El gol fue la gran diferencia ayer entre un Deportivo Alavés que se cansó de fallar ocasiones, algunas de ellas clamorosas, ante un Atlético de Madrid que demostró un acierto casi pleno en sus remates. Una cuestión de efectividad, o de falta de la misma, que decantó la victoria del lado local en un duelo inusualmente abierto entre dos contendientes que se caracterizan por ser fieros defensores y que ayer concedieron al contrincante muchas más oportunidades que de costumbre. Supo manejarse a la perfección el equipo de Diego Simeone para castigar la tibieza en la contención de la defensa vitoriana en la acción que condujo al 1-0 a los 25 minutos para luego dedicarse a buscar los contragolpes que condujeron al abultado 3-0 final que en nada se corresponde a lo que se pudo ver sobre el verde del Metropolitano. Y es que si defensivamente no tuvo El Glorioso su mejor actuación, en el ataque solo le falló la puntería para tener, como mínimo, la opción de meter miedo al conjunto rojiblanco.

Planteó Abelardo el mismo once que ante el Sevilla, repitiendo de nuevo el dibujo con trivote que ha empleado ante todos los grandes, pero en esta ocasión no fue capaz de sembrar de minas su zona defensiva. El Atlético se encontró con unas facilidades inusitadas para alcanzar zonas de peligro en los minutos iniciales, aunque, como contrapartida, también el cuadro albiazul se estiró mucho más que en anteriores visitas al cuadro rojiblanco. Por momentos, un correcalles de desbarajuste táctico, muy contrario al ideario de dos entrenadores que gustan del orden y concierto.

En ese ir y venir de los primeros compases quedó espacio también para una sucesión de encontronazos y entradas de considerable dureza. Jugadores de uno y otro equipo no dudaron a la hora de enseñar los tacos de sus botas, lo que propició que Hernández Hernández tuviese que echar mano a las amonestaciones. Incluso en alguna acción se quedó corto con el color de la tarjeta el canario, que bien pudo haber expulsado a alguno de los infractores.

De ese ir y venir sin demasiado orden ni concierto se acabó aprovechando el equipo de Simeone para castigar la tibieza defensiva de los vitorianos. Una apertura de Lemar para la incorporación por la derecha de Arias, un centro completamente liberado del lateral y la aparición de Kalinic en el área pequeña ganándole la partida a Navarro para marcar con la barriga a los 25 minutos de juego.

Es el 1-0 un resultado con el que el Atlético suele vivir con absoluta tranquilidad, pero no se vio ayer la versión habitual del cuadro madrileño que ahoga a sus rivales y apenas les deja un resquicio a la esperanza. Muchos espacios, facilidad para llegar hasta la zona de tres cuartos e, incluso, problemas a la hora de despejar los balones que llegaban a su área. Pero de esta situación tan rara de ver con los de Simeone como rivales no fue capaz de sacar provecho un Glorioso en exceso errático en el pase e incapaz de explotar las situaciones de superioridad que se generaban por los costados por culpa de su propia inseguridad con el esférico. Hasta el descanso, dos equipos incapaces de hacerse daño.

Acumulación de fallos Cambió Abelardo de sistema hacia el 4-4-2 tras el intermedio, sacrificando a Wakaso para dar entrada a Bastón. Cogió el Alavés el peso del partido, pero a punto estuvo de verse sentenciado a las primeras de cambio con un cabezazo de Giménez en un saque de esquina que se estrelló contra el palo. El reflejo de lo que iba a ser el partido en el segundo acto, con el cuadro visitante con una mayor posesión y el local buscando su oportunidad con muchos espacios por delante.

El recién ingresado Bastón, Ibai y Calleri metieron el miedo en el cuerpo de un Metropolitano que veía al Cholo quemar sus cambios para fortalecer su entramado defensivo ante las constantes acometidas vitorianas, que explotaba las bandas con un bombardeo de centros sobre los dominios de Oblak.

Encaró El Glorioso el tramo final instalado en el área rojiblanca, pero de su incapacidad para atinar en sus remates y una contra tras un rechace llegó la resolución de la victoria local. El esfuerzo de Laguardia no fue suficiente para contener a un Griezmann que se encontró con un balón rechazado del palo para ampliar la renta. Lo siguió intentando el Alavés sin fortuna alguna en sus oportunidades -inexplicable lo que falló Bastón, por ejemplo-, antes de que Rodri consiguiese el tercer tanto colchonero y evidenciara que el resultado de ayer fue una mera cuestión de diferentes niveles de efectividad en el remate.

Débil en las áreas. El Alavés firmó una actuación defensiva muy lejos de su nivel de solvencia acostumbrado y lo apagó pagando con tres goles encajados ante un Atlético de Madrid muy efectivo. Precisamente, ese acierto en el remate fue el que le faltó al equipo vitoriano a la hora de definir sus muchas oportunidades, ya que tanto con 1-0 como con 2-0 disfrutó de claras ocasiones para meter en serios apuros al conjunto rojiblanco.

Flojas defensas. Alavés y Atlético son dos equipos que se caracterizan por ser muy solventes en el apartado defensivo, pero ayer estuvieron excesivamente tibios en ese aspecto y permitieron a su oponente muchas más ocasiones de gol que de costumbre. Para el cuadro albiazul fue clave, ya que esa endeblez le costó el 1-0 e ir a remolque todo el partido.

Sin puntería. El cuadro albiazul jugó la segunda parte instalado en los dominios del conjunto madrileño, disfrutó de muchísimas ocasiones, alguna de ellas clamorosa, pero no fue capaz de marcar ese gol que le metiese el miedo en el cuerpo al Atlético antes de que llegasen los dos goles que cerraron el 3-0 definitivo.

El madrileño, que entró en la segunda parte, representa a la perfección la imagen del Alavés. Mucho ímpetu, varias ocasiones clarísimas y nada de acierto. Muy metido, pero sin fortuna.

Muchos problemas a lo largo del partido, como la ventaja que le sacó Kalinic en su marcaje para marcar el 1-0. Se metió en unas cuantas refriegas y no estuvo demasiado acertado.