Vitoria - La victoria contra el Levante le sirvió al Deportivo Alavés para quitarse de encima los fantasmas del descenso que ya empezaban a amargarle la existencia, pero la liberación que se produjo no sirve de nada si a ese triunfo no se le acompaña de continuidad en los buenos resultados. Y es que, aunque se haya podido olvidar, la situación que vive El Glorioso sigue siendo de extremada gravedad por la pesada mochila que arrastra de esas seis primeras jornadas sin puntuar. Cierto es que hay tiempo para enderezar la situación, pero el calendario corre ya en contra de los intereses albiazules por ese déficit de partida. Una tendencia que podría verse mejorada esta tarde si en el derbi en Mendizorroza contra la Real Sociedad se produce la confirmación de las buenas sensaciones que el equipo vitoriano dejó en el estreno de Gianni De Biasi en el banquillo.
El preparador italiano ha tenido dos semanas para ir puliendo su idea futbolística, aunque las claves de la misma ya se pudieron ver de primera mano en su debut en el Ciutat de València. Por encima de todo, el Alavés fue entonces un equipo en toda la extensión de la palabra y como tal actuaron desde el primero al último de sus integrantes. Puede parecer una cuestión menor, pero no lo es teniendo en cuenta unos cuantos precedentes nefastos en este sentido, sin idea de juego ni sensación de colectivo unido.
Asentó De Biasi la primera victoria sobre una mejoría defensiva que ya se había intuido de la mano de Javi Cabello. Por fin, Fernando Pacheco pudo dejar su portería a cero. Y lo hizo, además, sin tener que trabajar apenas en toda una tarde en el que el sistema de contención funcionó rozando la perfección e impidiendo que el Levante encontrase situaciones ventajosas para el remate. Tácticamente, el crecimiento alavesista fue enorme, consiguiendo desconectar a los granotas.
Dicha tendencia de seguridad defensiva es un factor clave en las últimas y exitosas campañas de este club y que ahora pretende recuperarse. El Alavés no es un equipo sobrado de talento ofensivo, pero el trabajo grupal y el sacrificio colectivo pueden convertirle en un equipo capaz de amargar la tarde a los rivales a base de correr más y de posicionarse de una forma inteligente sobre el terreno de juego.
Ese restablecimiento de la sobriedad defensiva tendrá hoy un duro examen ante una Real Sociedad que cuenta con una potencia de fuego mortífera. El arsenal atacante que maneja Eusebio Sacristán es de los mejores de Primera División y solo los veintitrés goles que ha marcado el Barcelona superan los diecisiete que atesoran los donostiarras. Juanmi, Willian José y Mikel Oyarzabal conforman en punta una tripleta letal y ya llevan tres dianas por cabeza, pero por detrás les acompañan Asier Illarramendi o Xabi Prieto, con dos tantos cada uno, o un central como Diego Llorente que también acumula dos goles -es el mejor de su equipo en el global de las competiciones, ya que en Liga Europa ha conseguido otros tres-, por uno de laterales como Aritz Elustondo o Kevin Rodrigues.
Pero, además de defender, el objetivo alavesista será hacer daño a una Real Sociedad que es tan poderosa en lo ofensivo como endeble en lo defensivo, siendo el equipo más goleado de Primera con diecisiete goles en contra. En la visita al Levante, ya tocó De Biasi las teclas adecuadas para, en un solo partido, generar más ocasiones que en todos los partidos precedentes juntos y así, entre un buen puñado de oportunidades claras, llegaron dos dianas.
El reto del Alavés, que entonces se mostró muy peligroso al contragolpe buscando la velocidad de Alfonso Pedraza y Munir El Haddadi, es mejorar con el balón en posesión y no depender tanto de la recuperación y salida para pasar menos apuros. Una cuestión complicada, porque en el fútbol siempre ha sido más sencillo destruir que construir. Son los escalones que tiene que ir subiendo, poco a poco, este Glorioso al que ahora, aún en estado de enorme necesidad, solo se le puede pedir una nueva victoria que confirme la reacción que vivió con el primer triunfo de la temporada.