Vitoria - Con la última derrota ante la Real aún caliente y la necesidad de enmendar la plana con urgencia el próximo sábado ante el Betis en Sevilla, comienza a vislumbrarse con meridiana claridad la hoja de ruta que Gianni De Biasi ha perfilado para tratar de sacar al equipo de las tinieblas de la clasificación. Orden táctico, rigor defensivo y salida veloz al contragolpe con la idea de matar al rival en los últimos treinta metros. Una apuesta teórica que el equipo supo adaptar a la realidad hace dos jornadas en Levante, donde el italiano no solo debutó con victoria (0-2) sino que confirió una imagen a su equipo totalmente distinta a la de las cinco jornadas anteriores. Aquellos primeros tres puntos levantaron la moral del vestuario y devolvieron la fe al alavesismo, que el pasado fin de semana esperaba volver a firmar un triunfo en Mendizorroza. Pero no pudo ser. El guión previsto por De Biasi funcionó en parte durante los primeros 73 minutos pero en el tramo final, agotado por el tremendo desgaste al que le sometió el conjunto txuri urdin, le falló una de sus patas. El Alavés no solo no pisó área realista con claridad sino que confundió defensa con acumulación de jugadores en la parte de atrás, embotellados en apenas unos metros y demasiado pegados al área de influencia de Pacheco. Una ruleta rusa ésta de peligrosas consecuencias cuando se tiene enfrente a un conjunto de la calidad de la Real, que jugó con el Alavés donde y cuando quiso. En ese oscilante acordeón de banda a banda que nunca se cansó de interpretar Illarramendi, sorprendentemente liberado en esa zona de peligro, solo hicieron falta un par de zarpazos para matar el partido. Y de paso la ilusión.
A partir de ahí, analizadas las causas y las palabras del propio De Biasi, nada hace indicar que el italiano no se mantendrá fiel al estilo con el que parece sentirse más cómodo. Una propuesta conservadora, solidaria y comprometida al que, sin embargo, le hace falta más pegada si anhela ser efectiva. Y es ahí donde surge la posibilidad de incluir una nueva variante en su cuaderno de bitácora. La de alinear desde un principio a Christian Santos como delantero centro habida cuenta de que es el único 9 puro que ahora mismo tiene el Alavés en su plantilla. Un punta de referencia que ya hizo gala de su juego y capacidad en equipos de la zona media de Alemania y Holanda, y al que aquí en Vitoria aún no se le ha podido ver con cierta regularidad más allá de las contadas ocasiones que el pasado curso le concedió un Pellegrino que apostó por el derroche físico de Deyverson en detrimento del olfato del venezolano, que en proporción a los minutos que disputó el carioca anotó prácticamente los mismos goles que éste.
A favor de esta posible opción, que supondría la reubicación actual de Munir, jugarían varios aspectos. El primero, y primordial, la restauración de la confianza por parte del entrenador hacia el punta, denostado hasta su llegada por Luis Zubeldía, Javi Cabello y, sobre todo, el director deportivo, Sergio Fernández, curiosamente el responsable que hace dos veranos lo fichó después de no poca insistencia y con el que ahora la relación es prácticamente inexistente. Y el segundo, y no menos importante, sus condiciones y su encaje como ariete puro dentro del sistema que pretende aplicar el preparador transalpino. Es Santos un hombre de área acostumbrado al derroche físico que supone zafarse y fijar a los centrales de turno en esa línea de tres cuartos, con golpeos certeros al primer toque y remates aéreos en la misma línea. Incluso es el venezolano un consumado lanzador de penaltis -no ha errado ninguno a lo largo de su carrera-, además de representar una figura de la que podría sacar provecho el Glorioso a través de la culminación de las llegadas por banda que viene protagonizando el joven Pedraza y que podría emular Munir. Sin embargo, lo que debería tener presente De Biasi es que a Santos, al que aún le resta año y medio de contrato con el club, no se le puede exigir el mismo despliegue que el alavesismo aún guarda en su retina con Deyverson porque el riesgo que se correría sería el mismo que el que el pasado fin de semana penó a Munir en los últimos metros, la fatiga. No se puede recuperar el balón, arrancar a 40 metros del área, abrir a banda y llegar con claridad al remate porque lo normal en este tipo de situaciones es que el balón acabe justo donde no se desea. Economía del esfuerzo, lo llamaba Johan Cruyff...
munir como segundo punta Olvidadas, por tanto, las comparaciones con Dey, la opción Santos es una variable que el propio De Biasi contempla una vez analizadas las carencias del grupo en su faceta más ofensiva y el comportamiento que el venezolano viene demostrando desde que el italiano se puso al frente del Alavés. Sea como fuere, y de prosperar esta opción, el gran beneficiado sería el propio Munir, una suerte de náufrago en tierra de nadie desde que llegó a Vitoria donde está sufriendo como nunca el rigor de los centrales y evidenciando la complejidad que entraña el siempre incómodo juego de espaldas para un delantero. Una posición más retrasada le permitiría actuar como segundo punta con más comodidad y desparpajo de cara a gol o incluso podría hacerlo en banda derecha, en este caso a pierna cambiada, lo que provocaría el desplazamiento o la salida del equipo de jugadores acostumbrados a ocupar esa demarcación como Ibai, que el sábado abandonó el campo con visibles dolores en una de sus rodillas.