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1-0, minuto 73: Munir. Desplazamiento en largo de Ely a la ruptura del madrileño, que le gana la espalda a Gayà y cabecea abajo.
1-1, minuto 77: Mina. Salida la contra del Valencia facilitada por una falta de Zaza sobre Laguardia y Mina se encuentra todo el campo para definir en el mano a mano con Sivera. 2-1, minuto 86: Sobrino. Saque de falta de Munir que rebota en el brazo de Vezo y Sobrino empalma una volea al fondo de la red. PENALTIS. Pina: gol (1-0); Rodrigo: gol (1-1); Pedraza: fallo (1-1); Mina: gol (1-2); Hernán: fallo (1-2); Kondogbia: fallo (1-2); Munir: gol (2-2); Gayà: gol (2-3); Sobrino: fallo (2-3).
Amonestó a Torres (minuto 48), Maksimovic (minuto 50), Vezo (minuto 61), Pedraza (minuto 66), Kondogbia (minuto 80), Munir (minuto 80), Parejo (minuto 85), Guedes (minuto 93), Pina (minuto 96), Duarte (minuto 97) y Mina (minuto 104).
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Vitoria - El Deportivo Alavés se topó ayer con una de las verdades más dolorosas del balompié y que asegura que la justicia no existe en el fútbol. Fue El Glorioso mejor durante más tiempo en Mestalla y llegó a la vuelta en situación de desventaja. Fue infinitamente superior ayer en Mendizorroza y su único premio fue acumular un cansancio enorme para acabar eliminado. Barrió el equipo albiazul al Valencia durante los noventa minutos y un solitario error le condenó a una inmerecida prórroga. Ahí le pesaron las piernas, mientras que en los penaltis se le nublaron por completo las ideas. No mereció el equipo vitoriano caer. Lo hizo con injusticia, pero con un enorme honor.
Si hasta ayer el torneo copero había servido para repartir minutos entre los menos habituales con el equipo de los titulares centrado en la Liga, en esta ocasión Abelardo apostó de manera mayoritaria por su bloque principal y de entre su artillería más destacada solo se guardó en la manga a Munir. Con Manu aún de baja y Torres dándole relevo, respecto al pasado domingo regresó al equipo Duarte en el lateral izquierdo, mientras que Sivera y Sobrino suplieron a Pacheco y el citado delantero madrileño. En el otro bando, como ocurriera ya en la ida también Marcelino arrancó con casi todos sus mejores jugadores.
Aunque la premisa base de los dos contendientes era mantener su portería a cero, ninguno escatimó esfuerzos de salida para tratar de hacer daño a rival. Probó Parejo a Sivera en un intento de gol olímpico, mientras que la réplica albiazul llegó encadenando un par de saques de esquina que condujo a volcar su juego sobre el área visitante. Entre resbalones de unos y otros, los vitorianos trataban de conducir el partido a la locura al tiempo que los valencianistas buscaban rebajar las revoluciones con su pausa.
Fue El Glorioso quien impuso su ritmo, embotellando a los levantinos en torno a Jaume. Así, en un saque de esquina Garay cometió un penalti clamoroso por mano, aunque Álvarez Izquierdo miró para otro lado para señalar una falta en ataque de esas a las que se les suele asociar la palabra miedo. Una vez más, los diferentes raseros arbitrales dependiendo de los colores de la camiseta. De nuevo, el equipo de Abelardo atropellaba a su rival y se lo llevaba por delante, con el único fallo en su discurso de ser incapaz de perforar la portería rival -generar ocasiones cuesta muchísimo- en esos compases de enorme superioridad sobre el verde. Un gran esfuerzo que no tuvo premio alguno cuando el duelo se fue al descanso.
Ataque incesante El Alavés no varió ni un ápice su discurso en el arranque del segundo tiempo. Atacar, atacar y atacar. Con ímpetu redoblado y ya a pecho descubierto. Con Mendizorroza ya recalentado con el arbitraje arrastrando lo que se arrastraba desde el pasado domingo, cada decisión e indecisión de Álvarez Izquierdo -la más evidente, un gol anulado a Guidetti por falta clara- no hacía sino incrementar aún más grados la caldera en la que el Valencia trataba de sobrevivir sin achicharrarse.
Hubo que esperar al minutos 70 para que el equipo de Marcelino metiese el miedo en el cuerpo del alavesismo. Primero fue Sivera el que salvó ante Guedes y después fue el larguero el que mantuvo la eliminatoria viva al rechazar un remate de Kondogbia. Ante ese manguerazo para aplacar las llamas, Abelardo ejerció de pirómano y avivó el fuego con la gasolina de Hernán Pérez y Munir.
En el primer balón que tocó, el madrileño volvió a dejar claro que es el elemento diferencial de este equipo. Balón en largo de Ely, desmarque de Munir ganándole la espalda a Gayà y cabezazo abajo picado del punta para el 1-0.
Estaba conseguido lo más difícil, pero el cuadro albiazul siguió insistiendo. Con tanta insistencia que acabó cometiendo un error grave que acabó con el empate de Mina en un contragolpe en el que el recién ingresado punta se plantó solo ante Sivera. Pero esa acción estuvo marcada por un toque de Zaza en la espalda de Laguardia para generar esa situación de ventaja. Con el rasero aplicado en el otro lado, falta.
Lo volvía a tener el Alavés todo perdido, pero ya todo el mundo sabe que este equipo nunca se rinde. Buscó de nuevo la portería y la volvió a encontrar en una falta de Munir que rebotó en el brazo de Vezo para quedar muerta y que Sobrino machacase una volea a la red que llevó la eliminatoria a la prórroga.
Físicamente destrozado En el tiempo suplementario el cansancio se convirtió en el gran protagonista. El cuadro albiazul había hecho un esfuerzo enorme, se había desdibujado tácticamente con los cambios y tenía su sostén en el centro del campo completamente destrozado. Un ejercicio de resistencia ante un Valencia que ya se encontraba demasiados espacios, aunque tampoco le sobraban las fuerzas. Emergió Sivera para salvar dos ocasiones de Rodrigo y Mina, reclamó Demirovic un penalti y se fue la eliminatoria a unos penaltis muy mal ejecutados por los albiazules -Pedraza, Hernán y Sobrino fallaron sus lanzamientos-, que cayeron con tanto honor como injusticia.
Brillante de nuevo. El Alavés fue de nuevo una apisonadora que se llevó por delante a un Valencia que durante muchos minutos fue zarandeado sin compasión por el equipo vitoriano, al que solo le faltó generar más ocasiones. El único punto negro, de nuevo la rapidez con la que el rival consiguió igualar el partido tras el 1-0. El cuadro albiazul sigue creciendo y ofreciendo una imagen sensacional.
El referente de este Alavés salió del banquillo para poner la eliminatoria de cara la primera vez que tocó el balón y después fue el jugador que más peligro generó.
El paraguayo no aportó absolutamente nada al equipo saliendo desde el banquillo cuando era uno de los pocos jugadores frescos sobre el campo. Para colmo, erró un penalti.