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1-0, minuto 74: Torres. Centro de Vralsjko al segundo palo, donde aparece Torres para rematar con la zurda.
Amonestó a Thomas (minuto 18), Savic (minuto 34), Maripán (minuto 35), Pina (minuto 55), Duarte (minuto 61), Godín (minuto 67) y Alexis (minuto 85).
El Deportivo Alavés volvió ayer de Madrid con una nueva derrota en el zurrón, pero con unas sensaciones que tienen que invitar al optimismo y que se alejan muchísimo de la deplorable imagen que este equipo venía ofreciendo no hace tanto tiempo. Con un trabajo defensivo sensacional y un derroche de litros de sudor, fue capaz de cerrar casi todas las vías de agua ante un Atlético que tuvo que encomendarse a Fernando Torres para sacar los tres puntos ante un Glorioso que hizo una labor destajista en la contención, pero al que le faltó algo de mordiente ofensiva para obtener la recompensa por la que tanto se esforzó.
De inicio, siguió Abelardo el principio de no tocar lo que bien había funcionado y el gijonés optó por repetir el mismo once titular que contra el Las Palmas. Misma disposición ante un Atlético que salió a morder, aunque a punto estuvo de verse sorprendido en una acción individual de Pedraza en la que el cordobés no fue capaz de disparar desde la frontal cuando tuvo ocasión de probar a Oblak. Se animó el cuadro albiazul con ese arranque y en los albores del duelo comenzó a asomarse con intenciones aviesas al balcón del área rojiblanco.
El equipo local se quitó de encima esa sensación de agobio con su primer remate en botas de Saúl y comenzó a hacerse con el dominio de la posesión. Eso sí, los albiazules conseguían sacar buenas contras con acierto en el primer pase, una cuestión que había fallado en partidos precedentes. Eso sí, echando mano a uno de sus recursos habituales, los colchoneros cortaban, por las buenas o por las malas, esos conatos de arrancadas siempre que podían. Munir no se escapó de unas cuantas tarascadas, aunque Pedraza conseguía saltarse las líneas de contención al galope y Duarte probaba a Oblak desde lejos.
Apenas sufría El Glorioso en defensa, pero el Atlético es uno de esos equipos que tienen capacidad de sacarse ocasiones de la nada. Así se plantó Gameiro ante Pacheco, pero Alexis en su estirada estuvo providencial para evitar el remate.
Se enmarronaba el partido, se sucedían las patadas y los duelos dialécticos, Gil Manzano se convertía en blanco de todas las iras rojiblancas. No había fútbol por ningún lado, pero en medio de semejante rifirrafe se encontró Koke con una ocasión clarísima que desbarataron entre Manu García y Pacheco. En el otro lado del campo, el Alavés seguía plantándose con peligro en la frontal, pero una vez ahí le resultaba imposible, muchas veces por falta de determinación, meter dinamita en la portería de Oblak. Una buena versión albiazul conseguía mantener las tablas al descanso.
Buscó Simeone revolucionar su ofensiva prescindiendo de uno de los cuatro mediocentros, Thomas en este caso, para dar entrada a la movilidad de Correa y, de nuevo, el Atlético pasaba a dominar la posesión. Eso sí, la profundidad brillaba por su ausencia y los escasos momentos de zozobra albiazul venían más propiciados por errores propios -se volvía a fallar en exceso en el primer pase de salida- que por acciones de calidad. Solo cuando Griezmann cogía el esférico se incrementaba la sensación de amenaza.
Como ya ocurriera en la primera parte, el Alavés consiguió quitarse de encima los agobios a base de paciencia y una defensa colectiva muy efectiva. Faltaba un chispazo en ataque para meter el miedo en el cuerpo del Metropolitano, espoleado por un Simeone con evidentes síntomas de desesperación y que quemaba los últimos cartuchos ofensivos con Carrasco y Torres entrando desde el banquillo.
El Niño, particular bestia negra alavesista en los duelos entre los dos equipos, se convirtió en ejecutor con apenas cinco minutos sobre el césped. Un centro medido de Vrsaljko desde la derecha, un movimiento perfecto de delantero centro del madrileño para ganar la espalda a la defensa y una definición con la zurda de nueve de categoría en el minuto 74 para acabar con la resistencia albiazul.
Quedaba tiempo por delante, pero fallaban ya las fuerzas y las ideas ante un oponente que en ventaja maneja los partidos a la perfección. Salvó bajo palos Duarte la sentencia y se convirtió Bojan en el refresco que el equipo necesitaba para reactivarse. El ilerdense reclamó el balón y buscó el desequilibrio a través de la individualidad, pero de nuevo se truncaba el ataque cuando había que dar el pase definitivo y así murió un encuentro con litros de sudor derrochados sin premio.
Ha conseguido alcanzar el nivel que de él se esperaba y ahora solo falta que el físico le dé para aguantar los partidos completos porque aporta un gran equilibrio al equipo.
Buen planteamiento. El Alavés hizo un muy buen trabajo de contención con mucho sacrificio de los jugadores para presionar y cerrar vías de agua. Sin apenas errores, el gol de Torres fue mucho más una cuestión de calidad que un fallo defensivo de consideración. En el otro lado de la balanza, muchas buenas salidas al contraataque se vieron privadas de peligro por las dudas en los metros finales.
El extremeño evidenció ayer unos problemas importantes a la hora de tomar decisiones en las cercanías del área, reteniendo demasiado el balón en vez de buscar la portería.
Una versión competitiva. El Alavés saltó sin miedos al césped del Metropiolitano y plantó cara a los rojiblancos con un sensacional trabajo defensivo y buenas salidas al contragolpe. Apenas sufrió en un par de acciones resueltas favorablemente con un poco de fortuna y en ataque solo le faltó buscar más el remate en una primera parte de notable.
Un gol y nada más. El Atlético acabó arreglando el partido con la entrada de jugadores ofensivo desde el banquillo, entre ellas un Fernando Torres que acabó siendo letal con un gol definitivo. Tras el 1-0, el Alavés ya no tuvo argumentos ofensivos para reaccionar y no fue capaz de meter en problemas a los rojiblancos.