Vitoria - Está llenando, y con razón, titulares el nombre de Abelardo Fernández por la sensacional racha que el asturiano ha protagonizado desde su llegada. No es para menos, pero, más allá de los números, hay que valorar sobre todo la capacidad del entrenador para recuperar anímica y futbolísticamente a una serie de jugadores que antes de su llegada se encontraban muy lejos del mínimo que se exige en futbolistas de Primera División y que ahora están ofreciendo un rendimiento sobresaliente. La transformación que ha vivido el equipo habla bien a las claras de un técnico que en el plano futbolístico ha evidenciado un calibre mayor, pero en la mejoría que ha vivido cada uno de los individuos que componen el grupo hay también un profuso trabajo que también habla de manera extraordinaria de la labor psicológica que ha desarrollado el técnico gijonés.
El Alavés previo a Abelardo era un equipo moralmente destrozado en el que la mayoría de los jugadores estaban rindiendo muy por debajo de su nivel real. Un bucle irrefrenable constantemente repetido que había conducido a una caída en picado que iba cada vez a peor. Nadie podía creerse que esos futbolistas, muchos de ellos de brillante pasado, fuesen tan malos como estaban demostrando, pero la realidad se encargaba de contradecir casi en cada partido semejante afirmación.
Que esos jugadores no eran tan malos como se estaba viendo se ha podido comprobar en la reciente racha ganadora. La sensación de que muchos no daban el nivel mínimo exigible para competir en Primera División ha dado paso a un rendimiento completamente acorde con la categoría y también con las previsiones que hizo el club en sus contrataciones.
Un claro ejemplo lo puede representar un Rubén Duarte que parecía antes un coladero y que ahora se ha erigido en un lateral izquierdo solvente. O el nivel que está dando Dani Torres, el mejor desde su llegada a Vitoria hace temporada y media. Por no hablar de un Alexis que se ha erigido en pieza indiscutible tras un arranque de curso desastroso con protagonismo negativo en casi todos los goles encajados o de un Rodrigo Ely que ha recobrado la seguridad de antaño. O, una de las grandes claves del nivel actual del equipo, la puesta a punto de un Tomás Pina que es un factor clave en la mejoría del grupo tras iniciar la temporada dando un nivel paupérrimo.
Cada vez que se les pregunta, los futbolistas no dudan a la hora de señalar “el sentido común” como una de las virtudes más destacadas de su entrenador. Una persona que entró en un vestuario que psicológicamente estaba muy tocado y que ha conseguido rearmar a ese colectivo individuo por individuo. Tocando las teclas adecuadas, el preparador gijonés ha conseguido una puesta a punto física y mental excepcional que se ha transformado en la mejoría de todo el equipo y la recuperación para la causa de muchos jugadores que antes de su llegada estaban muy lejos del mínimo exigible. - B. Mallo