Parece la historia reciente de El Pitu Abelardo una de esas fábulas de fantasía con final feliz. Un cuento de hadas imposible de creer sino fuera porque la naturaleza del titular en este caso no estropea la realidad. Al técnico albiazul se le contrató el pasado mes de diciembre para sofocar con urgencia un edificio en peligro de derrumbe y no solo lo ha conseguido en este corto periodo de tiempo sino que lo ha hecho además ofreciendo la sensación de que la resurrección del muerto no ha hecho más que empezar. Después de los fracasos previos de Luis Zubeldía -que apenas dirigió al equipo en cuatro partidos- y Gianni De Biasi después -al frente del Glorioso en otros seis-, no fue nada fácil la contratación del técnico por parte del club. El primer intento tuvo lugar tras la destitución fulminante de Zubeldía, una apuesta personal del director deportivo, Sergio Fernández, que no cuajó en absoluto. Su tardía incorporación al equipo y la demora a la hora de completar la plantilla generaron un caldo de cultivo propicio para que todo saliese mal. La dolorosa derrota en casa ante el Villarreal (0-3) en la jornada cuarta precipitó los acontecimientos. Con su salida, Fernández quedó tocado y perdió confianza dentro de la directiva, que no atendió al sustituto que tenía previsto, Abelardo, con el que estuvo reunido en un hotel en Bilbao. La directiva apostó en cambio por la experiencia de un veterano como De Biasi, muy del estilo de la junta directiva. El proyecto del italiano, sin embargo, tampoco cuajó y si bien hubo algunos chispazos que invitaron al optimismo, su segunda aventura en la liga española se evaporó al de seis partidos. Herido casi de muerte entonces, se lanzó el Alavés a la búsqueda por el tercer técnico de la temporada -el cuarto en realidad si se contempla al temporero Javi Cabello-, donde de nuevo Sergio Fernández puso el nombre de Abelardo sobre la mesa. Como quiera que el asturiano seguía sin ser de la confianza de la directiva, hubo que esperar hasta el no a última hora de Paco Jémez, el preferido en la zona noble del club, para confirmar casi por descarte al Pitu Abelardo, en paro entonces y con el que alcanzó un acuerdo hasta final de temporada que a día de hoy, según ha podido certificar este diario, no incluye ninguna cláusula de continuidad al frente del equipo en caso de lograr la permanencia en Primera, el objetivo fundamental que se le encomendó. Una circunstancia que llama poderosamente la atención no ya tanto por la espectacular racha de resultados que está consiguiendo el técnico sino por la aparente falta de confianza depositada en alguien a quien el club fió parte de su supervivencia. Sea como fuere, tampoco la existencia de este tipo de cláusulas en el Deportivo Alavés son garantes de nada. Sirva como ejemplo el ascenso a Primera logrado por José Bordalás hace dos temporadas, reflejado en su contrato como aval suficiente para continuar la temporada siguiente en el banquillo. No ocurrió así y el alicantino se quedó sin equipo en aquel verano de 2016.