Vitoria - Muchos son los entrenadores que en el mundo del fútbol no le otorgan una especial relevancia a los sistemas de juego, sobre todo cuando unos metros más arriba o más abajo cambian por completo la concepción de un dibujo. Gianni De Biasi pertenece a esa tendencia de técnico que no le dan una trascendencia determinante al cómo, pero el preparador italiano ha evidenciado en su corta etapa de cuatro partidos al frente del banquillo vitoriano que está buscando el esquema que mejor se adapte a sus ideas con las piezas de que dispone. Arrancó con dos encuentros con el 4-2-3-1 que se ha convertido en un sistema de base en el fútbol actual y que le sirvió para ganar al Levante para luego perder contra la Real Sociedad; siguió con un 5-3-2 en la visita con derrota al Betis y varió esta misma idea hacia el 5-4-1 con el que se derrotó al Getafe en la Copa del Rey. De momento, sigue la búsqueda persiguiendo acercarse a la perfección. O, al menos, a la efectividad.

De Biasi arrancó su etapa con un sistema continuista, pero a lo largo de las dos últimas semanas ha trabajado profusamente en los entrenamientos con el dibujo de cinco defensas que ya ha expuesto en las dos últimas comparecencias. Considera el italiano, conocidos ya los recursos con los que cuenta, que el factor defensivo va a ser determinante en la carrera por la permanencia y por eso se ha dedicado a erigir un sistema de contención en el que destaca la suma de muchos elementos, lo cual tampoco asegura nada en este sentido.

Y es que, como bien es sabido, ni poner sobre el verde a cinco jugadores atrás supone ser más defensivo ni hacer lo propio con cinco delanteros se traduce en ser más ofensivo. Con las mismas piezas en el césped, el Alavés ha mostrado en sus dos últimos encuentros dos caras bien diferentes en los pasos de las primeras partes a las segundas. Al final, todo depende de la utilización que se busque de cada jugador más que de un dibujo en concreto.

Dos partes diferenciadas Tanto en el Benito Villamarín como en el Coliseum Alfonso Pérez, El Glorioso firmó primeras partes horripilantes para hacer un juego mucho más ofensivo tras los descansos. Y sin variar absolutamente nada sus dibujos en ninguno de los dos casos. La variante llegó en forma de actitud más que en el sistema. Más posesión de balón, más profundidad con un juego más vertical y, como consecuencia, más presencia en el área de los rivales y también mayor sensación de peligro. Diferente, pero con las mismas piezas.

De Biasi parece determinado a mantener por el momento ese dibujo con cinco defensas -eso está ensayando en los entrenamientos- y el reto ahora es encontrar el equilibrio entre las dos vertientes del juego. La renuncia a la posesión y la cesión del dominio del balón al rival son una evidencia desde su primer partido, ya que considera el italiano que sus armas para hacer daño deben ser la recuperación y el contragolpe. Con esa idea, la mejoría pasa por hacer sufrir a los rivales durante muchos más minutos, ya que en los dos últimos encuentros se han desperdiciado claramente las primeras partes. Lo que muchas veces se ha conocido como madurar a los oponentes, pero que solo funciona cuando no se va por debajo en el marcador.

Con el dibujo de cinco defensas claro, queda conocer la mezcla de jugadores para componer el once titular. Y también la disposición de las piezas a partir del centro del campo. En definitiva, cómo sacar el mayor rendimiento posible de la plantilla de que se dispone en estos momentos.

En este sentido, a De Biasi se le presentan dudas variadas. Por ejemplo, definir la ubicación de un Alfonso Pedraza que es uno de los pocos futbolistas desequilibrantes desde la individualidad y que pierde amenaza partiendo desde el lateral. O determinar la composición de una pareja de pivotes que ofrece estabilidad y fuerza con Dani Torres y Manu García, pero a la que le falta creatividad y capacidad para montar el juego. O, también, buscar una mejor composición para una vanguardia en la que el nueve se ha acostumbrado a la soledad.

La posición de Medrán Y es que, más que en el sistema, el gran quid se encuentra en la identidad de los jugadores que mañana vayan a saltar al césped de Mendizorroza, más aún teniendo en cuenta la obligada ausencia de un Álvaro Medrán que tiene que convertirse en el motor del juego de este Alavés. Habrá que ver si la opción es la del continuismo generalizado con los que venían siendo los más habituales o si, por el contrario, el partido de Copa le sirve a algún futbolista como argumento favorable para irrumpir en la alineación, aunque fuesen pocos los que destacasen en Getafe.

Uno de los mejores en la noche del miércoles fue un Álvaro Medrán que, por contrato, no podrá jugar mañana. A corto plazo hay que buscarle un sustituto para lo inmediato, pero se trata de un caso que hay que analizar con tranquilidad para encontrar una solución a su posicionamiento sobre el campo. El cordobés había actuado siempre como enlace con el delantero, alejado de la zona de creación y aportando poca llegada al área rival por sus características. En cambio, el pasado miércoles actuó en una posición mucho más retrasada, donde realmente se encuentra cómodo. Y, sobre todo en la segunda parte, el equipo se benefició de su capacidad para sacar el balón jugado con limpieza y meter un primer pase rápido y preciso tras la recuperación, un factor clave para que la propuesta que tiene De Biasi funcione.