Vitoria - Afortunadamente para el Alavés, la tormenta copera pasó de largo y el equipo pudo tomarse un cierto respiro después de unas jornadas de alta tensión como consecuencia de los dos últimos esperpentos ligueros, los de Getafe y Eibar, que se llevaron por delante a Gianni de Biasi y cargaron al equipo el cartel de farolillo rojo de la clasificación. Como advertía el pasado miércoles Manu García, el Alavés encontró ayer en la Copa su válvula de escape para redimir, en parte, sus pecados y de nuevo con un interino como Javi Cabello a los manos de la nave albiazul, solventó la eliminatorio de los 1/16 de final de la Copa por la vía rápida ante un Getafe pueril que en nada se pareció al que hace solo unos días borró del mapa a la escuadra albiazul en el Coliseum Alfonso Pérez. Con la primera goleada de la temporada, dio el Glorioso un paso adelante muy sustancial tanto en las esfera deportiva como anímica en la espera de poder conocer en las próximas horas al nuevo entrenador que, previsiblemente, se sentará el próximo domingo en el banquillo de Montilivi para enfrentarse al Girona. Si finalmente es el Pitu Abelardo el técnico elegido para obrar el milagro, como todo apunta en esa dirección, serán 25 las finales que deberá lidiar el asturiano para salvar al equipo de la quema de Segunda División.

Mientras tanto será Javi Cabello quien mantenga el pulso a un equipo en horas bajas que ayer al menos saboreó la miel del triunfo con una primera parte notable y de gran pegada acompañada de un segundo tiempo donde se contagió de la modorra general y la falta de competitividad que por momentos protagonizó el Getafe. Una mala caricatura de los equipos de José Bordalás, ayer especialmente disgustado con sus jugadores por la actitud mostrada sobre el terreno de juego. Tras la tormenta de los últimos días, necesitaba algo de paz el Alavés para templar los ánimos y calmar las aguas, y la encontró de la mano de su preparador, un tipo acostumbrado al perfil bajo y las llamadas de emergencia que ayer volvió a dar la sensación de seguridad y coherencia que el equipo necesita en estos momentos. Al igual que ya hiciera en sus dos primeras convocatorias ligueras ante el Deportivo y el Real Madrid, volvió a presentar ayer Cabello un once reconocible al menos sobre el papel y los hechos demostraron que estaba en lo cierto. Apostó el técnico interino por jugadores de poso ofensivo como Burgui, Ibai, Pedraza, Bojan y Munir e incluso dio entrada al joven canterano Martín Aguirregabiria, también con tendencia a incorporarse en ataque, y el Glorioso se coló en los octavos de final de la Copa. Bastaron un par de zarpazos dentro del área de Munir y Bojan antes del descanso para matar un partido que en la reanudación apenas varió su metraje. Se mantuvo la misma tónica en ese periodo, con orden en las líneas y transiciones cargadas de intensidad, y anotó Munir el tercero que permite al equipo tomar aire de cara al trascendental partido del próximo lunes ante el Girona.

Orden. No se complicó mucho el técnico interino en su tercer partido como máximo responsable del primer equipo e hizo lo que se esperaba de él, es decir, alinear a los mejores, dotarles de un cierto criterio táctico y confiar en el acierto goleador de los hombres de arriba. Apostó por la calidad de los jugones y la quiniela salió bien gracias, entre otros, a la infantil defensa que presentó el Getafe.

Sorprendió la presencia del joven canterano en el once titular en detrimento de Vigaray y sorprendió aún más el rendimiento que ofreció, un desparpajo que pide a gritos continuidad.

Entradas fuera de lugar, mal posicionado por momentos y con dificultades a la hora de realizar la cobertura de su compañero Diéguez. Sigue en mala dinámica desde que comenzó el curso.