vitoria - Solo dos partidos en Mendizorroza le han bastado para ganarse al alavesismo. Por su particular forma de ser e interpretar el fútbol, había serios indicios antes de su llegada a Vitoria de que empastaría pronto con su nueva afición, pero solo han sido necesarios dos partidos -ante Sevilla y Leganés- para certificar la ecuación, meterse a la grada en el bolsillo y guiar la ofensiva de sus nuevos compañeros, para quien el delantero sueco ya es una referencia contrastada. Trabajó ayer de nuevo Guidetti como el que más, fijó y mantuvo a raya a la defensa madrileña e interpretó siempre con acierto las transiciones de su equipo, sin embargo se quedó sin ver puerta otra vez y eso que al menos en un par de ocasiones tuvo la oportunidad de estrenarse como goleador en su nuevo club. La más clara, en el minuto 52, cuando se adentró en el área, armó su potente pierna izquierda y estrelló el balón en el cuerpo de Cuéllar, cuyo rechace fue a parar a las botas de Pedraza para sellar el 2-0 a placer. Minutos antes, no obstante, también había merodeado el área pepinera para asistir a Munir en el primero de la tarde, que celebró con júbilo frente a la grada de Polideportivo. Sin embargo ayer, se quedó sin recompensa. No hubo presa posible y eso para un cazador de su calibre es algo difícil de digerir. De ahí que sus revoluciones fueron aumentando conforme avanzaban las manecillas del reloj y su temperamento tornó en inquietud y ansiedad por aquello de querer devolver cuanto antes la confianza que club, banquillo y aficionados parecen haber puesto en el sueco. Pero no fue posible. No vio puerta y además fue el protagonista de la jugada polémica del partido por una supuesta mano suya en el área albiazul que terminó con penalti en contra a favor del Leganés y el regreso de éste al partido. Al igual que en Copa ante el Formentera y la semana pasada ante el Sevilla, la gasolina de Guidetti volvió a durar ayer unos 70 minutos. No está el punta sueco ahora mismo para protagonizar esfuerzos que vayan más allá de este tiempo, sin embargo su sola presencia hasta entonces fija las defensas rivales y guía el potencial ofensivo de sus compañeros. Mendizorroza continúa esperando su canción.