No pudo haber elegido El Glorioso peor día para activar ese fantasmagórico botón rojo que suele ser sinónimo de peligro, salga usted corriendo. Porque fue ayer el día en la soledad matinal de Getafe donde todo lo que podía salir mal ocurrió. Solo faltó algún lesionado o expulsado para completar una faena que ya para las 13.08 del mediodía se intuía que iba a terminar con pañolada... Como así fue. El Alavés perdió ante un rival directo en la lucha por la permanencia, lo hizo por goleada y de manera chusca, sus jugadores, irreconocibles, cayeron sumidos al final del partido en un mar de dudas y por si fuera poco, su máximo responsable, De Biasi, metió una bomba en el vestuario antes de cerrar la puerta por fuera para cargar después contra sus jugadores en sala de prensa. Una apuesta de alto riesgo cuyos daños colaterales está por ver qué alcance tendrán en los próximos días. Por de pronto, el lunes tocará Confesionario en Ibaia, como se encargó de anunciar ayer el italiano, y a partir de ahí, ya se verá. Redención por orgullo propio o catarsis y punto final. Y todo, con la visita siempre incómoda de un Eibar en estado de apuros que también se está jugando el descenso. De perder el sábado ante los armeros, el Alavés puede comenzar a planificar la próxima temporada. - A. Goñi