Vitoria - El Deportivo Alavés vive tiempos de enorme necesidad y, ahora más que nunca, tiene la obligación de ir llenando el depósito de los puntos. Ya no es una labor de hormiga que vaya almacenando reservas de cara a tiempos de hambruna, sino una simple cuestión de supervivencia. Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero, que dice el refranero del castellano y que bien se puede aplicar a este equipo tan necesitado de ir añadiendo peso en el lado positivo de la balanza. El Glorioso precisa sumar como sea, pero no pensando en el futuro a largo plazo, sino en el más inmediato presente. Con tanta gazuza acumulada, el riesgo de deceso es cada vez más evidente. Por simple cuestión de inanición. Y, por ello, no queda otra que comenzar a llenar de alimento, o sea puntos, el casillero albiazul para que el enfermo, en situación crítica en estos momentos, pueda mantener la esperanza de resurrección en el largo plazo.
Una sola victoria en los ocho primeros compromisos ligueros son el triste bagaje y la pesada mochila que este Alavés tiene que cargar a sus espaldas. Un lastre evidente, que ya se ha demostrado pesado a la hora de la verdad. Cuando el viento sopla de forma favorable, cabeza y piernas responden de la mano; cuando lo hace en contra, todo empuja hacia el precipicio. Bien lo sabe este equipo que se ha acostumbrado a sufrir el golpe de los elementos dentro de una temporada que ya empezó cruzada con el penalti fallado en Leganés y que ha estado aderezada de errores impropios y sucesiones de rechaces y rebotes increíbles que han propiciado la pérdida de varios puntos que bien podrían figurar en el casillero vitoriano.
Y es que, a pesar de haber estado durante tiempo por debajo del mínimo exigible, lo cierto es que este equipo no ha estado tan lejos de sus rivales, sobre todo en unos partidos a domicilio en los que no fue, ni mucho menos, exageradamente inferior a sus oponentes. Con la mejoría experimentada a lo largo de las últimas semanas y la conjunción de un bloque competitivo que ha conseguido Gianni De Biasi, hay que superar ahora ese escalón enorme que existe entre jugar y ganar. Precisamente, lo que se logró en la primera, y hasta ahora única, victoria del curso contra el Levante.
Nueva alineación El preparador italiano quiere que el resurgir de su equipo se asiente en los sólidos cimientos de una defensa poderosa y, en este sentido, la mejoría ha sido enorme desde su llegada. Se dejó la portería a cero en Valencia y ante la Real Sociedad se acabaron encajando dos tantos, pero el Alavés ha convertido sus partidos en trampas para sus rivales. Precisamente, una cuestión que se antoja fundamental repetir ante un oponente como el Betis que brilla con el balón pero hace aguas en el apartado defensivo.
Quique Setién no ha tardado demasiado en imprimir su particular sello a los verdiblancos. El técnico cántabro es todo un arquitecto del balompié y, desde que diera el paso a los banquillos, todos sus equipos que se han caracterizado por tratar con mimo el balón. Acuñó el sello de identidad del Lugo, vistió de elegancia la calidad del Las Palmas y ha recuperado la sonrisa bética.
El problema aparece cuando la alegría en el juego propicia que se pierda la seriedad en defensa y aquello se convierta en un desconcierto. Un mal que ha afectado a los verdiblancos notablemente en las dos últimas jornadas, en las que han encajado diez goles hasta convertirse en el segundo que más ha encajado en las ocho primeras jornadas ligueras.
Los sevillanos tienen un peligro enorme en ataque y el Alavés tendrá que tratar de desconectar semejante arsenal. Pero, de la misma manera, no solo en destruir puede centrarse un equipo vitoriano al que una victoria calmaría sus males. Y es ahí donde radica el principal problema de los albiazules, a la cola en la tabla de los goleadores con solo tres dianas en todo el curso.
En pos de la segunda victoria del curso, el preparador italiano tendrá que variar su alineación titular con respecto a las dos que ha confeccionado desde su llegada. Ibai Gómez causa baja y habrá que ver si apuesta por un relevo natural o uno táctico con cinco defensas.