Vitoria - Tras el mayor varapalo sufrido en la etapa de Abelardo al frente del banquillo y una larguísima semana de nueve días para rumiar el desastre de Getafe, el Deportivo Alavés regresa esta noche a Mendizorroza después de una ausencia de dos jornadas para tratar de quitarse ese mal sabor de boca que los dos últimos desplazamientos, en los que de la primera vuelta se ha pasado a la segunda, le han dejado. El reto es bajar de la nube a un Rayo Vallecano que llega a Vitoria en su mejor momento de la temporada, dar así un golpe definitivo sobre la mesa en la carrera por la permanencia y, de paso, mantener una situación de enorme privilegio en ese sueño para el alavesismo que supone regresar a Europa y culminar una temporada que hasta la fecha está siendo magnífica.

Tiene El Glorioso la obligación de recuperar unos valores que en la visita al Coliseum no se vieron por ningún lado. Fue allí el cuadro albiazul un auténtico pelele, desmadejado y destrozado por un rival que apenas halló en frente un mínimo de esa colosal resistencia que ha caracterizado a este grupo. Quizá pesó en exceso la ausencia de un Víctor Laguardia recuperado para el encuentro de esta noche, como si la ausencia del faro defensivo hubiese dejado huérfano a un sistema de contención que naufragó por todos sus flancos. Tambaleantes los cimientos sobre los que este equipo se asienta, el edificio al completo se derrumbó sin que nada se supiera de unos atacantes que pulularon por el verde madrileño sin apenas noticias de que existiesen.

Cabe esperar que esa nefasta imagen cambie de manera radical con la simple vuelta al estadio del Paseo de Cervantes. Aunque como visitante no ha dejado de enseñar el colmillo con victorias de prestigio, es en su condición de local donde el Alavés muestra su mejor versión. Los registros desde la llegada de Abelardo son colosales en este sentido. Basta con señalar que su equipo es de todos los de Primera División el que más tiempo acumula invicto como anfitrión, desde el pasado 29 de abril, para comprobar que la figura albiazul se agiganta al calor de Mendizorroza. Es evidente que tarde o temprano llegará un tropiezo, pero el reto es estirar ese tiempo de espera durante alguna semana más.

Señalado ya el necesario regreso de Laguardia, el entrenador gijonés volverá a plantarse esta noche con las dudas que le provocan las ausencias de varias piezas de relevancia en el primer tramo del curso. Tanto en Girona como en Getafe se vio el asturiano obligado a prescindir de un Ibai Gómez que ya no volverá -a la espera está el club de la incorporación de Takashi Inui, que también juega hoy con Japón- y de un Jony que hoy podría regresar al banquillo ya restablecido de su lesión. En todo caso, si no media cambio de sistema, Rubén Sobrino y Burgui tendrán su tercera, y quien sabe si última en algún caso, oportunidad de demostrar que están capacitados para ofrecer un relevo de calidad. Por si los problemas ya fueran pocos, la acumulacón de amonestaciones dejará fuera a Tomás Pina, otro jugador que es prácticamente insustituible por su ascendencia sobre el equipo y que habrá que solventar con un doble pivote de circunstancias o, incluso, una variación en el sistema táctico con un trío de centrocampistas en la medular.

Con estas circunstancias, el conjunto vitoriano tendrá que hacer frente a un Rayo Vallecano que se encuentra en su mejor momento, con diez puntos cosechados de los últimos doce que se han puesto en juego. El cuadro franjirrojo vivió una dura readaptación a la máxima categoría -sin ir más lejos, el Alavés le endosó un abultado 1-5 en la ida-, pero el cambio de sistema de Míchel y la apuesta por cinco defensas para tratar de paliar sus problemas defensivos le ha dado un buen resultado en los últimos partidos. Los madrileños son un equipo de enorme calidad arriba, liderados por un Raúl de Tomás que se ha erigido en una de las sensaciones de la temporada y que apunta ya a retos mayores, pero su querencia por irse al ataque con muchos jugadores le ha generado serios quebraderos de cabeza, en parte paliados ahora por la variación en el dibujo. Eso sí, los vallecanos no dejan de ser un conjunto de gran peligro con el balón, pero que sufre cuando le toca contener. Circunstancias que El Glorioso, un colectivo de virtudes y defectos completamente opuestos al rival de hoy, tendrá que saber explotar para regresar al camino de la victoria y dejar prácticamente sellada la permanencia.