Vitoria - El Deportivo Alavés recuperó esa identidad que le ha caracterizado durante los últimos años en un encuentro ante el Las Palmas en el que Abelardo consiguió hacer de su equipo un conjunto perfectamente reconocible y con un estilo que viene a entroncar claramente con lo que ha sido su historia reciente. Olvidadas las veleidades de un Luis Zubeldía que tenía en su cabeza un fútbol que para nada encajaba con lo que El Glorioso viene siendo y descartada la defensa a ultranza al estilo sálvese quien pueda de Gianni De Biasi, de la mano del preparador gijonés se ha vuelto a ver a esa versión agresiva y vertical que convierte los partidos en un campo de minas para el oponente y le cortocircuita su juego. Rozó la perfección el cuadro albiazul el viernes, desarbolando por completo al rival canario a base de empuje, sacrificio e ideas claras para acabar jugando prácticamente a su antojo hasta haber podido firmar una goleada de escándalo de haber tenido un poco más de acierto en el remate, sobre todo en la segunda parte tras el 2-0.

El Alavés de Abelardo recordó en este último partido al Alavés de Natxo González, al de José Bordalás o al de Mauricio Pellegrino. Cada uno con su estilo y sus detalles personales, pero con una idea común muy clara en sus respectivas cabezas. En esos equipos, la seguridad defensiva no era consecuencia de convertir el equipo en un frontón con la acumulación de jugadores en torno al área -precisamente, lo que pasaba con De Biasi-, sino que venía motivada por un exigente trabajo de presión y desgaste desde la primera línea. Todos ellos tenían la máxima de que el rival no se encontrase cómodo en ningún momento con esa constante presencia de jugadores cercanos al balón para buscar la recuperación y tirar luego de velocidad y verticalidad para encarar la portería rival. El técnico gijonés, muy insistente desde su banquillo en este sentido, recuperó esa presión adelantada que tan efectiva se mostró ante los canarios.

Es evidente que esta propuesta requiere de un esfuerzo físico brutal por parte de los jugadores más adelantados, pero se evidenció en este último partido que no es sacrificio y ganas de correr lo que le falta a este equipo. Hasta tal punto se incomodó al rival que apenas fue el Las Palmas capaz de generar ocasiones y, además, los errores que se provocaron el la salida del juego de los amarillos propiciaron rápidos y directos contragolpes que dieron importantes réditos.

Se pudo apreciar a la perfección que es mucho más sencillo generar peligro cuanto más cerca se recupere el esférico del área rival. Precisamente, el pecado que se acabó cometiendo en la anterior etapa con De Biasi. El italiano concedía muchos metros al oponente y acumulaba muchos jugadores en el área propia, pero las transiciones con el balón en los pies acababan siendo excesivamente largas y con muy pocos elementos, lo que dificultaba al máximo la capacidad de sorprender.

Muchísima movilidad Abelardo optó el viernes por un equipo mucho más adelantado sobre el campo, con los jugadores de ataque presionando desde tres cuartos y la defensa ganando metros para superar esa misma línea en la otra parte del campo. Consecuencia, reducción de espacios para un rival que se encontró con muchas piernas en sus intentos de circulación y que apenas se aproximó en un par de ocasiones con peligro a los dominios de un Pacheco que en otras ocasiones tenía demasiados jugadores, tanto compañeros como rivales, excesivamente cerca de sus dominios.

Si en la parcela defensiva el cambio, a mejor, ha sido evidente, del ataque también se puede hablar bien. Después hay que acertar en los remates y tampoco es que ante el Las Palmas le sobrase puntería al Alavés, pero lo que es evidente es que marcar es imposible si no se intenta. El equipo vitoriano venía siendo el equipo con menos disparos de toda la categoría y solo en el duelo contra el Valencia se había desatado. De nuevo, ante el Las Palmas fue un torrente sacando provecho de las virtudes que tienen sus futbolistas de ataque.

Que no hay un delantero centro clásico es evidente, pero la versión que se vio en el tramo final contra el Girona y el pasado viernes también es un argumento que da para marcar goles. Mucha movilidad, capacidad de desborde desde las bandas, presencia de bastantes elementos en zonas de remate y la idea clara de buscar el disparo en cuanto se pueda. Si a eso se le une que el vitoriano es un equipo poderoso a balón parado, la mejoría en el apartado ofensivo va a ser clara.

No todos los días van a salir partidos tan redondos como ante el Las Palmas -hay que decir que también el rival ayudó lo suyo-, pero Abelardo tiene una idea que en Mendizorroza ha funcionado muy bien durante la época reciente y ahí está el camino a seguir de cara al futuro para seguir creyendo que la salvación es una opción real a pesar de los malos resultados del primer tercio liguero.