutó ni de una sola acción de peligro a pesar de las constantes llegadas al área.
Desorden absoluto. El Alavés es un equipo que se caracteriza por su juego ordenado, pero ayer fue un caos absoluto durante muchísimos minutos, sobre todo después del 0-1 del Rayo Vallecano que acabaría siendo definitivo. Volvieron a aparecer los errores defensivos graves y en ataque no se supo rentabilizar la presencia constante en las inmediaciones del área madrileña. Muy poca cabeza.
Sin precisión. En ningún partido precedente de la temporada había tenido el Alavés tantas llegadas al área rival, pero los albiazules no fueron capaces de rentabilizar tantas situaciones de peligro con buenos remates y acabaron pagando un nuevo error defensivo grave.
Adiós al fortín. Mendizorroza se mantenía invicto desde el pasado 29 de abril y ayer concluyó la racha del cuadro albiazul como el equipo de Primera División que más tiempo llevaba invicto como local.