Asegura un conocido refrán que cuando un cántaro va mucho a la fuente termina por romperse pero, desgraciadamente, hay excepciones que demuestran que esta máxima no siempre se cumple. Y una de ellas se produjo en la noche de ayer en Girona. El Deportivo Alavés rubricó ante la escuadra catalana uno de sus encuentros más productivos en el aspecto ofensivo del juego pero, sin embargo, ello no se tradujo en la recompensa que se perseguía. Lo que se convirtió, desgraciadamente, en la principal causa de que El Glorioso se tuviera que despedir por esta temporada del torneo del K.O.

Porque la realidad es que muy pocos peros, por no decir que ninguno, se le pueden poner a la puesta en escena vitoriana en Montilivi. El desgraciado gol encajado en el tiempo de descuento en Mendizorroza que certificó el definitivo 2-2 del choque de ida le obligaba a imponerse en la cita de ayer si quería acceder a la siguiente ronda pero esa exigencia no le pesó en absoluto.

Lejos de acusar la responsabilidad y le necesidad de llevar el peso de la contienda para tratar de acceder a la portería del veterano Iraizoz, el Alavés ofreció su perfil más solvente y sacó a relucir una faceta que habitualmente prefiere conservar a buen recaudo. De esta manera, olvidó por un día su condición de experto en contemporizar el juego esperando que el paso de los minutos le sitúe delante de una ocasión que acostumbra a no desperdiciar y prácticamente desde el pitido inicial asumió la iniciativa.

Un control en el juego que no se limitó a disfrutar de una posesión estéril sino que, poco a poco, se tradujo en un caudal cada vez más generoso de ocasiones ante la portería gerundense. Borja Bastón dio el primer aviso mediado el primer periodo, Dani Torres continuó con el asedio y Burgui -el albiazul más activo- protagonizó un sprint final en el que el equipo rozó el gol, especialmente con dos disparos del extremeño, uno que detuvo Iraizos y otro que se estrelló en el poste. Cuando más caliente estaba El Glorioso llegó el descanso pero la pausa no enfrió a los vitorianos.

Así en la reanudación todavía se incrementó más el dominio visitante, generando ocasiones aún más claras. Comenzaba a atisbarse, sin embargo, lo que acabaría convirtiéndose en la tumba de los vitorianos. Y es que por mucho que lo intentaban -y por juego merecían- se estrellaban continuamente contra el impenetrable muro de su incapacidad para dar con la fórmula que les permitiera abrir el marcador. Bien por errores propios en la suerte suprema de la definición o por aciertos del guardameta local, el 0-0 inicial parecía inamovible.

Hasta que, justo al sobrepasarse la hora de juego, por fin llegó la merecida recompensa a todo el esfuerzo albiazul. Tuvo que ser en cualquier caso el rojiblanco Alcalá quien anotara en su propia puerta, puesto que el remate inicial de Borja Bastón en su claro mano a mano con Iraizoz no llegó a sobrepasar la línea de gol.

Ese cambio de escenario agrandó aún más la confianza de un Alavés que se lanzó a por la sentencia definitiva ante un adversario completamente desnortado. Así, se sucedieron nuevas opciones inmejorables para firmar el segundo pero, nuevamente, sin éxito. Nada menos que dieciocho remates -ocho de ellos entre los tres palos- realizó ayer un Alavés que, sin embargo, acabó pagando muy cara su falta de eficacia. Porque el Girona aprovechó los numerosos perdones vitorianos para darle la vuelta al marcador. Pese a todo, y a la lógica concesión de ocasiones al cuadro catalán al volcarse en ataque, El Glorioso todavía se acercó con peligro a las inmediacones de Iraizoz. Pero, desgraciadamente, el cántaro no se rompió.