Vitoria - Quedaba poco más de un cuarto de hora para la conclusión de un partido que el Deportivo Alavés tenía completamente dominado y en el que solo le faltaba descontar los minutos que le quedaban para paladear una nueva victoria cuando llegó una decisión de Trujillo Suárez que cambiaría por completo la dirección del encuentro y sería trascendental para que dos puntos volaran de Mendizorroza de manera del todo inmerecida. A instancias de su asistente, el colegiado tinerfeño decretó penalti por una supuesta mano de Guidetti -vistas las imágenes repetidas, es imposible determinar si el balón impactó en el codo y, si lo hizo, fue después de darle en el pecho, como reclamaba el futbolista- que nadie más vio. Gabriel metió al Leganés en el partido desde los once metros y los nervios se acabaron comiendo a un Glorioso ya completamente desquiciado y que acabó echando por tierra su hasta entonces sensacional actuación con un empate que supo a muy poco.
Trujillo Suárez, que ya perjudicó gravemente al Alavés en su visita al Betis, ya había andado muy poco fino con anterioridad al susodicho penalti en otra serie de acciones en las que siempre benefició al Leganés. Un fuera de juego muy ajustado de Munir en una acción que acabó con gol del madrileño en la primera parte, una roja a Gabriel que pasó por alto tras la agresión del brasileño a Torres o un derribo de Cuéllar a Ibai Gómez dentro del área que fue un penalti claro por mucho que el bilbaíno se tirase bastante mal. Todo ello se quedó en el tintero, aunque con el 2-0 en el marcador no parecía que fuesen a ser decisiones trascendentales de cara al desenlace del encuentro.
Tras todo ese serial, llegó el penalti de Guidetti. En las imágenes que existen no se aprecia que el balón golpee en el codo, que tampoco está excesivamente separado del cuerpo. Y, si llega a hacerlo, puede que sea justo después de tocar en el pecho del propio jugador sueco, por lo que la supuesta infracción tampoco sería tal. De todos los presentes en Mendizorroza, de uno y otro bando, el único que percibió que era una acción punible fue el asistente, ya que ni siquiera reclamaron unos jugadores del Leganés que se disponían a sacar de esquina.
A partir de ahí, llegó la pérdida de la compostura de un Alavés que se sintió gravemente perjudicado por esa decisión. Las protestas se extendieron, la grada se calentó y con el 2-1 Mendizorroza entró en un estadio de nerviosismo que se acabó pagando muy caro.
Toda la tranquilidad que se respiraba apenas unos minutos antes tornó en inquietud. El Leganés que veía el partido perdido y estaba completamente desarbolado metió la cabeza por el resquicio que le abrió Trujillo Suárez. Un agujero agrandado con la expulsión de Ely por doble amarilla. En el desmadre total que fueron los últimos minutos -y que tampoco se supo frenar desde el banquillo vitoriano, ya que ni siquiera se agotaron los cambios-, llegó el grave error de Alexis que propició el empate de Zaldua e, incluso, bien pudo el Leganés llevarse la victoria de haberse estirado un poco más el tiempo de alargue.
Con el pitido final, todos los jugadores albiazules se fueron a por el colegiado -a Guidetti, encendido, tuvieron que frenarle- que con su decisión en el penalti cambió el desarrollo de un partido que hasta entonces era dominado por el Alavés.