Quizá no haya más cera que la que arde, quizá este mal confeccionado Deportivo Alavés de para lo que dé, quizá sea ya demasiado tarde para enmendar un rumbo demasiado desviado a estas alturas de la temporada con una sola victoria y ocho derrotas que caen como una losa sobre las piernas de los jugadores. Quizá... Pero el alavesismo no se rinde, o al menos no quiere hacerlo. Sabe que el precio del milagro de la salvación cada día cotiza más alto y que el calendario del Glorioso no invita al optimismo, “pero mientras hay vida hay esperanza”, apuntaba ayer un socio en Twitter casi tan abatido como el capitán de su equipo, Manu García, tocado como pocas veces y más necesitado que nunca del calor de Mendi para guiar la remontada. - A. Goñi