Amonestó a Rubén Duarte (min. 57) y Borja Bastón (Min. 87) por parte del Deportivo Alavés. Y a Dani García (min. 13) e Iñigo Martínez (min. 46) por parte del Athletic.
Vitoria - La tensión y el miedo a perder terminaron por congelar el derbi de ayer en Mendizorroza, donde el Alavés se mantuvo firme en casa -son ya casi ocho los meses sin perder desde aquel 12 de mayo de 2107 - y el Athletic continuó sumido en puestos de descenso a pesar de sumar su tercera jornada consecutiva sin perder. Derbi áspero, rocoso y trufado de contadas ocasiones de gol con el que el Glorioso se despide de su afición y de un 2018 extraordinario con la friolera de 25 puntos, 16 de ellos coseguidos en su propio feudo. Ahí es nada. Un botín formidable para un equipo de autor con mucho margen de mejora aún que el próximo viernes, ante la Real Sociedad en Anoeta, tratará de poner la guinda al año antes del pertinente período vacacional. Terminar con una victoria en Donosti no solo inyectaría de moral al colectivo sino que allanaría el camino de la permanencia con 28 puntos ya en el casillero cuando aún restarían dos partidos para la primera vuelta (Valencia y Girona).
Con el objetivo de neutralizar el efecto Garitano, que se presentaba en Mendizorroza con una racha de dos victorias en sus dos duelos al frente del conjunto rojiblanco, puso en liza Abelardo al once que mayores garantías le viene ofreciendo en lo que va de temporada. Un planteamiento lógico y fiel al 4-4-2 donde Manu García volvió a formar dupla en la medular con Tomás Pina y el sueco Guidetti recuperó la titularidad en punta después de varias semanas de ausencia junto a ese guerrero llamado Calleri. En el horizonte del Glorioso, poner fin a una racha negativa de tres jornadas sin conocer la victoria en liga y disipar cualquier conato de crisis antes del próximo derbi ante la Real.
En este contexto dio comienzo el primer tiempo de un derbi marcado por los extremos. De un lado el albiazul, con visos reales de codearse al final del presente curso con los puestos europeos de la tabla si es capaz de aguantar el tirón; y de otro, un Athletic en horas bajas, paupérrimas por momentos, que ayer se presentaba en Mendizorroza ocupando uno de los tres puestos de descenso a Segunda. Así que la tensión y el frío se cortaban con un cuchillo, lo que inevitablemente contagió al desarrollo del juego, vibrante en los primeros instantes al calor de un ambiente espectacular en el fondo de Polideportivo, donde Iraultza 1921 se movilizó con un despliegue cromático y reivindicativo que contó con la colaboración del resto del estadio. Sobre el césped, mientras tanto, mucha tensión, demasiado juego aéreo y un despliegue físico con algunas acciones al límite del reglamento. Juego de contención, en definitiva, sin apenas ocasiones de gol claras por parte de ambos equipos, si bien fue el Athletic el que más expuso en líneas generales. La escuadra albiazul, por su parte, había mantenido el tono e incluso el control hasta el minuto 27 pero a partir de ahí se dejó llevar, dinamitó su centro del campo y basó todo su juego ofensivo en constantes e ineficaces balonazos desde su defensa al ataque, donde Calleri y Guidetti tuvieron que desplegar un incómodo juego de espaldas que apenas dio frutos. En consecuencia, el sueco se quedó en el vestuario tras la reanudación. Sobrino trató de dar más mordiente y velocidad al ataque pero la situación no distó en mucho a la del primer tiempo. Sin un centro del campo reconocible ni bandas por donde abrir el juego, la propuesta albiazul se resumía a un continuo patapún hacia adelante en busca de un rechace o segunda jugada. Las pérdidas en ambas escuadras eran una constante y las ocasiones de peligro se contaban con los dedos de una mano. Córdoba lo intentaba en el 51’ con su pierna buena pero una manopla providencial de Pacheco evitaba de nuevo que el conjunto rojiblanco se adelantara en el marcador. Consciente de lo mucho que su equipo se jugaba, Garitano movió su banquillo y dio entrada a Muniain y Williams. Abelardo, mientras tanto, apuró sus movimientos hasta los últimos veinte minutos, cuando dio entrada a Borja Bastón y Burgui para mantener fresca la pólvora albiazul. Pero no pudo ser. Todo estaba ayer demasiado atado y controlado como para evitar un disgusto, así que el empate satisfizo a ambas partes.
Rigor defensivo. Se impuso más que nunca sobre la capacidad ofensiva. Todo ayer fue orden y trabajo en ambas áreas, lo que ofreció un espectáculo poco convicente para la grada.
Sin centro del campo. Lo mucho que había en juego, especialmente en el Athletic, provocó una maraña de hombres en la medular que imposibilitó cualquier tipo de transición, tanto por dentro como por las bandas, que ayer no existieron para el Alavés.
Pacheco, providencial. En su línea general, el meta volvió a desbaratar con gran acierto las pocas, pero claras, ocasiones de gol del Athletic.
En un partido áspero, rocoso e incómodo como el de ayer, la figura del central volvió a ser clave tanto para mantener el orden colectivo como a la hora de ayudar a sus compañeros.
Le tocó bailar con la más fea, siempre de espaldas y con un juego aéreo permanente, Sin embargo, ayer su actitud e ímpetu resultaron intachables, aunque el día y el juego no le beneficiaron.
Sin margen. Sin centro del campo ni bandas, el partido se convirtió en un previsible frontón donde se cuidaron al máximo los detalles y los errores apenas cobraron vida. Abelardo intuyó un partido así de áspero y por eso dio entrada a dos arietes tan físicos como Calleri y Guidetti, que cumplieron con lo suyo en favor del grupo, que ayer apenas hiló dos pases seguidos ni enlazó una jugada de peligro.