vitoria - Desde hace miles de años la naturaleza ha sido capaz de mantener un casi perfecto modelo de producción para que los seres vivos que habitan la Tierra puedan subsistir más o menos cómodamente. Gran parte del secreto reside en la capacidad de alternar los diferentes productos que ofrece de tal modo que siempre haya algo de lo que poder echar mano. Cada fruto tiene su propio ritmo de crecimiento y las diferentes cosechas se suceden permitiéndose también un prudente periodo de descanso para oxigenarse -al menos, antes de la salvaje intervención del ser humano-. Pues bien, algo muy similar a esto puede comtemplarse también en otro ecosistema muy particular, como es el fútbol de alto nivel.
No son pocos los jugadores que precisan de unas condiciones o unos ritmos concretos para ofrecer el máximo de su rendimiento. Dentro de ese hábitat, explotan sus capacidades pero, fuera del mismo, se transforman por completo. Sin llegar a esos extremos, bien puede decirse que el Deportivo Alavés cuenta con un integrante que parece regirse por estos ciclos naturales. No es otro que Rubén Sobrino.
El de Daimiel ha demostrado sobradamente que puede producir frutos de lo más jugosos, pero también que necesita de un prolongado periodo de maduración. Porque el joven futbolista albiazul parece haberse especializado en las segundas vueltas de los campeonatos. Así lo hizo el pasado ejercicio en su estreno con la zamarra alavesista y en el presente curso no solo lleva el mismo camino sino que ha acentuado este comportamiento.
La siempre fría estadística lo refleja bien a las claras. Con Mauricio Pellegrino en el banquillo, se pasó prácticamente todo la primera mitad del pasado curso calentando un asiento en la grada al no entrar ni siquiera en las convocatorias del argentino. La brillante participación del Glorioso en la Copa del Rey, sin embargo, le abrió la puerta del vestuario y le concedió una oportunidad que no desperdició. Así, en el tramo final de la campaña se convirtió en una pieza más que útil y terminó disputando 502 minutos de Liga repartidos en 11 partidos (5 de ellos como titular).
Con la compra de sus derechos al Manchester City, el club del Paseo de Cervantes apostó fuerte por él y parecía destinado a ser uno de los jugadores importantes del equipo esta temporada.
Sin embargo, pese a que arrancó como titular en las dos primeras jornadas, el globo pronto comenzó a desinflarse. Arrastrado por el pésimo nivel general del equipo, Sobrino fue perdiendo protagonismo hasta terminar relegado a un papel casi residual. Así, hasta la jornada 19, únicamente disputó 295 minutos de Liga. Algo que cuesta creer viendo la importancia actual del manchego en los esquemas de Abelardo.
Porque, una vez más, la segunda vuelta ha sido el ecosistema perfecto para que explote sus condiciones. Con la muleta también de la Copa del Rey ha ido recuperando terreno dentro del equipo hasta hacerse con un puesto en el once inicial. Desde que se cruzó el ecuador del torneo de la regularidad, Sobrino ha participado en los doce encuentros que se han disputado, haciéndolo además con una importante ración de minutos (752). De esas doce citas ha sido titular en ocho, las cinco últimas de manera consecutiva. Su polivalencia le ha permitido ocupar diferentes posiciones del ataque y ha contribuido a la ofensiva albiazul con dos goles. Su velocidad, la frescura física y el mordiente con el que adereza su juego han dotado al Alavés de un argumento muy válido para desarbolar a las defensas rivales y sus compañeros de vanguardia se han beneficiado de ello.
En definitiva, la cosecha que está ofreciendo el futbolista manchego desde hace ya unas cuantas semanas bien puede recibir la catalogación de notable. El desafío que tiene sobre la mesa, claro está, es que acortar su periodo de maduración para que los frutos puedan recogerse antes.