Vitoria - Si la ausencia del joven Martin en el lateral derecho fue una decisión que llamó la atención a no pocos periodistas y aficionados, la alineación de John Guidetti en el once titular ya fue para nota. Habida cuenta de su escasa participación en lo que va de temporada, donde el sueco apenas había disputado 282 minutos hasta ayer, su incursión en el equipo no pudo más que entenderse como una decisión muy meditada del Pitu Abelardo, consciente de primera mano del estado físico y anímico de su jugador y, en consecuencia, motivado para dar el paso de incluirle en el once de salida teniendo en cuenta lo que intuía que podía ocurrir sobre el césped. Que no fue otra cosa que asistir a un permanente juego aéreo por parte de ambos equipos donde el despliegue físico del sueco, ayer, quizá podría resultar clave para la obtención de rechaces y segundas jugadas. Así lo interpretó el técnico asturiano y así lo ejecutó el punta internacional, que desde el primer minuto hizo de cada disputa una batalla y se partió el pecho con cuantos rojiblancos se encontró en el camino. Prueba de ellos es que terminó la primera parte con tres faltas ofensivas y un físico tocado que apenas le daba una tregua. Fue el suyo ayer un duelo tremendamente complejo e incómodo para un delantero donde no hubo posibilidad de lucimiento alguno ni mucho menos alguna ocasión de gol. Aspectos que, de cara al aficionado, penalizan y mucho la imagen de un punta. Más en el caso actual de Guidetti, al que desde su regreso del Mundial de Rusia se mira con sospecha cada vez que salta al campo.

El derbi de ayer ante el Athletic no fue una excepción, si bien su actitud e ímpetu sí estuvieron a la altura de lo que se espera de un jugador del Alavés, lo que no concedió el perdón de la grada, que apenas se percató de su ausencia hasta que Sobrino le sustituyó en el descanso. Aunque no era el de ayer un partido para la reivindicación, la sensación que subyace en el imaginario albiazul es que el punta sueco volvió a desaprovechar otra bala en su propio beneficio a la hora de equipararse con sus compañeros de batida (Calleri, Bastón y Sobrino) y que el tren este curso no espera a nadie, por mucho que uno sea el único integrante de la plantilla que el pasado verano tomó parte en la cita futbolística más importante del mundo. Guidetti lo sabe y Abelardo también. Ahora solo resta que su supuesto trabajo entre semana en Ibaia le vuelva a conceder una oportunidad y que el encuentro en cuestión se ajuste a un perfil más ofensivo. Quizá entonces Mendizorroza le conceda la bula y entone de nuevo aquella canción tan pegadiza en su nombre que el curso pasado tanto entusiasmo despertaba...