Vitoria - Decía Jorge Valdano en su época primigenia como entrenador que el fútbol suele ser un estado de ánimo y que el comportamiento de un jugador sobre el terreno de juego responde muchas veces más a un impulso emocional que a un rigor técnico o táctico, por muy bueno, sensato y competitivo que éste pueda llegar a ser. Visto con esta perspectiva la aseveración del que fuera jugador del Deportivo Alavés en los 70, Ibai Gómez es hoy por hoy, además de un talismán para su equipo -siempre que marca el Glorioso gana- un jugador inmensamente feliz dentro y fuera del campo, empeñado en hacer mejor a quienes le rodean y consciente del porqué de su actual estado de bienestar. Basta con echar un vistazo a la leyenda que encabeza su cuenta en Twitter -“Haz de tu vida un sueño y de tu sueño una realidad”- o escucharle hablar en público para percatarse de que la elección que hizo hace dos veranos cuando abandonó Lezama para embarcarse en Ibaia estaba cargada de buenas razones. “Vine al Alavés para ser feliz jugando y llevo cuatro jornadas en las que lo estoy siendo”, reconoció ayer el interior de Santutxu ante los medios, donde volvió a mostrarse cauto y comedido a pesar de la euforia colectiva y personal que rodea al equipo en estos momentos.

Consciente de que este punto justo de madurez en el que se encuentra juega a su favor en su último año de contrato con el Alavés -finaliza su relación el 30 de junio de 2019, motivo que ha llevado ya a Sergio Fernández a iniciar las conversaciones para su renovación ante los rumores, cada vez más insistentes, de un posible regreso al Athletic de Berizzo el centrocampista analizó ayer la actualidad albiazul desde un prisma global y desveló algunas claves para entender la evolución de un jugador que tocó el cielo con Marcelo Bielsa en San Mamés pero que poco después descendió a los infiernos de la mano de Ernesto Valverde hasta el punto de no sentir la más mínima ilusión por seguir jugando al fútbol. “En mi última campaña en el Athletic no era yo ni como persona ni como futbolista. Jugaba con una presión difícil de superar”, llegó a reconocer en su día.

Para su suerte, sin embargo, ángeles de la guarda como Adolfo Madrid, que se encarga de su preparación física, José Vilariño, su fisioterapeuta, y Endika Montial, que cuida su nutrición, recuperaron su autoestima con la ayuda de técnicos como Mauricio Pellegrino y Abelardo, y amigos íntimos como Marcos Llorente, hoy en el Real Madrid.

El resultado fue, y es, un Ibai Gómez nuevo y renovado, empeñado cada día en seguir creciendo a base de pildorazos de felicidad. “Hace años me decían que no aguantaba 60 minutos y ahora termino los partidos en el descuento con esfuerzos físicos importantes como el del domingo”, refrescó ayer el jugador. “Estoy muy contento con mi capacidad física pero hay más cosas que aparecer en un partido con balón”, abundó el vizcaíno, satisfecho con la decisión del club de “mantener el bloque” del curso pasado, que es capaz de competir contra todos. Por último, y en el plano más personal, reiteró el jugador que su mentalidad en estos momentos es la de siempre, “mejorar a nivel individual para hacer crecer al equipo”.