El Deportivo Alavés cedió ayer a la lógica en el bautismo liguero del Camp Nou. Ni el titánico ejercicio de resistencia durante más de una hora ni las numerosas paradas de Pacheco ni el destajista esfuerzo de un equipo limitado a defenderse como gato panza arriba fueron argumentos de peso para retornar a casa con un buen sabor de boca. Hasta pudo sentirse afortunado el conjunto vitoriano por regresar a casa con un 3-0 en contra viendo el torrente de ocasiones que generó el Barcelona a partir de la media hora.

Ante Messi, no hay antídotos que valgan y el argentino terminó marcando la diferencia con independencia de su falta de rodaje en la temporada recién iniciada. Anotó dos goles, lanzó otros dos balones a los postes y abusó de un Alavés todo pundonor al que le abandonó el físico en la segunda mitad y que, cuando se abrió en busca del empate, pudo recibir incluso un tanteador de escándalo. Tampoco conviene dramatizar, a la postre, por una derrota que entraba en casi todos los cálculos. Ni el Camp Nou ni el gigante blaugrana constituyen una vara de medir para una tropa solidaria, enérgica y voluntariosa como la alavesa que demanda algún fichaje y en próximos compromisos deberá tener sí o sí un talante más ofensivo.

Porque Abelardo apostó ayer por un once de un marcado perfil defensivo con un trivote y la ausencia de un delantero centro. El plan albiazul de partido era claro: reducir al máximo los espacios, cortocircuitar la clarividencia culé y apostar con claridad por la velocidad de Sobrino como punta de lanza. Como cabía esperar, el Barcelona se apoderó del balón con posesiones interminables ante un visitante albiazul bien pertrechado atrás y dispuesto a seguir a rajatabla el único plan posible para sorprender al gigante culé.

Pese a estar colgado permanentemente de la portería de Pacheco, el Alavés apenas sufrió sobresaltos a nivel defensivo en la primera media hora con un anfitrión muy previsible e incapaz de alterar un ritmo parsimonioso. La monotonía, eso sí, se vio alterada por el de siempre en vísperas del intermedio. Primero con un magistral lanzamiento de falta que se estrelló en el larguero y a renglón seguido con una asistencia de libro a Dembelé que el francés desbarató con un lanzamiento de lo más inocente. El tiroteo contra el equipo vitoriano fue in crescendo a medida que pasaban los minutos y solo la deficiente puntería de los delanteros de Valverde permitió prolongar el sueño de la conquista de un punto en la guarida blaugrana.

El dominio catalán se intensificó tras el intermedio con la primera modificación del técnico local. Coutinho ingresó por Semedo añadiendo más dinamita a un Barcelona lanzado que, a medida que avanzaba la velada, dio un paso adelante y corrió riesgos cada vez más evidentes. Fernando Pacheco se multiplicó con notables intervenciones hasta que el peso de la lógica hizo acto de presencia con el enésimo golpe de genio del astro rosarino.

El ejercicio de supervivencia protagonizado por el Alavés se desmoronó con un sutil lanzamiento de falta de Messi. Acostumbrado en infinidad de ocasiones a colar el balón por la escuadra, esta vez aprovechó el monumental error en la barrera vitoriana -Torres y Maripán saltaron antes de tiempo- para batir por bajo al héroe albiazul. Tarde o temprano, era algo que se podía intuir ante la ambición de unos y el conservadurismo de otros. Una pizca de fortuna y el bajo tono físico de Suárez, muy torpe y lento en los últimos metros, evitaron un marcador más abultado para los culés, eso sí con el miedo en el cuerpo en algunas acciones a balón parado.

Tras el 1-0, el Alavés adelantó las líneas y subió su línea de presión revitalizado por los cambios más ofensivos de Abelardo. Con un visitante cada vez más abierto y consumido ya por el esfuerzo, fue Coutinho quien enterró las últimas esperanzas de arrancar un empate en el Camp Nou. La auténtica liga albiazul arrancará la próxima semana en Mendizorroza ante el Betis, un rival más humano que el de ayer.

Se multiplicó con varias intervenciones de mérito ante los delanteros blaugranas y aplazó por momentos una derrota inevitable. Con el disfraz de héroe durante muchos minutos.

Bastante conservador. Con el margen de maniobra reducido por las lesiones y la falta de fichajes, apostó por un once defensivo con un trivote y sin delantero centro. El equipo se mostró solidario y disciplinado, pero no inquietó en ningún momento a un Barcelona que incrementó el ritmo tras el descanso. Cuando hizo cambios ofensivos y llegó el cansancio, la brecha en el marcador se hizo más patente.

Sigue sin despejar las dudas. Se cargó al inicio con una tarjeta por una falta sobre Busquets, perdió algún balón que pudo costar caro y fue incapaz de brindar consistencia en alguna faceta.

La astucia de Messi. El argentino desequilibró la velada con un lanzamiento lleno de veneno desde la frontal. Acostumbrado a alojar el balón por la escuadra, en esta ocasión sorprendió a la defensa albiazul con un lanzamiento por debajo de la barrera.

Pacheco, insuficiente. Si el Alavés resistió en pie más de una hora en el Camp Nou, fue básicamente gracias a la sobria actuación de su portero, que se puso la capa de héroe en varias acciones pero no pudo evitar lo inevitable.

Desequilibrio latente. El conjunto vitoriano tan solo se limitó a defender en la Ciudad Condal. Tras el descanso, no tuvo nada que hacer cuando el Barcelona incrementó el ritmo.