Vitoria - El Deportivo Alavés ha alcanzado el ecuador de la temporada en una situación que en nada se corresponde con las previsiones que existían en su entorno y ese sensacional rendimiento a lo largo de la primera vuelta ha hecho que las expectativas en torno al equipo de Abelardo se disparen hasta límites insospechados hace unos meses. El Glorioso se ha metido de lleno en la pelea por Europa con unos registros extraordinarios -no en vano, ha firmado con 32 puntos el mejor giro inicial al calendario de su historia- y hablar ahora de permanencia deja el estómago de muchos con sensación de vacío. El cuadro albiazul ya ha demostrado que lo puede hacer muy bien y ha puesto el morro enfilado hacia la salvación, pero su reválida ahora es seguir siendo competitivo en los cuatro meses que quedan por delante hasta el cierre del curso y pelear por el regreso a las competiciones continentales. Si, como hasta la fecha, no se deja un mililitro de sudor, nadie le podrá echar nada en cara si no lo acaba consiguiendo. Pero por intentarlo y ser ambicioso, que no quede.
La extrañeza que supone el estreno esta temporada de un calendario asimétrico en el que primera y segunda vuelta no coinciden en el orden de sus jornadas conduce a que al Alavés le toque esta noche visitar el campo del Getafe. Si de dos revelaciones de la temporada puede hablarse, El Glorioso es el protagonista de todas las conversaciones. Pero justo detrás del equipo de Abelardo aparece siempre el de José Bordalás. Un viejo conocido que no ha parado de superar sus éxitos precedentes desde que condujera el regreso de la entidad del Paseo de Cervantes a la máxima categoría. Después ascendió a los madrileños, la campaña pasada los mantuvo durante muchas semanas peleando por Europa con una salvación holgada y este curso, en la recién cerrada primera vuelta, ha puesto sextos a los azulones y clasificados además para los cuartos de final de la Copa del Rey. Casi imposible mejorar los registros del alicantino, al que en la capital alavesa se conoce a las mil maravillas y a quien, aunque sea en la intimidad, se sigue alabando en el club por su sensacional trabajo.
Precisamente, Alavés y Getafe parecen equipos gemelos dadas sus similitudes. Ordenados, con una defensa de eficacia contrastada, capaces de montar un cortocircuito en el sistema ofensivo de cualquier rival -en el caso de los madrileños, además, con un manejo del otro fútbol que llega a desesperar- y con una idea muy clara de explotar las bandas y aprovechar la doble punta para generar goles sin crear mucho peligro. Un abecé de enorme simpleza, pero que pocos ejecutan con la precisión que les lleva a convertirse en auténticos dolores de muelas para sus oponentes.
Las mismas dudas En ese duelo de fotocopias, Abelardo se presenta de nuevo carente de dos de las que venían siendo sus grandes referencias ofensivas. Como pasó en Girona, los extremos siguen cojos por la ausencia ya permanente de Ibai Gómez y la temporal de Jony Rodríguez. Se les echó en falta en Montilivi, donde Rubén Sobrino y Burgui no fueron capaces de llenar sus huecos y habrá que ver qué inventa en esta ocasión el preparador alavesista para tratar de paliar ese par de bajas tan destacadas.
En ese primer partido optó el técnico gijonés por un simple cambio de hombre por hombre, aunque con el transcurso del encuentro fue variando la idea hasta prácticamente acabar con cinco defensas. En ningún momento acabó el Alavés de sentirse cómodo en tierras catalanas, una situación que tiene que tratar de solventar esta tarde en el Coliseum Alfonso Pérez.
La opción de fortalecer el centro del campo con una tercera pieza está de nuevo sobre la mesa del Pitu, que también vuelve a valorar llevar un mediocentro a un costado, como ya hizo con Darko Brasanac en la segunda parte en Girona. En este sentido, el equipo suma un nuevo argumento con la recuperación de Wakaso Mubarak, que vuelve a la citación tras la “decisión técnica” que supuso dejarle fuera de la última expedición.
A quien seguro que echará de menos el Alavés será a un Víctor Laguardia que se tuvo que quedar ayer en Vitoria. El central maño acumuló todos los minutos de la primera vuelta sin perderse uno solo, pero en el último encuentro vio su quinta tarjeta amarilla y hoy está sancionado. Una baja de calibre mayor que conducirá de nuevo al multiusos Ximo Navarro al eje de la zaga y permitirá que Martin Aguirregabiria retorne al lateral derecho.