Todo estaba preparado para la gran fiesta. Los novios, las invitaciones, el restaurante, la música e incluso el menú. Sin embargo a la celebración le faltaron esta vez las velas y el aniversario quedó en agua de borrajas. Bajo este símil comparecía ayer el Glorioso en Montilivi justo un año después de apuntalar con aquel histórico 2-3 (hat trick de Ibai Gómez) las bases del milagro que meses después le permitiría mantenerse una temporada más en Primera División. Comparecía otra vez el Alavés en Girona, solo que esta vez con la Copa del Rey en juego. O, siendo más exactos, con el pase a los octavos de final a cara o cruz. El empate (2-2) de la ida en Mendizorroza obligaba al equipo de Abelardo a sumar la victoria y a ello se afanó durante buena parte del encuentro, sin embargo la falta de efectividad en ataque -dispuso de hasta 14 remates a puerta- acabó lastrando un sueño que ya es historia, al menos por la presente temporada.

La segunda unidad con la que el técnico asturiano trató de sellar el pase de ronda cumplió con lo que se esperaba. Mantuvo el carácter competitivo desde el primer momento y nunca perdió la cara al partido. La mala suerte, sin embargo, precipitó las cosas y tumbó al Alavés, que a partir de ahora ya tiene su hoja de ruta bien definida.

batería de ocasiones Con las novedades en el once anunciadas por el técnico albiazul en los días previos saltó el equipo al mismo césped donde el 4 de diciembre del pasado año se produjo el milagro. La segunda unidad asumió el rol de la titularidad e imprimió al partido un ritmo y una presión alta desde los primeros instantes que incomodó sobremanera al Girona, acostumbrado a llevar siempre la manija del partido cuando ejerce de local. Ayer, sin embargo, la escuadra catalana no fue capaz de interpretar su guión, entre otras cosas porque el Alavés no le dejó. Se empeñó desde el principio en apretar al cuadro de Eusebio y dificultar su salida del balón, y por ahí llegaron las ocasiones más claras de la primera mitad, firmadas por Bastón (20’), Dani Torres (23’) y Burgui por partida triple, destacando un disparo seco desde fuera del área en el 44’ que Iraizoz desvió a córner cuando ya se cantaba gol, y, sobre todo, un disparo lateral envenenado que se estrelló contra el palo un minuto después.

sivera, estelar Con esa sensación de superioridad ante un Girona que se revolvía de incomodidad encararon ambas escuadras el túnel de vestuarios y con la misma actitud y desparpajo se incorporó el Alavés tras el descanso, embotellando como un ciclón a su rival en su propio campo y asumiendo el control del ritmo y el balón hasta ir ganando yardas como si de un partido de fútbol americano se tratase. Y así, como era previsible, comenzaron a llegar nuevas oportunidades. Sobrino la tuvo en un cara a cara con Iraizoz dentro del área que el navarro despejó a córner y en el 61’ llegó el primer gol de la noche, obra de Alcalá en propia meta al tratar de despejar un remate de Bastón dentro del área. El tanto hacía justicia a lo que hasta entonces estaba ocurriendo sobre el terreno de juego.

Lejos de replegarse tras la ventaja, la escuadra albiazul mantuvo el mismo ritmo y la presión que en la primera mitad, lo que dio lugar a una nueva batería de ocasiones que, para su mala suerte, se estrellaron contra un muro llamado Iraizoz. Se desesperaban Burgui y Sobrino, mientras que Sivera, por partida doble, evitaba el empate en el 71’, pero en un falta posterior en la frontal del área, consecuencia de un pésimo despeje de Brasanac y un lamentable control de Bastón, Granell empataba el partido tras desviar Calleri su disparo. El gol espoleó a los locales, que tocaron arrebato. Portu dio la vuelta al marcador siete minutos después libre de marca en el área albiazul y Bastón a punto estuvo de forzar la prórroga a falta de cinco para el final. Pero ayer no era el día. Y eso que otros dos paradones de Sivera en las postrimerías (88’ y 89’) evitaron un marcador más abultado.

Sin acierto ofensivo. Quizá fue el de ayer el partido del ‘Glorioso’ con mayor incidencia ofensiva de la temporada con nada menos que 14 remates, sin embargo esa circunstancia no se materializó en forma de gol y el equipo acabó pagándolo con creces.

Buen papel de la segunda unidad. A pesar de la derrota, la segunda unidad albiazul que ayer saltó al césped de Montilivi mantuvo el espíritu competitivo y la capacidad de sacrificio de los compañeros que suelen jugar de manera habitual, lo que sin duda confiere al proyecto de Abelardo un aval con garantías de cara a los próximos compromisos ligueros.

Valiente. Jugó sus bazas Abelardo en Montilivi y apostó de salida con un 4-4-2 tremendamente físico y ofensivo que por momentos, y fueron muchos a lo largo del partido, terminó por embotellar al Girona de su colega Eusebio en su propia área. Sin embargo, la falta de acierto de cara a gol penalizó al conjunto albiazul, que así y todo nunca dejó de creer en la remontada, como ya hizo el año pasado.